8M: La transformación del futuro

Mujer no se nace, se hace. Ya lo decía la legendaria filósofa francesa, escritora y activista feminista Simone de Beavoir en su libro El segundo sexo, publicado en 1949. “No se nace mujer, se llega a serlo”, escribió De Beavoir, unas palabras claves que iniciaron el movimiento feminista del siglo XX. Su reflexión, que se convirtió en el lema del feminismo, apunta que tanto mujeres como hombres son moldeados por la sociedad para cumplir determinados roles, mandatos y exclusiones. Como ella, numerosas mujeres a lo largo de la historia han alzado sus voces reivindicando la igualdad de género. Algo que muchas mujeres y hombres seguimos haciendo hoy reivindicando año tras año la importancia del 8M.

Hace dos años, cuando me nombraron directora del área de Intervención Socioeducativa y de la Mujer, no sólo cumplí una de mis metas profesionales sino que también se abrió ante mí la oportunidad de liderar un proyecto personal en el que creía y con el que me identificaba. Tenía la necesidad de poder contribuir a hacer posible ese cambio social que durante toda mi vida había soñado; primero, como niña, y, luego, como mujer y madre. No siempre una persona tiene la oportunidad de crear y trabajar con libertad, y de contar con la confianza y el respaldo de tu empresa y tu equipo. Yo lo he logrado.

SAMU apostó por mí desde un primer momento y eso me hace sentir, profesionalmente, que soy una mujer afortunada, aunque esto no hace que me olvide de todos los obstáculos que me he encontrado por el camino.

Desde hace varios años, SAMU y su fundación realizan proyectos relacionados con la igualdad y el empoderamiento de la mujer, y, desde 2021, cuenta con un área que engloba e impulsa todas estas acciones.

Este compromiso por parte de SAMU nace en la propia organización y en el propósito de que sus trabajadoras y directivas estén reconocidas profesionalmente y no se topen con el denominado techo de cristal. Actualmente, el 74% de la plantilla de SAMU y su fundación son mujeres ,y el 48,6% de los cargos directivos están ocupados por féminas. Además, el 50% de los miembros de la comisión ejecutiva (máximo órgano de la dirección) son mujeres.

Desde el área de la Mujer de SAMU atendemos a mujeres víctimas de violencia de género ofreciéndoles alojamientos de urgencia para protegerlas de sus agresores. También, servicios de apoyo psicológico para ayudarles a gestionar y superar esa terrible experiencia. Además realizamos talleres formativos de alfabetización, empoderamiento femenino y formaciones en nuevas masculinidades, entre otros proyectos.

Pero si hay una iniciativa de la que me siento especialmente orgullosa es de la creación de las Guías Coeducativas para los alumnos de Infantil, Primaria y Secundaria, dentro del proyecto El desafío de convivir en igualdad, que cuenta con el respaldo del Ministerio de Igualdad.

Creo firmemente que es clave promover la igualdad en base al respeto a la diversidad, la valoración y la visibilización de lo femenino, y el impulso a la libertad de elección. Conocernos, desaprender y aprender para identificar nuestros propios sesgos, reflexionar sobre los modelos sociales que tenemos y cuestionar los valores que transmitimos son acciones decisivas para alcanzar la igualdad. Todos y todas tenemos la responsabilidad y el compromiso de educar a los niños y niñas de nuestra sociedad en igualdad para lograr que, en un futuro, vivan en una ciudadanía plena en derechos y libertades.
Trabajemos en el presente para lograr la transformación del futuro.

Por Concepción Pérez. Directora del área de Intervención Socioeducativa y de la Mujer de SAMU

Turquía 2023: La vida y la muerte bajo los escombros

Alas cuatro horas y diecisiete minutos del 6 de febrero, cuando casi toda la población estaba sumida en el sueño profundo de la madrugada, dos terremotos consecutivos sacudieron las provincias del sureste de Turquía y el norte de Siria, una de las zonas sísmicas más activas del mundo. Los seísmos, de magnitud 7,8 y 7,5 en la escala de Richter, tumbaron ciudades enteras en lo que el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, definió como la mayor tragedia sufrida en el país desde el terremoto de Erzincan, sucedido en 1939. La devastación fue similar en Siria, país que además cuenta con el agravante de estar sumido en una guerra civil desde hace más de diez años. Poco después del amanecer del mismo 6 de febrero, cuando ya se contabilizaban por miles los muertos y desaparecidos en ambos países, SAMU, en España, activó un gabinete de crisis para valorar su intervención inmediata en la catástrofe.

