El poder de la actitud para afrontar la discapacidad

Afrontar el día a día con limitaciones significativas en la movilidad y otras áreas importantes de la vida puede ser un reto en el que se ponen de manifiesto diferentes mecanismos que permiten adaptarse a esta situación. Cada persona tiene su personalidad y su propia mochila con distinta carga, por lo que afrontar una circunstancia vital como la discapacidad nos obliga a realizar cambios razonables.

Por afrontamiento entendemos como la actitud que tienen las personas ante las circunstancias que le toca vivir, es decir, su modo de reaccionar ante los problemas, cómo piensan y cómo actúan.

En la población en general y también en las personas que presentan discapacidad existen diferencias importantes en los estilos de afrontamiento, por lo que ponerlos adecuadamente en marcha dependerá en gran medida del repertorio de comportamientos, creencias, actitudes desempeñadas o aprendidas con anterioridad.

Tradicionalmente, existen dos formas de afrontamiento. Por un lado, está el afrontamiento pasivo, es decir, el conjunto de estrategias que utiliza la persona para reducir el malestar centrándose en sus emociones pero sin realizar acciones para modificar su situación. Por ejemplo: dejar pasar los días, comer en exceso o consumir alcohol y otras sustancias.

Y, por otro lado, está el afrontamiento activo, en el que la persona da los pasos necesarios para cambiar o reducir el impacto negativo de las circunstancias. Por ejemplo: informarse adecuadamente sobre la situación, mantenerse activo, establecer vínculos de apoyo positivos, buscar ayuda en caso de necesidad y cultivar el desarrollo personal, entre otros.

El ser humano es muy complejo y existen diferentes factores que pueden condicionar el tipo de afrontamiento que utilice la persona con discapacidad. Entre ellos están el nivel de apoyo percibido, el momento vital en el que ocurra el suceso, el tipo de lesión y secuelas, así como los cuidados que precisa en el día a día, sin olvidarnos de si la discapacidad es congénita o adquirida, pues, cuando se adquiere, existe un duelo por la pérdida, resultando más significativo el malestar en el segundo caso.

Desde el Centro de Atención de Personas En Situación de Dependencia Derivada de Discapacidad Física (CADF) El Sauzal enseñamos a convivir con la discapacidad desde un afrontamiento activo, trabajando en la aceptación de la discapacidad desde el presente, centrado a la persona en el “aquí y ahora” y dando énfasis a la actitud que se puede elegir ante la situación.

Una de las labores del departamento de psicología es acompañar en el proceso validando aquellas emociones y sentimientos y enseñando a gestionar adecuadamente las emociones. Enfatizamos el papel que juegan los pensamientos en la interpretación de las situaciones, pues estos condicionaran la manera de sentirse y de actuar.

En muchas ocasiones, cuando la discapacidad es congénita, existe una sobreprotección familiar que frena a la persona que la sufre a la hora de asumir más responsabilidades, delegando éstas a terceros.

Desde el CADF El Sauzal trabajamos en proporcionar los apoyos y herramientas necesarias para que la persona con discapacidad se empodere, tome sus propias decisiones y consiga tener una vida autónoma y segura dentro de los límites que presenta.

Todo ello se trabaja de manera coordinada con un equipo multidisciplinar donde la labor de cada departamento es de vital importancia para conseguir los objetivos que se plantean las personas con discapacidad.

Por último, hay que destacar el papel de los cuidadores como parte del proceso de afrontamiento, pues la persona con discapacidad tiene que enfrentar los cuidados por parte de terceros, lo que a veces requiere de un tiempo de adaptación, siendo por otro lado una fuente de apoyo en momentos vitales de la vida de una persona con discapacidad.

Cuando las personas con discapacidad eligen adoptar un afrontamiento activo nos encontramos con casos que se relacionan con mayores índices de bienestar y seguridad emocional.

Viviendas dignas para los menores de Piniers (Ceuta)

Fundación SAMU ya cuenta en el Centro de Recepción de Emergencias de Piniers, en la Ciudad Autónoma de Ceuta, con la primera vivienda colectiva construida por la propia entidad. Está destinada a los menores acogidos en el complejo. El acto de inauguración, que se celebró el 2 de marzo, contó con la participación de Mª Isabel Deu del Olmo, vicepresidenta Primera y consejera de la Presidencia y Relaciones Institucionales del Gobierno de Ceuta. Se trata de la primera de las tres viviendas colectivas que Fundación SAMU quiere construir en Piniers y pondrá a disposición de la Ciudad Autónoma para hacer frente a futuras necesidades de alojamiento.

