Nassir: una historia de resiliencia

A punto de cumplir los 17 años, Nassir es el quinto hijo de un total de seis varones, fruto del matrimonio entre Mohamed y Fatiha. Los dos hermanos mayores emprendieron su mismo camino hacia Europa y hoy residen y trabajan en situación regular en Bélgica. El resto de su familia vive en Alhucema (Marruecos). Allí, su padre y sus hermanos no rechazan ninguna oportunidad laboral y realizan trabajos de todo tipo. Su madre, que, al igual que el padre, no tiene estudios mínimos, se dedica a las tareas del hogar.

Al hablar de su familia, Nassir la considera como una unidad estable y en la que sobra el cariño, aunque la falta de recursos económicos del medio familiar le obligó a abandonar la escuela y a trabajar desde muy pequeño. Sufrió una emancipación prematura que le convirtió en adulto antes de tiempo, saltándose muchas etapas de la infancia de cualquier niño.

A pesar del calor de su hogar, la difícil situación económica de su familia, unida a los testimonios de conocidos y familiares que consiguieron llegar a la Península para trabajar en la aceituna de Jaén o en los invernaderos de Almería, hicieron que Nassir fuera gestando la idea de emigrar, hasta que en el verano de 2017 y con tan sólo 15 años, consiguió atravesar en una patera de tres metros las 90 millas náuticas que le separaban de su sueño.

No todo ha sido un camino de rosas para Nassir. Desde su llegada a España ha habido luces y sombras en su trayectoria. Aunque siempre ha sido un buen chico, muy trabajador y colaborador en los quehaceres de nuestro centro El Bosque. Durante este camino ha conocido a personas que le han ayudado pero también mantuvo relaciones con personas inadecuadas.

Como a otros menores, le llegó la frustración de verse solo en una sociedad de acogida con una religión, una cultura y unas costumbres diferentes, que lo considera como un individuo desamparado pero que a su vez puede repatriarlo.

Todo estos factores, unidos a la imposibilidad de trabajar legalmente en nuestro país debido a la vulnerabilidad que le rodea por su condición de menor, extranjero y sin familia, provocaron una situación insostenible que motivó su huida del centro a finales del pasado verano. Entonces comenzó un periplo que le llevó a recorrer la Península de norte a sur, buscando una alternativa que nunca llegó. Durante este tiempo, algunos de nosotros mantuvimos contactos con él, en un intento de hacerle recapacitar. Finalmente, en vísperas de la pasada Navidad, Nassir volvió.

Pidió disculpas por todo lo sucedido y también pidió una segunda oportunidad que, como hemos podido comprobar, sí ha sabido aprovechar y exprimir al máximo. Su capacidad de sobreponerse a la adversidad y a la dificultad de sus circunstancias es la que da nombre a este artículo, la resiliencia que ha demostrado.

Actualmente, Nassir está inmerso en el programa de inserción laboral que Residencial El Bosque ofrece a aquellos menores de nuestro centro próximos a cumplir la mayoría de edad. Esto ha sido posible gracias a la colaboración desinteresada de Mateo, su esposa Lorenza y su hijo José, familia que regenta La Cañada del Patriarca, un negocio rural situado en la cara sur de la Sierra de la Luna (Tarifa), más conocido por su cercanía a la desembocadura del río Guadalmesí.

Hace aproximadamente seis años estos emprendedores iniciaron un proyecto dentro de su actividad ganadera y, desde entonces, elaboran quesos artesanales de leche de cabra. Tanto esfuerzo y dedicación parecen estar dando sus frutos y en un futuro próximo necesitarán aumentar la plantilla, dada la elevada carga de trabajo que supone este proceso, que abarca desde el ordeño hasta la elaboración y distribución de sus quesos. En esta ocasión, se han ofrecido para acoger en prácticas a Nassir, con el fin de ir conociendo posibles candidatos a cubrir este puesto a la vez que contribuyen a causas sociales.

