II Festival de Arte Inclusivo Aplaudiendo la Diversidad organizado por Fundación SAMU

Éxito rotundo del II Festival de Arte Inclusivo de Fundación SAMU en La Rinconada

Hay aplausos que suenan más fuerte. No por el número de manos, sino por lo que representan. Aplausos que rasgan silencios, que acompañan, que dicen: “Te veo”. Eso fue lo que ocurrió en el escenario del Centro Cultural de La Villa de La Rinconada, donde Fundación SAMU celebró el 15 de mayo la segunda edición del Festival de Arte Inclusivo Aplaudiendo la Diversidad, una cita convertida ya en altavoz para quienes, demasiadas veces, solo encuentran puertas cerradas. Allí, el arte no solo se mostró, se atrevió, tal como decía el lema de este año.

Organizado por el área de Dependencia e Inclusión Social de Fundación SAMU, con la colaboración de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de La Rinconada, el festival congregó a instituciones, entidades sociales, artistas, escolares y familias en torno a un lenguaje universal: el de la expresión artística como herramienta de transformación social. Con la premisa de que la inclusión no es una concesión, sino un derecho, el festival ofreció un espacio escénico donde la diferencia dejó de ser un límite para convertirse en potencia creativa.

Un festival que se atreve

“Este festival no es solo una celebración del arte, sino un día propicio para forjar nuevas conexiones, compartir ideas y construir puentes hacia una sociedad más justa y empática”. Con estas palabras, la presentadora del festival, Blanca Carabé, abrió el acto, reivindicando el poder del arte inclusivo para “valorar todas las formas de expresión y garantizar que todas las voces sean escuchadas”.

Tras ella, el doctor Carlos Álvarez Leiva, presidente fundador de SAMU, expresó con emoción el sentido profundo de este encuentro: “Es emocionante comprobar hasta dónde podemos llegar haciendo las cosas bien. Hoy es un día para vivir el arte, ese arte inclusivo que arranca de cada persona lo más genuino”.

Mercedes Soriano Martínez, coordinadora del Instituto Andaluz de la Mujer en Sevilla, también subió al escenario para recordar que “eventos como este visibilizan y ponen en valor todo el esfuerzo que durante los 365 días del año debemos realizar por el fomento de la diversidad y la inclusión real”. Subrayó el valor de proyectos como Idilio Escénico, “un faro de inclusión social” que ofrece a personas con discapacidad un espacio donde “explorar, crear y crecer”. Soriano aprovechó su intervención para felicitar a las entidades participantes —Danza Mobile, AFADI, Mujereando y Fundación SAMU—, reconociendo el papel del arte como vehículo de integración, reivindicación y libertad.

Actuaciones que reivindican

La primera actuación corrió a cargo de Danza Mobile, compañía referente en el ámbito de la danza inclusiva. La pieza, titulada Voces y dirigida por María Carballo, estuvo interpretada por Carmen Candelera, Dalia Mediado, Punám Marañón, Teresa Rodríguez Valdero y la propia Carballo. Fue una pieza emocionalmente desgarradora y poderosa. Desde el cuerpo, las intérpretes construyeron un relato colectivo que hablaba del dolor silenciado, de la invisibilización histórica de las mujeres con discapacidad y de la necesidad urgente de acompañarse.

A continuación, subió a escena la compañía AFADI, una entidad sin ánimo de lucro que trabaja para la integración de personas con discapacidad a través del arte. Su propuesta, titulada ¿Ves quién soy?, fue una performance que invitaba a cuestionar las etiquetas que estigmatizan: “Cuando una persona con discapacidad cuenta, se hace un espacio más amplio para que todos podamos ser nosotros mismos”, señaló la presentadora del evento. El grupo transformó las palabras que duelen, como “torpe”, “tonto” o “raro”, en preguntas abiertas al otro. Fue una pieza íntima y valiente, que habló sin alzar la voz, pero con la fuerza de quienes están hartos de no ser mirados.

Uno de los momentos más emotivos de la jornada fue el homenaje que Fundación SAMU rindió a la compañía Mujereando, una formación teatral integrada por mujeres en situación de sinhogarismo. El reconocimiento fue presentado por Rafael Rueda, director del área de Dependencia e Inclusión Social, que destacó que Mujereando ha sido “un espacio de expresión, empoderamiento y dignidad para 63 mujeres, de las cuales 44 han dejado atrás esa situación de calle”. Rueda puso en valor su trayectoria, con más de 100 representaciones y obras como Por qué, Etiquetas o Callejones y estrellas, y agradeció su compromiso con una cultura que no deja a nadie fuera.

Carmen Tamayo, directora del proyecto Mujereando, recogió el galardón con una intervención que conmovió al auditorio: “Cuando comenzamos este camino hace 12 años, teníamos poco más que el cuerpo herido y un escenario vacío. Pero teníamos la certeza de que el teatro podía ser refugio, trinchera, santuario, hogar. Somos mujeres que han sido silenciadas, olvidadas, invisibilizadas… pero aquí estamos. Existimos”. Con voz firme, proclamó que “la cultura no es lo que hacemos en nuestro tiempo libre, sino lo que nos hace libres todo el tiempo”, y que la pobreza cultural es una de las pobrezas más invisibles de quienes viven en la calle. “Este premio nos da alas, aunque a veces caminemos con los pies heridos”, cerró, entre aplausos.

La obra que presentó Mujereando llevaba por título Cuando la ceguera de la sociedad te mutila el alma, lo único que te queda es gritar. Una secuencia de monólogos poéticos entrelazados que nacían de una misma premisa: la invisibilidad. Cada mujer subió al escenario a contar que no quieren ser salvadas, solo vistas.

La jornada cerró con la actuación de Idilio Escénico, la compañía de artes escénicas de Fundación SAMU. Bajo la dirección de Rosa Gata, los participantes —usuarios de la Residencia San Sebastián, la Unidad de Estancia Diurna San Lucas y la Residencia Santa Ana— representaron la pieza Querido Yo, una obra estructurada en tres partes, nacida del programa Encuentros Escénicos.

Fue un viaje emocional a través del cuerpo y la identidad, con escenas que mostraban la liberación de lo no dicho, la conquista de un logro personal y la celebración de la diversidad. “Querido Yo nos recuerda que cada latido cuenta una historia y que en la diferencia también hay unidad”, se explicó en la presentación. Los aplausos, aquí también, fueron largos y sentidos.

Una revolución sensible

“Este festival, de alguna manera, despierta el sentimiento de respeto, bienestar emocional, igualdad y participación. Nos invita a dar un paso más en la sociedad”, pronunció Blanca Carabé en su intervención final. Agradeció al Ayuntamiento de La Rinconada, al Centro Cultural de La Villa y al equipo técnico y humano que hizo posible la jornada. Y, sobre todo, agradeció al público, a la intérprete de lengua de signos y a las entidades participantes. “Sin vuestra asistencia, esto no hubiera sido posible. Aplaudan la igualdad y atrévanse”.

Lo vivido aquel día en La Rinconada fue más que un festival. Fue una declaración de principios. Un recordatorio de que el arte no pertenece a unos pocos. Que no hay cuerpos que sobren en el escenario. Que toda historia importa cuando se cuenta desde la dignidad. Que la cultura, cuando es inclusiva, se convierte en revolución.