La siembra en el huerto Corteconcepción

Se entiende por “sembrar” la acción llevada a cabo con el fin de obtener frutos o resultados en un futuro cercano. En el centro ISL/JEM SAMU Huelva sembramos verduras y hortalizas en nuestro huerto Corteconcepción, y, al mismo tiempo, también sembramos junto a nuestros chicos su propio futuro personal y laboral.

Al igual que una semilla que se planta en un pequeño recipiente, nuestros menores llegan al centro indefensos y débiles. Como abono y agua, el equipo educativo prepara y acomoda el contexto para garantizar su crecimiento. Poco a poco, esa semilla brota, y puede llegar a crecer y florecer. Pero será necesario acompañar este proceso con valores y actitudes tan positivas y necesarias como la constancia, el compromiso, la paciencia o el esfuerzo.

La metáfora de sembrar en el huerto nos es de enorme utilidad para explicar a nuestros jóvenes el significado que posee para nosotros su paso por nuestro centro y la importancia que tiene para nosotros, como profesionales, ejercer nuestra vocación con ellos. Nuestro objetivo, como quien siembra las mejores hortalizas, es dotar a nuestros chicos de valores prosociales y actitudes que les permitan sostenerse frente las adversidades.

Hortalizas como el pepino, la zanahoria o el calabacín, y especias y plantas aromáticas como el perejil, el jengibre o la lavanda ya brotan en el huerto Corteconcepción del Centro ISL/JEM SAMU Huelva. El nombre del huerto y del espantapájaros que lo custodia han sido idea de nuestros chicos, y hace referencia a la localidad donde se situaba anteriormente el centro ISL/JEM Huelva.

La cosecha se ha sembrado en el ISL Huelva. Algunas semillas ya se han convertido en plantas que ofrecen sus frutos. Pero el trabajo es duro, largo y constante. Si algo hemos aprendido de nuestros chicos es que la rendición es solo una palabra, por lo que el equipo seguirá sembrando, regando y cosechando futuro con el propósito de alcanzar una sociedad más justa, igualitaria e inclusiva.

Autor: Adrián Santos. ISL JEM SAMU Huelva

Hamza y la décima historia de emancipación en El Castillejo

Hamza es un chico responsable y trabajador nacido en la localidad de Daward Jadid, del reino de Marruecos. Desde muy joven tuvo que abandonar sus estudios primarios debido a la falta de recursos económicos. Estuvo un tiempo trabajando en el campo marroquí con un empleo precario y decidió dejar su tierra y su entorno familiar para buscar una vida mejor. Su familia le ayudó económicamente para realizar el viaje de Marruecos a España en patera. Cuenta que la experiencia fue muy traumática para él. No se le olvidará nunca la fuerza del mar al golpear la embarcación, lo que le causó una tremenda angustia y mucho miedo. Felizmente pudo llegar a nuestras costas y se sintió feliz porque había conseguido su primer gran objetivo: abandonar aquella vida llena de dureza y penurias.

Tras pasar como menor por el Recep de San Roque (donde estuvo dos días) y por el ISL de Arcos de la Frontera (donde residió durante diez meses), y habiendo cumplido la mayoría de edad, ingresó en el JEM El Castillejo, en El Bosque (Cádiz). Sin referencias de la localidad de El Bosque y viniendo de Arcos de la Frontera, población en desmesura mayor, se sintió un poco desorientado y emocionalmente decaído.

Según comenta Hamza, con el paso de los días en nuestro centro fue descubriendo el compañerismo que había entre los residentes, y su adaptación fue rápida. “Comprendí que trabajar en equipo y adquirir una formación era el camino para seguir cumpliendo mis objetivos”. Ya solo era cuestión de esperar una buena oportunidad. Tras un breve tiempo de espera, en septiembre de 2020 comenzó un periodo de prácticas en el Horno Artesa de Arcos, donde se desplazaba desde la localidad de El Bosque a diario.

Le costó adaptarse al ritmo de horarios y de trabajo. No fue tarea fácil afrontar un trabajo del que no tenía conocimientos previos. Según relata, los primeros días de trabajo estaba un poco desconcertado, pues no tenía mucha idea de las labores a realizar. Ahora dibuja su situación laboral expresando que desde su incorporación todo ha sido un aprendizaje continuo y agradece a la empresa las buenas enseñanzas que le han aportado. Como él bien define: “¡una experiencia única y difícil de olvidar!”. Finalizado dicho periodo de prácticas consiguió un contrato, después de las gestiones realizadas desde este JEM y por nuestra trabajadora social, Estefanía, la cual realiza una labor encomiable a diario, como la tramitación del alquiler de la vivienda de Hamza.

Desde que El Castillejo comenzó su andadura ya hay diez chicos que han logrado su emancipación. Hamza se marcha para vivir su propia vida independiente en Arcos, lo que supondrá un nuevo reto para él. Para Fundación SAMU, su éxito es también el de todo el equipo.