A mediados de mayo quisimos compartir una jornada de trabajo con este matrimonio y su hijo, tanto para conocer el trabajo de Nassir como para estrechar lazos con esta familia, que afirma estar encantada con la implicación y la seriedad con la que el joven afronta sus prácticas.

“Es un niño respetuoso, muy trabajador y coge las cosas al vuelo. No hay que repetirle nada y, si termina alguna de las tareas, enseguida está haciendo otra cosa, sin esperar a que nadie le diga lo que tiene que hacer. Aquí siempre hay mucho trabajo, tanto con los animales, como con la elaboración del producto o el mantenimiento de las instalaciones”, relata Lorenza.

“El trabajo que realiza es de gran ayuda. Eso sí, necesita mejorar la lectura y escritura en español porque a la larga, nos hará falta que tenga carnet de conducir”, recalca Mateo, que además sostiene: “Aquí necesito alguien como él, para yo poder dedicarme a otras de mis actividades”.

Es un orgullo observar su evolución, fruto de su propio esfuerzo y del trabajo de muchas personas que se han implicado en su educación hasta que por sí mismo ha sido capaz de reconducir su futuro.

A pesar de las dificultades y de sus frustraciones y errores iniciales, Nassir ha sabido sobreponerse y cambiar su propia percepción de sí mismo, considerándose un hombre fuerte con un objetivo claro: adquirir el permiso de residencia y desempeñar un trabajo de forma legal para ayudar a su familia. Sueña con volver a su tierra e instalar un negocio con el que dar trabajo a sus hermanos mientras que él se dedica a su gran pasión, la pesca. De este modo, en los próximos años espera ahorrar lo suficiente como para adquirir una embarcación y lanzarse de nuevo a ese mar que un día cambió su destino.

Esperamos estar aquí cuando llegue ese momento y poder compartirlo con todos vosotros.

Autor: Jesús Javier Pérez López

El Castillejo abre una biblioteca para los Menas

El Centro de Atención Inmediata El Castillejo ha inaugurado una dependencia muy especial en sus instalaciones que va a prestar un servicio extraordinario a sus usuarios y que eleva su nivel de excelencia. Se trata nada más y nada menos que de una biblioteca. Su apertura, que se produjo en marzo, es la culminación fructífera de muchas gestiones llevadas a cabo por el director y el equipo de profesionales responsables de El Castillejo.

Los fondos con los que cuenta la recién abierta biblioteca abarcan una multitud de campos y son de fácil lectura: geografía, historia, arte, literatura, ciencias, informática, aventuras, español y matemáticas, son solo algunas de las temáticas propuestas en sus estanterías.

Estos fondos son donaciones hechas por la Universidad de Granada en el Campus de Ceuta; por Doña Pilar García, alcaldesa de El Bosque; y por don Pedro Piñero, escritor y Catedrático de Humanidades.

La aceptación de la biblioteca ha sido espectacular. Tanto los trabajos de adecuación de la sala como la clasificación y ordenación de los libros ha contado con la entusiasta colaboración y entrega de nuestros menores. Incluso ya contamos con la implicación de uno de ellos para la figura de bibliotecario.

Para El Castillejo, como centro perteneciente a la gran familia SAMU, esta inauguración es motivo de inmensa alegría. No se trata de una actuación puntual e inconexa, sino de una actividad muy planificada y cuyo objetivo principal es lograr la plena integración de nuestros Menas a través de un pilar clave en la batalla contra la desigualdad, la pobreza y la falta de libertades: la educación.

Ahora tenemos ante nosotros un nuevo y desafiante reto: seguir aumentando los fondos de nuestra biblioteca y avanzar en la dotación de ordenadores y su conectividad a internet.

Cada día que pasa vemos a nuestros Menas más contentos y más identificados con su nueva casa y su nueva familia El Castillejo. “Con el apoyo de hoy avanzamos y avanzamos hacia el mañana”, subrayan desde este centro de Atención Inmediata.