En la misma mañana se establecieron contactos con los financiadores habituales de la Fundación y con diversas instituciones para recabar apoyos para la puesta en marcha de la misión. SAMU también ofreció su estatus de “disponibilidad” a los equipos Emergency Medical Teams (EMT) de la Organización Mundial de la Salud. La iniciativa EMT tiene como objetivo priorizar y mejorar la capacidad de los equipos locales para responder a las emergencias y fortalecer la red para brindar apoyo en emergencias cuando sea preciso en contextos como el desatado por los terremotos.

Las primeras gestiones dieron como resultado el envío de un equipo cinológico a Turquía formado por tres personas: Juan Gutiérrez Zazo, como responsable del dispositivo, Juan Hidalgo Martínez, como jefe de rescate, y el guía canino Antonio Miranda Escudero. Junto a ellos, un elemento clave en la expedición: Homero, un pastor belga de seis años entrenado para labores de rescate desde que era un cachorro de dos meses. Partieron en dirección a Turquía desde Escuela SAMU (Gelves, Sevilla) en la mañana del 8 de febrero.

Unas horas antes, de forma paralela, Borja González de Escalada, vicepresidente de Fundación SAMU, acompañado de efectivos de la ONG estadounidense Project Hope, colaboradora habitual de SAMU, había partido desde España con dirección a Turquía para valorar sobre el terreno la oportunidad de despliegue de una misión sanitaria de la entidad. El objetivo de ambas organizaciones era enviar con la mayor celeridad posible un equipo médico de primera intervención, en coordinación con las autoridades de emergencias locales e internacionales.

El escenario tras el desastre

Con la colaboración de Project Hope y Médicos del Mundo, el equipo cinológico se desplegó en Adiyaman, ciudad al sureste de Turquía con una población de alrededor de 330.00 personas que estaba completamente devastada tras los temblores de la tierra. El escenario, según relató desde allí Juan Gutiérrez Zazo, estaba formado por edificios convertidos en escombros; personas durmiendo en la calle o deambulando sin tener dónde ir después de haberlo perdido todo; hogueras en las calles para aliviar el frío extremo; desabastecimiento de agua corriente y electricidad; puestos callejeros improvisados repartiendo comida o botellas de agua potable, y equipos de rescate intentando mantener la esperanza de encontrar supervivientes en el desastre. “He visto unos niveles de solidaridad muy importantes”, subrayaría Gutiérrez Zazo.

Desde su llegada, la misión del equipo era “encontrar vidas”. “Íbamos allí a rescatar a personas. Nos iban dando avisos de dónde se escuchaban voces, lugares en los que podía haber supervivientes bajo los escombros. Dábamos orden al perro para que buscara dentro del edificio derruido, si es que era posible”, recuerda Zazo.

En medio de la devastación total, el equipo de SAMU solo pudo encontrar cadáveres. “Que no pudiéramos rescatar a personas con vida era una probabilidad que teníamos en mente. El tiempo allí juega en contra del rescate por la magnitud del seísmo y por las condiciones meteorológicas que nos hemos encontrado, que no eran nada favorables”, señala. “Son muchas las imágenes que se quedarán con nosotros, como el cuerpo sin vida de una mujer embarazada que encontramos en su cama junto a otra hija encima, el de una señora muy mayor… Son momentos que serán difíciles de olvidar”.