Autor: ISL El Castillejo

Daouda, siempre preparado cerca de la portería

Daouda ingresó en el centro de inserción sociolaboral (ISL) Las Cabezas, en la localidad sevillana del mismo nombre, para dar un toque de color al recurso, y no sólo por el tono de su piel, sino porque desde su ingreso ha sido un referente para el resto de chicos por su alegría y perseverancia a la hora de perseguir su sueño, “poder jugar profesionalmente con un equipo de futbol”, como él mismo relata.

Desde muy temprana edad, Daouda solo piensa en el fútbol y en dedicarse profesionalmente a este deporte. A los siete años empezó a jugar partidos con los chicos de su barrio. Relata que nunca tenía zapatos nuevos. Sus padres sólo podían comprar de segunda mano y eran de muy mala calidad. Por ello recuerda con mucho cariño y entusiasmo la primera vez que estrenó unos zapatos. Fue a los diez años: su entrenador de la escuela deportiva a la que asistía en Rufisque, su ciudad natal, se presentó un día con aquella sorpresa indeleble.

Hasta los quince años de edad, el joven estuvo jugando y estudiando, pero su padre quería que dejara el deporte y se dedicara a trabajar en la mar como el resto de la familia. Daouda aceptó, pero su sueño solo quedó temporalmente aparcado.

Su tío, que vivía en Marruecos y habitualmente viajaba a Senegal, no estaba de acuerdo con la decisión del padre de Daouda, así que propuso al menor viajar con él hasta Marruecos para así poder seguir con su incipiente carrera deportiva. El menor aceptó encantado pero, al llegar a Marruecos, se dio cuenta de que allí era mucho más difícil abrirse camino en el mundo del fútbol. Un día, su tío le habló de la posibilidad de viajar a España. Daouda solo conocía el tema de la inmigración a través de sus estudios. No sabía realmente si iba a viajar en barco o en avión, hasta que se vio a bordo de una patera acompañado de decenas de desconocidos.

Una vez llegado a España, Daouda pasó varios meses en un recurso de mayoría de edad ya que, en un principio, las pruebas oseométricas apuntaron que podía ser mayor de edad. Tras unos meses en este centro, Daouda consiguió presentar su pasaporte para demostrar que era menor y ser trasladado a un centro adecuado.

El joven no tiene malos recuerdos de sus inicios en España. De nuevo, se refugió en el fútbol. Siempre estaba ocupado pensando en una nueva jugada, que es, en definitiva, de lo que trata la vida: adaptarse al medio, al campo y seguir adelante hacia la portería.

En Cádiz hizo buenos amigos al instante, amigos con los cuales podía compartir su afición al deporte. A través de uno de ellos ingresó en un equipo de fútbol-7 llamado Pavimentos Jerez, aunque Daouda los recuerda por otro nombre, “los latinos”, ya que según recuerda casi todos eran latinos excepto él y otro chico de Jerez.

En toda su ruta migratoria Daouda se ha adaptado perfectamente a la situación que le ha tocado vivir y ha mostrado su capacidad de integración. Al poco tiempo de llegar a la localidad sevillana de Las Cabezas de San Juan le surgió la oportunidad de entrenar con el CD Cabecense, donde desde el primer momento fue muy bien acogido, tanto por su entrenador como por sus compañeros. Están muy contentos con él, y Daouda se muestra muy motivado e integrado en la dinámica del equipo.

El joven relata ilusionado que a veces juega de delantero, y otras, en el medio del campo, y que se siente muy bien cuando está con sus compañeros. En la actualidad el club está tramitando su ficha federativa para que pueda jugar partidos oficiales.

Además de soñador, Daouda demuestra ser un niño muy maduro. Nos comenta que su vida no ha sido fácil, que tiene sus sueños pero que también es consciente de su necesidad de trabajar y poder labrarse un futuro laboral en nuestro país y ayudar a su familia en Marruecos. Le gustaría emplearse en la construcción o en una cristalería. Como frente a una portería, está dispuesto a aprovechar cualquier oportunidad.

Autor: ISL Las Cabezas

Crisis migratoria en Canarias: “Hay niños que llegan con quemaduras de gasoil y sal”

La reciente crisis migratoria en Canarias ha puesto nuevamente a prueba la capacidad de Fundación SAMU para reaccionar con rapidez y determinación ante una situación de emergencia. El resultado es que SAMU ha sido capaz de levantar y poner en funcionamiento en un tiempo récord cuatro recursos para menores no acompañados: en Telde, en Farabella, en Roque Nublo y en Tamanaco (Puerto Rico), todos ellos en la isla de Gran Canaria. En total, estos centros tienen capacidad para alojar a 294 niños.