Deu del Olmo, acompañada por el presidente de Honor de SAMU, Carlos Álvarez Leiva, y por el presidente-director general de SAMU, Carlos González de Escalada, visitó este nuevo inmueble, que tiene una superficie de 200 metros cuadrados, distribuidos en dos plantas, con capacidad de alojamiento para 36 personas, además de un salón y zona de aseos, despacho y almacén dentro del capítulo de espacios comunes.

Se trata de un edificio construido con la técnica de steel framing, basada en el conformado de chapas laminadas en frío de acero galvanizadas, con una fuerte implantación en mercados como los de Estados Unidos o Canadá pero con escasa penetración en España, a pesar de que ofrece un acabado de gran calidad y permite procesos de construcción en plazos de tiempo muy reducidos. Éste es el segundo edificio que SAMU levanta con esta técnica. El primero fue el nuevo aulario de Escuela SAMU, en funcionamiento desde noviembre de 2021.

La vivienda colectiva, aunque concebida con carácter provisional, tiene altas condiciones de durabilidad, con doble aislamiento térmico y sonoro y con sistemas de eficiencia energética que proporcionan un confort similar a cualquier tipo de vivienda. De hecho, es un sistema muy empleado para la construcción de viviendas, que está comenzando a desarrollarse ahora en nuestro país.

Una actuación ejemplar

Después de la inauguración de este equipamiento, Fundación SAMU trabaja ya en la construcción de otras dos viviendas colectivas, con lo que la capacidad total será de 108 residentes. Actualmente, la Fundación acoge a 167 menores en Ceuta. Con esta dotación, que se enmarca en la Fase 4 del proceso de implantación del Centro de Recepción de Emergencias de Piniers, se busca mejorar la calidad de vida de los menores acogidos, así como habilitar un recurso permanente para atender las futuras necesidades de alojamiento del Gobierno de Ceuta.

Desde que Fundación SAMU presta asistencia a los menores en este recurso, la entidad ha llevado a cabo distintos proyectos para mejorar la habitabilidad y la integración de los menores acogidos en la Ciudad Autónoma. Recientemente, la entidad ha puesto el proyecto medioambiental Los Sueños de Piniers, con el que se está llevando a cabo el ajardinamiento integral del entorno con la participación de voluntarios y de los menores acogidos, buscando la creación de un espacio más amable y sostenible. Por otro lado, a través de la Escuela de Oficios SAMU (EOF), la organización puso en marcha un programa de formación en oficios de alta empleabilidad para que estos menores puedan dar un impulso a su futuro laboral.

Juan Manuel Aveledo, director del área de Infancia y Familias de Fundación SAMU: “Es necesario dar la palabra a los menores migrantes”

El trabajador social Juan Manuel Aveledo (Jerez, 1984) comenzó a trabajar en octubre de 2017 con Fundación SAMU en la gestión de centros de protección de menores y desde el 1 de enero de este año ejerce como director del área de Infancia y Familias de esta entidad

—Los menores en acogida han marcado su vida profesional. ¿Cuándo comenzó a trabajar con este colectivo?
—Mi trayectoria profesional arrancó como técnico de inserción laboral del Programa SAL, perteneciente al Ministerio del Interior, favoreciendo la integración laboral de personas reclusas y exreclusas. Posteriormente, de la mano del Programa Labora, ejercí como orientador sociolaboral de menores procedentes del sistema de protección de la Junta de Andalucía. Fue aquí cuando tuve la oportunidad de conocer un colectivo del cual hoy en día aún sigo aprendiendo. Tras varios años de profesión y ampliando mi formación académica con dos másteres (uno en Dependencia y Protección de Mayores por la Universidad de Granada (UGR) y otro en Dirección y Gestión de Programas Sociales en la misma universidad), pude abrir nuevos horizontes. Mi andadura en la gestión de centros de protección de menores comienza con Fundación SAMU, donde he tenido la oportunidad de participar, colaborar, coordinar, dirigir y crear nuevos proyectos y nuevas experiencias que me han llevado a ejercer como director nacional del área de Infancia y Familias de esta entidad.