Mohamed lidera el juego

Mohamed Sabir juega al fútbol desde que tenía seis años. Su sueño desde niño siempre ha sido ser un gran futbolista, tanto como su ídolo, Sergio Ramos, y ni las dificultades económicas de su familia, ni las calamidades sufridas al intentar cruzar el Estrecho de Gibraltar, ni la amputación de su pierna derecha han conseguido frenarle.

Cuando tenía siete años, Mohamed recibió un golpe mientras jugaba al fútbol que le fracturó varios huesos de la pierna derecha. “Me operaron en Marruecos y me pusieron una escayola, pero a los 10 días volví al hospital porque la herida se me había infectado y la infección estaba avanzando muy rápido. El médico me dijo que, si no me cortaba la pierna, la infección llegaría al corazón”, recuerda Mohamed desde el centro de Atención Inmediata Cortijo Román, en Jimena (Cádiz), que gestiona Fundación SAMU, donde reside desde hace casi un año. “Ahí empezó el sufrimiento para toda mi familia. Me operaron tres veces y, en cada una de esas intervenciones, perdía un trozo más de pierna”.

Para poder recuperarse, el joven estuvo un largo periodo sin jugar, pero nunca abandonó su sueño de ser futbolista. “Cuando estuve totalmente recuperado, volví a jugar con más ganas que nunca. No quería que mi problema me impidiera cumplir uno de mis sueños”, señala el joven, que juega en la banda izquierda, aunque se considera un futbolista “polivalente”.

“Mohamed es de lo mejor que tiene el centro. Desde el primer momento se mostró respetuoso, participativo y activo en todas las tareas. También ha mostrado muchísimas ganas de estudiar y de formarse”, comenta Iván Ramírez, educador del centro de AI Cortijo Román. “Mohamed es una estrella en Jimena. Todo el mundo le conoce y es uno de los pilares del centro, un líder. Además, todos se quedan boquiabiertos cuando lo ven jugar al futbol, es una máquina”, continúa Ramírez. “Es un grandísimo ejemplo de superación, mostrando que si uno lo quiere de verdad puede lograr cualquier cosa,”.

En abril, Mohamed participó en Sevilla en un torneo de fútbol para personas con discapacidad, evento que recuerda con cariño. “Me encantó la experiencia y conocer a más personas con mis características y con mi misma pasión: el fútbol”. “Mi sueño era llegar a España y ya lo he cumplido, a pesar de que me estafaron y me engañaron hasta en cuatro ocasiones antes de cruzar el Estrecho. Tuve que recorrer varias veces siete kilómetros por la playa con una sola pierna y sobreviví en una patera en la que viajábamos 78 personas sin agua ni comida”, relata Mohamed, cuyo sueño ahora es jugar al fútbol y lograr un trabajo para poder ayudar a sus padres y a su hermano enfermo.

Entender y compartir el Ramadán

La totalidad de los menores del Centro de Atención Inmediata SAMU Dúrcal profesan la religión musulmana. El 7 de mayo daba comienzo para ellos, y para todos los que compartimos su vida, un mes muy especial. El Ramadán constituye uno de los preceptos ineludibles de la confesión islámica. Este mes, sagrado para los musulmanes, da comienzo cuando se hace visible el primer cuarto creciente de la luna nueva. La noche del comienzo, lailat ech-chek, o noche de la duda, los menores esperaban nerviosos el avistamiento de la luna para dar comienzo el ayuno, a sawm, del alba hasta la puesta del sol.

Estaba todo preparado. Los días y las semanas previas al noveno mes del calendario lunar se habían dedicado a la preparación de su recepción. El Ramadán en nuestro centro se está viviendo desde una triple dimensión: espiritual, religiosa y social. El ayuno va más allá de la abstinencia (comida, bebida y relación sexual), que es una dimensión únicamente fisiológica, la más visible, pero no la más importante.
La dimensión espiritual del ayuno consiste para nuestros menores en no mentir, no calumniar, no enfadarse, no ser irrespetuoso con los compañeros y con los profesionales, o, en definitiva, con su familia, valores que también cultivamos desde la Fundación SAMU.