Más de 300 menores, que habían llegado a la isla sin nada, han tenido techo gracias a la rápida respuesta de SAMU. El primer centro, el de Tamanaco, se puso en servicio de forma exprés. Los primeros 43 niños llegaron el 11 de noviembre, apenas 48 horas después de que SAMU recibiera el encargo de la Dirección General de Protección a la Infancia y la Familia del Gobierno de Canarias. SAMU respondió ante una llamada de auxilio: hasta el 15 de noviembre, las llegadas de migrantes a las costas de Canarias, más de 16.000, se habían multiplicado por once respecto al mismo periodo del año anterior, según los datos del Ministerio del Interior. Eran cifras que no se veían desde 2006, año de la crisis de los cayucos.

SAMU recibió el encargo de montar con la mayor brevedad posible un centro de emergencia en Tamanaco. “Se pusieron en contacto con la Fundación porque estaban sobrepasados”, explica Juan Rodrigo, director de zona Andalucía Occidental de SAMU. Es el centro más grande, con 150 plazas, aunque ha llegado a albergar 200 menores ante el colapso que se vivió en la isla. Después se han abierto los demás, con capacidad para 60, 58 y 28 menores.

Después de un viaje traumático

En los últimos meses, Rodrigo pasa parte de su tiempo en las islas, atendiendo una situación que no admite demoras: lo primero es siempre atender las necesidades básicas de los niños, después de una travesía en el mar que los expone no solo a un riesgo de muerte, sino también de sufrir deshidrataciones o quemaduras. “Hay niños que llegan después del viaje con quemaduras del gasoil de la patera mezclado con la sal. Algunos vienen en condiciones muy malas: heridos, deshidratados…”, explica.

El 90% de estos menores son marroquíes, aunque también subsaharianos. Inmediatamente reciben ropa y comida, y se les acoge en los centros. Un par de días después empezarán a adaptarse a su nueva vida: recibirán clases de español, talleres transversales y actividades deportivas.

El equipo de educadores y auxiliares presta especial atención a combatir el tabaquismo. Muchos de los menores en edad adolescente tienen una fuerte dependencia del consumo de tabaco. También se han detectado casos de consumo de alcohol. “Trabajamos con programas y protocolos diseñados por los psicólogos del área, que tienen experiencia en distintos centros de Fundación SAMU”. El objetivo, explica Juan Rodrigo, es abordar el problema no solo como terapia reactiva, sino de forma preventiva.

Un gran despliegue logístico

Buena parte del éxito en Canarias se debe a la rapidez en el despliegue logístico. En apenas unas horas se preparó todo lo necesario para equipar el nuevo hogar de decenas de niños. En el primer mes, SAMU envió desde Sevilla cuatro grandes contenedores con más de 16.000 kilos de material: somieres, colchones, mantas, cajas de ropa, sábanas, almohadas, módulos sanitarios… En el primer envío viajaron también los iglús que SAMU despliega ante situaciones de catástrofe como terremotos.

SAMU también ha enviado unas cabañas de madera. Primero las probó en Sevilla para comprobar si se ajustaban a las necesidades. Si se cumplen los plazos, llegarán varias más a primeros de marzo directamente desde Estonia, donde se fabrican.

Todo, con la máxima urgencia. El doctor Carlos Álvarez Leiva se ha implicado personalmente en esta tarea. “En estos casos se prioriza más el tiempo en el que puede hacerse que el coste”, explica Vega García, que ha gestionado algunos de los últimos pedidos.

En total, se han enviado unas 500 unidades de literas (250 completas), gran parte de las cuales se han fabricado en apenas veinte días en unas condiciones de máxima dificultad, en plena pandemia y con las fiestas de Navidad a la vuelta de la esquina. “Todo eso iba en contra, pero se explicó por qué era y se portaron de maravilla. Se ha hecho mucho esfuerzo por todas las partes”.

Junto a los primeros envíos de material, viajó también el equipo de mantenimiento, que ha trabajado contrarreloj para adaptar los centros o casas prefabricadas a las necesidades de alojamiento.

El objetivo de la organización ahora es dar un paso más. Algunos de los menores de Telde ya están siendo escolarizados, y Juan Rodrigo explica que trabaja para transformar alguno de los centros de acogida de emergencia en un centro residencial básico.

Este despliegue de emergencia se suma a la presencia que ya tenía SAMU en las Islas Canarias: el centro para personas con discapacidad intelectual y/o trastorno mental Hogar San Lázaro, el centro de atención a personas dependientes por discapacidad física El Sauzal y el servicio de transporte de emergencias sanitarias, que sigue su proceso de consolidación.

“Estamos haciendo verdadera magia”, explicaba en noviembre Nicolás Torres, director del área de Infancia y Familia, cuando SAMU llegó a Canarias para atender la llamada de auxilio ante una situación sin precedentes en las islas en los últimos 15 años.