—¿Cómo y cuándo comenzó a trabajar en Fundación SAMU?
—Comencé a trabajar en Fundación SAMU el 5 de octubre de 2017 pero conozco la entidad desde 2010, prácticamente desde sus inicios en el centro de acogimiento residencial AER El Bosque (Cádiz). Colaboraba como técnico de inserción laboral con los menores residentes en el recurso apoyando el itinerario personalizado de inserción de cara al cumplimiento de su mayoría de edad. Recuerdo aquella etapa como si se tratase del día de ayer, el trato profesional fue maravilloso. Con el paso de los años, me reencontré con la entidad tras la apertura de un centro de orientación e inserción sociolaboral en la localidad de Motril, en Granada. Mantuve relación con el proyecto atendiendo a los menores residentes como técnico de empleo. Fue a través de Mabel Macías Cuevas, asesora técnica de centros de protección de la delegación territorial de Granada de la Junta de Andalucía, quien me informó de que SAMU necesitaba cubrir el puesto de dirección de este. Me decidí a enviar mi candidatura y, tras pasar el proceso de selección, comencé mi andadura en Fundación SAMU.

—¿Cómo ha sido su evolución en Fundación SAMU?
—Fundación SAMU me brindó la oportunidad de dirigir el Centro de Orientación e Inserción Socio Laboral de Motril, dependiente de la Junta de Andalucía y cofinanciado por el Fondo Social Europeo. El crecimiento exponencial de la entidad, aumentando el número de centros de protección y los menores acogidos, me ha llevado a participar en la creación de numerosos proyectos y en aperturas de recursos residenciales en distintas provincias de Andalucía. Este crecimiento me llevó a ejercer como director regional de la zona de Andalucía Oriental de Fundación SAMU.

—Recientemente, ha sido nombrado director nacional del área de Infancia y Familias de Fundación SAMU. ¿Cómo afronta este nuevo reto?
—Afronto este nuevo reto de una manera optimista, con una visión positiva y pensando en que todo irá bien y que conseguirlo será cuestión de tiempo. Quizás podrá costar un poco más, pero solo significa que mi esfuerzo deber ser aún mayor. Constancia, paciencia, seguir aprendiendo y apostando para que este nuevo reto profesional radique en el mayor de los éxitos. No he tocado techo, así que sigo creciendo. Me involucro en nuevos proyectos con mayores responsabilidades y continúo ampliando mis conocimientos profesionales a través de la formación académica. Con ello aspiro a aumentar mis capacidades de dirección y gestión de esta institución social. Un requisito básico para involucrarme es que SAMU y yo crezcamos conjuntamente.

—¿Le ha dado algún consejo el anterior director del área de Infancia y Familias, Nicolás Torres?
—Aparte de haberme ofrecido su apoyo incondicional durante toda mi trayectoria profesional dentro del grupo, Nicolás me ha aconsejado que nunca olvide de dónde venimos y hacia dónde vamos.

—¿Cuántos recursos dirigidos a menores y extutelados tiene en funcionamiento Fundación SAMU actualmente?
—Contamos con una red de 47 centros de protección de menores en acogimiento residencial con diferentes tipologías de atención: centros de recepción y acogida inmediata, centros de acogimiento residencial básico, centros de orientación en inserción sociolaboral, centros de intervención en problemas de conducta… Todos estos centros suman un total de 1.141 plazas a nivel nacional. En cuanto a programas de atención a jóvenes extutelados procedentes del sistema de protección de menores de la Junta de Andalucía, gestionamos diferentes programas para dar cobertura a las necesidades básicas y ofrecer un acompañamiento personalizado durante el proceso de autonomía y emancipación de los y las jóvenes participantes. Un total de 121 plazas distribuidas por diferentes provincias de Andalucía. Esto nos hace tener presencia en la red de recursos de programas +18.

—¿En cuántas comunidades autónomas están presentes?
—En seis: Andalucía, Aragón, Madrid, Islas Canarias, Ceuta e Islas Baleares.