Tras el rescate, excavadoras

El equipo cinológico dividió sus cinco días de trabajo entre las ciudades de Adiyaman y Antioquía, gracias al soporte de Médicos del Mundo y Project Hope, y también “gracias al pueblo turco, que a pesar de que lo está pasando muy mal, se desvivía por agradecer todo lo que se está haciendo por ellos”, observa Gutiérrez Zazo. La misión finalizó el 13 de febrero, ya sin ninguna esperanza de encontrar supervivientes entre los escombros, y cuando los equipos de rescate eran sustituidos sobre el terreno por las excavadoras y los camiones.

En paralelo al trabajo de este dispositivo, Borja González de Escalada, vicepresidente de SAMU, realizaba tareas de inteligencia a fin de detectar oportunidades para el despliegue de un equipo de sanitarios, en mitad de una ola de ayuda humanitaria. Recorrió zonas afectadas, ciudades “semifantasmas”, como Adiyaman y Antioquía, hasta reunirse con el dispositivo cinológico y unirse a las labores de búsqueda.

Pendientes de autorización

Borja González de Escalada, en contacto permanente con las autoridades locales y con el gabinete de crisis operativo en España, alargó su estancia unos días más en Gaziantep a fin de obtener la autorización para llevar un hospital de campaña con sanitarios españoles a las zonas más afectadas por el terremoto. Esa autorización, sin embargo, sigue pendiente, y todo apunta a que se postergará hasta marzo, aunque las necesidades de ayuda en el ámbito sanitario en el país se prolongarán durante meses.

Al cierre de esta edición de Revista SAMU, el número de víctimas del terremoto en Turquía superaba las 43.500 personas. El ministro del Interior, Süleyman Soylu, precisó que, en la provincia de Hatay, la más afectada por el seísmo, todavía había algunos edificios con personas bajo los escombros. En Siria el número de fallecidos supera los 6.000, pero la cifra está abierta.

Fundación SAMU, entidad especializada en emergencias sanitarias y acción social, ha desarrollado en las dos últimas décadas misiones humanitarias en países como Irán, Marruecos, Indonesia, Sri Lanka, Haití, Perú, Sudán, Costa de Marfil, Sierra Leona, Nepal, Filipinas, Francia, El Salvador, Costa Rica, Honduras y República Dominicana.

Graciela Martín, directora del Centro de Menores de Día de Maneje: “Mi objetivo es hacerle la vida más bonita a los niños”

Graciela Martín (1980, Arrecife, Lanzarote) lleva 23 años trabajando en centros de menores residenciales como auxiliar técnico educativa, educadora y en puestos de dirección. Actualmente, dirige el recurso de día Maneje, gestionado por Fundación SAMU desde 2022.

—Desde 2022, Fundación SAMU gestiona el Centro de Día Maneje, dirigido a menores, pero anteriormente ya estuvo en funcionamiento.
—Sí, el recurso abrió sus puertas por primera vez el 20 de noviembre de 2012, el Día Internacional del Niño. En aquella época, el centro era gestionado por el Ayuntamiento de Arrecife, pero, durante los dos años de pandemia, cerró forzosamente sus puertas. Tras la crisis sanitaria, el gobierno local sacó a concurso este recurso, y Fundación SAMU apostó por su gestión.

—¿Qué supuso para usted este cambio de gestión?
—Estoy agradecida a la Fundación SAMU, ya que apuesta por la promoción interna. Yo trabajaba en el Centro de Menores de Tinajo, en Lanzarote, y con este cambio de gestión, SAMU me propuso cambiar de recurso y empezar a gestionar el Centro de Día de Maneje. Para mí ha sido todo un reto, ya que empezábamos prácticamente desde cero, sin protocolos de ningún tipo ni gestión interna. De hecho, tuvimos que darle una vuelta a la decoración de las instalaciones porque eran muy infantiles y no tenían vida.

—¿De cuántas plazas dispone este recurso?
—El centro cuenta con 20 plazas para niños y niñas que están en situación de prevención y riesgo familiar.