La dimensión religiosa consiste en celebrar la fecha en la que el profeta Mahoma recibió la primera revelación del Corán, el libro sagrado de los musulmanes.

La dimensión social del ayuno supone para ellos una situación de igualdad y un ejercicio de empatía. El ayuno les permite comprender el sufrimiento de los más desfavorecidos, sentir una conmiseración hacia los que han pasado o pasan hambre. Despierta, en ellos, un sentimiento de caridad y solidaridad.

Los menores del centro de AI Dúrcal han afrontado la llegada del mes de Ramadán con ilusión, pero también con nostalgia e incertidumbre. Es la primera vez que lo hacen lejos de sus seres queridos.

Una de las mayores preocupaciones de nuestros chicos era la rutina. En sus países de origen, Marruecos, Guinea y Mali, países de mayoría islámica, durante el mes de Ramadán la actividad social y cultural se traslada a la noche y los horarios sufren modificaciones, adaptándose a tal fin.

En nuestro centro ha habido cambios en ciertas rutinas, fundamentalmente, las que guardan relación directa con los horarios del sueño, la gastronomía y la programación de actividades deportivas.

Los cambios introducidos pretenden flexibilizar los horarios del funcionamiento interno de centro con el objetivo de garantizar un “Feliz y saludable Ramadán”.

Gastronomía

El Iftar o ruptura del ayuno se hace con el plato estrella de este mes, la harira. Se trata de una sopa con los elementos fundamentales de la pirámide nutricional: verduras, legumbres, cereales, carne, y por supuesto, el sabor a especias. Sería impensable un Ramadán sin harira. Ésta va acompañada de dátiles y Shebbakiyya, un dulce típico de Marruecos pero que hace las delicias de todos nuestros menores.
Aquí está cobrando protagonismo Mohamed Azzouzi, un joven nacido en Tánger que prepara este dulce todas las semanas junto a su compañero Ali Ahdour. Lo hacen porque, además de ser unos profesionales de la repostería, les hace una especial ilusión traer a nuestro centro sabores y olores que todos añoran.

Sueño

Durante el Ramadán se hace el sohur una comida al alba, previa al comienzo de un nuevo día de ayuno, lo que significa que deben interrumpir el sueño. Para evitar que el patrón de sueño de nuestros chicos se vea alterado, tras la cena y el rezo, se acuestan. Se levantan poco antes de la oración del alba y vuelven a dormir otra vez. A la vuelta de los centros escolares, hacen una siesta que les permite descansar. De esta manera distribuyen sus horas de sueño y no se sienten fatigados.

La programación deportiva se ha retrasado a media tarde, haciéndola coincidir con las horas previas a la ruptura del ayuno.

Desde Fundación SAMU se ha garantizado que los chicos puedan disfrutar de un Ramadán que se asemeje todo lo posible al que han vivido hasta la fecha. Desde el equipo del centro de AI Dúrcal se ha realizado el esfuerzo necesario para que nuestros menores puedan poner en práctica uno de los pilares fundamentales de su religión, desde el respeto más profundo, garantizando así su libertad religiosa. Pero no podemos olvidar que el contexto en el que celebran el Ramadán es un contexto occidental, circunstancia que ofrece un Ramadán distinto al que practicaban en sus países de origen. Como tampoco olvidamos nuestro objetivo y responsabilidad con ellos: prepararles para su inclusión en su país de acogida. De cara a su emancipación, los menores deberán aprender a conciliar ambas culturas, la de origen y la de acogida.

Para los que formamos esta familia, la familia de Dúrcal, está siendo un mes muy emotivo. Es emocionante ver la convivencia y la hermandad entre los menores. Es emotivo ver la ilusión con la que preparan la ruptura del ayuno.

El Ramadán terminará los primeros días de junio y, desde el equipo, estamos seguros de que más emocionante será la llegada de eid al fitr, la fiesta que simboliza el final de Ramadán. Esta festividad es muy especial para los más jóvenes. Es el momento del año en el que reciben dulces y regalos. Una fiesta familiar donde los jóvenes se convierten en los principales protagonistas.