—¿Hay algún nuevo proyecto futuro en mente?
—Ahora mismo se nos plantean muchas propuestas y tenemos pendiente concretar, encuadrar y darles el formato adecuado para lanzarlas como propuestas de intervención a las diferentes administraciones públicas. Ampliar horizontes y acceder a programas de Servicios Sociales, del Ministerio de Interior y del marco europeo desde el convencimiento de la valiosa aportación que puede ofrecer la entidad, son nuestras nuevas propuestas.

—¿Cuáles son las principales dificultades con las que se encuentran en su día a día?
—La intervención con la infancia que transita en los centros de protección de menores hacia la vida adulta, en múltiples ocasiones se complejiza por la falta de red de recursos, sobre todo cuando están cercanos al cumplimiento de la mayoría de edad. Debemos desarrollar estrategias de desinstitucionalización. Los juicios, hitos y estereotipos negativos, especialmente los que está sufriendo la población migrante extranjera no acompañada, es un factor agravante.

—¿Qué significa para usted trabajar con menores en riesgo de exclusión social?
—Es necesario que conozcamos la situación de la que huyen los niños, las niñas y los adolescentes que inician un proceso migratorio, el contexto que les empuja a salir de sus países, el trayecto y la manera en la que el sistema les acoge y les protege. Es necesario dar la voz y la palabra a aquellos que consiguen llegar a ese nuevo destino desconocido, urge sensibilizar a la ciudadanía a través de sus historias de vida y es nuestro cometido y responsabilidad como entidad mostrar todas las barreras y obstáculos que son preciso superar y esquivar cuando intervenimos con esta población vulnerable.

—¿Qué le ha aportado Fundación SAMU?
—Fundación SAMU, sin duda, es la entidad que más ha aportado a mi trayectoria profesional. He logrado satisfacer gran parte de mis propósitos profesionales, conocer otra realidad social, aumentar la confianza en mí mismo y sentirme parte de un equipo que apuesta por la transformación social.

ODS 16: Promover sociedades pacíficas e inclusivas

Nadie hubiera podido imaginar el estallido de una nueva guerra, y el estupor del resto del territorio mundial ante tal salvajada. ¿Qué va a pasar con la población que sufre? ¿Qué va a pasar con los miles y miles de personas que están huyendo de su país, de Ucrania, abandonando su vida, su hogar? Ucrania necesita de la solidaridad de los países, de sus vecinos, de la población general. Se ha despertado en la sociedad una oleada de ayudas de todo tipo.

En el marco de la Agenda 2030, recordamos el ODS 16: Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles.

Fundación SAMU, bajo este ODS, ha proyectado dos contingentes en zonas fronterizas en Ucrania, en colaboración con la institución americana Project Hope, con el fin de proporcionar asistencia sanitaria a las personas desplazadas de Ucrania debido a la situación sociopolítica actual y responder ante las necesidades asistenciales generadas por la crisis humanitaria. Esta misión forma parte de la iniciativa de los equipos médicos de emergencia de acción humanitaria de la OMS de la que Fundación SAMU forma parte.

Hay una creciente preocupación, así lo expresa el Mundiario, primer periódico global de análisis y opinión, sobre cómo va a trastocar esta invasión a la Agenda 2030 en Europa, sobre el cambio climático y la sostenibilidad. Cito textualmente: “Las razones descansan al descartarse un conflicto militar corto en el tiempo en el país ucraniano, tener que desviar inversiones hacia energías fósiles a falta del suministro del gas ruso y al rearme en los países de la OTAN, que de otra manera esos fondos se destinarían a renovables y políticas verdes, Se impone así la máxima de: Primero la guerra y luego el clima. Si en la Agenda 2030 nos hemos propuesto en Europa reducir un 55% los niveles de emisiones a la atmósfera y hasta neutralizar el consumo de combustibles derivados del petróleo hasta su prohibición total, es muy probable que con la invasión rusa en Ucrania, el cierre de gasoductos derive en un mayor consumo de carbón y petróleo, y cuyos desastres ambientales provocados repercuta en un desvío de las prioridades políticas, relegando las del cambio climático a un tercer rango. Además puede cuestionar la transición ecológica que aspiramos en la Unión Europea antes de entrar de lleno en la descarbonización de la economía”.

La Agenda 2030 será siempre un referente que guíe nuestras acciones en SAMU, y tendrá los ODS como objetivos transversales dentro de las metas generales de nuestra entidad.

Por Rocío Álvarez, directora del área de Sostenibilidad de SAMU