—¿Cómo son seleccionados estos menores?
—Los trabajadores y educadores sociales del Ayuntamiento de Arrecife son quienes proponen y deciden, junto con el equipo educativo del Centro de Día de Maneje, qué niño, niña o grupo de hermanos entran en el recurso. A partir de este momento, ambos equipos trabajan en coordinación: el equipo educativo de Maneje trabaja con los niños, y el Equipo Municipal Especializado en la Atención a la Infancia y la Familia del Ayuntamiento de Arrecife (EMEAIF), con las familias.

—¿Cuál es el objetivo de este dispositivo?
—Nuestro objetivo principal es que la situación familiar de estos niños y niñas mejore y no acaben en un Centro Residencial Estable en un futuro.

—¿Cuántas personas trabajan en este recurso?
—El equipo de profesionales del Centro de Día de Maneje está formado por Desirée Renda Perera y Nereida Elvira Álvarez, ambas auxiliares técnicos educativo, y por mí, que soy la directora del recurso.

—¿Qué tipo de actividades lleváis a cabo?
—Las actividades que realizamos con los menores van desde el apoyo educativo a talleres de higiene y autonomía personal, talleres lúdicos y de ocio, y actividades especiales con motivo, por ejemplo, del Día Universal del niño, el Día de la No Violencia y la Paz o el Día de Canarias. También realizamos excursiones por la isla e, incluso, dormimos fuera de casa, entre otras actividades. El equipo educativo siempre vela por una buena relación con las familias de los niños que acuden al centro. Les hacemos partícipes de la dinámica de sus hijos en el recurso. El objetivo es fomentar en ellos una mayor implicación. y que trasladen al contexto familiar lo que aprenden aquí. Damos la posibilidad a los padres, madres y otros familiares de que conozcan las instalaciones, al equipo y el funcionamiento diario del centro, pudiendo visitar el recurso cuando deseen.

—¿Cómo es el trato de los menores con los profesionales del centro?
—La relación del equipo educativo con los niños es muy cercana. Con el tiempo, los profesionales van creando vínculos afectivos con los menores que permiten que éstos se abran, que cuenten las experiencias positivas y negativas que viven en casa y que expresen sus sentimientos más profundos. Esto nos hace percibir que ellos sienten que somos una parte importante en sus vidas.

—¿Recuerda alguna anécdota divertida vivida en el centro?
—Una anécdota divertida y que aún hoy recordamos entre risas es aquella en la que un día un menor confundió un trozo de barro con chocolate. Aquella tarde, el chico estaba muy cansado porque no había dormido lo suficiente la noche anterior y se acostó durante un rato en el sofá. Al terminar la hora de apoyo educativo, empezamos un taller de barro. Una de las educadoras, despertó al menor para que participara en la actividad. El niño se sentó en la mesa junto a sus compañeros pero aún estaba un poco adormilado. La educadora le dio, entonces, un trozo de barro para la actividad, y el chico lo confundió con chocolate y fue a metérselo en la boca. La educadora se dio cuenta enseguida y evitó que se lo comiera. Aún hoy, tanto los menores del recurso como las educadoras recordamos aquella ocurrencia y nos reímos a carcajadas.

—¿Qué le aporta profesional y personalmente este trabajo?
—Me siento muy afortunada de haber tenido la oportunidad de pilotar un proyecto tan bonito y especial como éste. Profesionalmente, a lo largo de este año y medio, he aprendido a gestionar otro tipo de recurso que desconocía totalmente, ya que durante toda mi carrera había trabajado en centros residenciales estables. Tanto mi equipo como yo misma entendemos que es un recurso muy necesario en todos los municipios de la isla para poder trabajar desde la prevención y mejorar la situación de esos niños y niñas que se encuentran en contextos familiares desfavorecidos y con escasos recursos económicos.