Cuando llegue ese día, el centro de Dúrcal estará preparado para que nuestros chicos lo reciban como merecen.

Autor: Siham Khalifa El Abdi. 

Auxiliar Técnico Educativo de la Unidad de Atención Inmediata SAMU Dúrcal.

II Jornada del Deporte ‘Fútbol es vida’ en Asturias: Las barreras, sólo en las faltas

Fundación SAMU y la Real Federación de Fútbol del Principado de Asturias organizaron de forma conjunta el 24 de mayo la II Jornada del Deporte Fútbol es vida, actividad en la que participaron un centenar de personas, la mayoría, usuarios del Centro de Apoyo a la Integración (CAI) de Cabueñes, del Colegio de Educación Especial (CEE) de Castiello y del alojamiento tutelado El Alfar, gestionado por Fundación SAMU y dirigido por Raquel Prado.

La actividad estaba en un principio programada para el 17 de mayo, pero el mal tiempo obligó a los organizadores a posponerla una semana.
La jornada arrancó a las once de la mañana en los campos federativos de Roces, en Gijón. Al acto inaugural acudieron, entre otros, los concejales de Bienestar Social y Turismo, Deporte, Festejo y Juventud del Ayuntamiento de Gijón, Eva Illán y Jesús Martínez Salvador, respectivamente; la directora general de Servicios Sociales de Proximidad del Principado de Asturias, Lina María Menéndez; y la delegada en la zona norte de Fundación SAMU, Aurora Caicoya.

El objetivo principal de esta jornada deportiva, cuya primera edición se celebró en 2016, es la integración y normalización de las personas con discapacidad en el mundo del deporte y del juego. Con esta iniciativa, dirigida a personas con discapacidad intelectual o física, la organización pretende facilitar una práctica deportiva sin barreras y servir de marco para establecer futuras colaboraciones entre diferentes entidades públicas y privadas, así como concienciar y sensibilizar a la sociedad de la relación beneficiosa del deporte y la discapacidad.

Al igual que ya ocurrió en 2016, cuando la convocatoria fue un rotundo éxito, en esta ocasión se desarrollaron numerosos juegos deportivos adaptados a los participantes y guiados por reconocidos entrenadores de la Federación, como Carlos Herrero, uno de los entrenadores de esta temporada del Sporting femenino.

Divididos en varios grupos bien diferenciados con camisetas de colores, los buenos momentos estuvieron presentes en cada pase, regateo o gol. Los participantes realizaron partidillos, lanzamientos de penaltis o juegos de calentamiento. Algunos monitores de los centros no dudaron en salir al campo de juego junto a sus chicos, así como María Fernández y Silvia Álvarez, dos estudiantes del curso de Integración Social que acudieron a la jornada como voluntarias en una apuesta de Fundación SAMU por la participación de gente joven en este tipo de eventos que sirven para mostrar la cara más humana y solidaria.

Al final de la jornada se entregaron diplomas a todos los participantes, así como una placa conmemorativa a los centros asistentes.

Martes de rugby

Es martes por la tarde, y en la Residencia San Sebastián de Cantillana (Sevilla) hoy toca jugar al rugby. El fútbol ya no es el deporte rey en esta residencia en la que viven unas 60 personas con discapacidad intelectual y/o trastorno de conducta. Al equipo de fútbol del centro, que juega en la Liga Aprose, le ha salido competencia gracias a un convenio de colaboración entre la Fundación SAMU y el Club de Rugby San Jerónimo, que se ha comprometido a entrenar de forma altruista a los chicos tanto de la Residencia San Sebastián como a los menores del centro de acogida Miguel de Mañara, en Montequinto, ambos centros gestionados por Fundación SAMU.

Son cerca de las seis de la tarde cuando la puerta de la residencia se abre y salen unos 15 chicos, todos ellos con ropa deportiva. El primero de la fila es un exultante Chiquito, dispuesto a comerse el campo de juego. “Mira, mira, me he depilado las piernas para hacer deporte. Mira qué fuerte las tengo”, comenta ilusionado.

Francisco Javier Ginés, presidente del Club de Rugby San Jerónimo, saluda y abraza a todos los jugadores antes de darle las pautas de los primeros ejercicios. “Ésta es una experiencia fabulosa que aporta muchas cosas, tanto a mí como a ellos”, indica Ginés, que acude al centro cada 15 ó 20 días para ver cómo evolucionan los jugadores.

Esta colaboración entre el Club de Rugby San Jerónimo y Fundación SAMU se inició en abril. La idea era fomentar el deporte entre los residentes de San Sebastián a través de entrenamientos de rugby adaptado. Para ello, Ginés formó a varios monitores del centro con estudios en Educación Física. Ellos son los que entrenan cada semana a los chicos, mientras que Ginés acude una o dos veces al mes para revisar los ejercicios, darle nuevas pautas y ver la evolución de los jugadores. “Entrenar a estos chicos es un gran reto, pero a la vez algo muy satisfactorio”, reconoce Ginés.

Rugby adaptado SAMU 2

Rugby adaptado SAMU 2

En el primer ejercicio, los jugadores se dividen en dos equipos y deben correr hacia el lado opuesto del campo y pasar el balón. “Francisco, cuidado, que estás en medio y te van a arrollar”, grita el entrenador. “¡Isidoro, hay que estar más atento! ¡Chiquito, cuidado en la entrega del balón, que no se caiga al suelo!”.

A Francisco le cuesta un poco correr y su entrenador le azuza para que vaya más rápido. “Más rápido, que te pillan”, le grita. Por el contrario, Chiquito coge el balón y sale disparado como una bala y esquivando cualquier obstáculo. No frena hasta llegar a su objetivo.

“Los chicos se están beneficiando mucho de esta actividad porque hemos adaptado este deporte a su nivel. Muchos de los residentes no hacen ejercicio y gracias a este deporte, en los que hay jugadores de ambos sexos y participan de forma conjunta tanto chicos con un mayor nivel de coordinación como otros con un menor nivel, se mueven”, explica Miguel García, monitor del centro que coordina la actividad junto a Alba Garrido. “Para ellos, que venga gente de fuera a realizar con ellos alguna actividad es un gran aliciente. Están muy motivados e ilusionados”.

Tras varios ejercicios en los que se pasan el balón de diferentes maneras y movimientos, Ginés propone jugar al Pañuelito, pero con el balón de rugby como cebo. Divididos en dos equipos, Ismael, por un lado, y Chiquito, por otro, asignan a cada compañero un número. Caídas, risas, carreras y algún despiste marcan el juego. “El 5”, grita Ginés. De uno de los equipos sale Eli disparada hacia el balón, pero del otro equipo no sale nadie. “¿Y el 5? ¿Quién es el 5?”. Los jugadores del equipo capitaneado por Chiquito se miran unos a otros. Nadie sabe quién es el 5. “Soy yo, pero estoy cansado”, dice desde un banco sentado bajo la sombra de un árbol Isidoro, ataviado con una camiseta de Los Vengadores. Todos ríen.

Dirigiendo a los jugadores también está José Manuel Aguilera, estudiante de un ciclo de grado superior de Deportes. Éste es su segundo periodo de prácticas en la Residencia San Sebastián. “El año pasado ya estuve aquí tres meses y me gustó tanto la experiencia que este año he querido repetir otros tres meses”, comenta el joven, muy involucrado con los chicos del centro.

Tras varios ejercicios de pases y coordinación acaba el entrenamiento programado para esta tarde de primavera. Todos los jugadores se abrazan y, en un descuido del entrenador, lo agarran entre todos y lo mantean durante unos segundos de jolgorio. Ginés se despide de ellos y los deportistas se marchan con los balones de rugby en la mano hasta el próximo martes.