—Y, por su experiencia y personalidad, ¿qué cree que le aporta usted a un recurso de estas características?
—Me considero, sobre todo, una persona alegre, dinámica, divertida, cariñosa y con mucha empatía. Esto ha hecho que mi trabajo sea mucho más reconfortante, agradecido y fácil. Mi objetivo principal, ya no solo profesionalmente sino como persona, es hacer la vida más bonita y llevadera a los niños y niñas que llegan al centro. Enseñarles que la vida consta de vivencias buenas y otras no tan buenas, darles herramientas para salir fortalecidos de las adversidades que puedan encontrarse a lo largo de sus vidas, de sus propias experiencias, y fomentar la resiliencia. Trabajamos con ellos para que adquieran unas adecuadas habilidades sociales, para que sepan gestionar sus relaciones familiares y sociales y, sobre todo, para que sean conscientes de que, como niños que son, tienen deberes, pero también tienen derechos. Derecho a una vivienda digna, a tener una familia, a la educación, a ir al médico si están enfermos o a ser respetados independientemente de su raza, sexo y religión.

La UPO y SAMU ponen en marcha una formación sobre voluntariado de emergencias

El rector de la Universidad Pablo de Olavide, Francisco Oliva Blázquez, y el vicepresidente de Fundación SAMU, Borja González de Escalada, inauguraron el 31 de enero el programa de formación para el Servicio de Voluntariado de Urgencia y Emergencia, una iniciativa del vicerrectorado de Cultura y Políticas Sociales a través de la Oficina de Voluntariado y Compromiso Social de la UPO que cuenta con la asesoría de la Cátedra de Innovación Social SAMU. En la mesa inaugural también estuvo presente el director de la Cátedra, José Luis Sarasola Sánchez-Serrano.

El objetivo de esta iniciativa es atender situaciones de emergencia social, ecológica o económica que requieran de ayuda y colaboración voluntaria desde la comunidad universitaria. De esta forma, las acciones de este grupo están dirigidas a la atención de necesidades sociales y/o urgentes que puedan demandar las asociaciones que colaboran con la Oficina de Voluntariado y Compromiso Social de la UPO.

Francisco Oliva destacó el compromiso social de la Universidad Pablo de Olavide, una de cuyas señas de identidad es su Oficina de Voluntariado, que ya implica a más de 400 estudiantes y que comenzó su actividad al poco de crearse la universidad. El rector hizo hincapié en la importancia de incorporar el ámbito de la emergencia al voluntariado universitario pues “los cambios en el mundo actual son tan impredecibles que provocan que las crisis sean más habituales, generando situaciones con personas vulnerables”. Además, incidió en que, una vez que se tiene el imprescindible espíritu solidario, la formación es fundamental para afrontar situaciones de emergencia social.

Durante el curso, que se desarrolló del 31 de enero al 14 de febrero, los asistentes adquirieron competencias para colaborar, con perspectiva socioeducativa, en situaciones de crisis social y humanitaria.

Contenidos de la formación

El programa consistió en cinco sesiones de tres horas cada una. La primera de ellas corrió a cargo del personal de la Oficina de Voluntariado y Compromiso Social de la UPO con el objetivo de afianzar conceptos como la solidaridad, el altruismo y el voluntariado. El resto de sesiones fueron impartidas por formadores especializados en la materia y abordaron temáticas como normativa, marco conceptual, enfoque psicosocial, recursos personales ante la acción voluntaria, gestión de emergencias sociales en situaciones de discapacidad y organización de dispositivos de emergencias. Entre los ponentes estaban María del Carmen Moreno, José María Morán, Gema Rico y Rocío Álvarez, todos ellos pertenecientes al Grupo de Intervención en Emergencias del Colegio Oficial de Trabajo Social de Sevilla, además de Andrés Rodríguez y María Casado, de SAMU.

Una vez finalizadas las sesiones, se creó un canal de información y formación continua. El último día del curso, durante el acto de clausura, también intervino el doctor Carlos Álvarez Leiva, fundador y presidente de honor de SAMU.

Desde su creación, la UPO ha participado en diversas situaciones extraordinarias de estas características, como la ocupación de sus pabellones deportivos por personas migrantes en el 2001, el apoyo en la recogida de petróleo en las costas gallegas por el hundimiento del Prestige en 2002 o, más recientemente, las acciones emprendidas por la crisis sociosanitaria como consecuencia de la pandemia por Covid-19 y por la ocupación rusa de Ucrania.