No son menas, son niños

Mena: Menores Extranjeros No Acompañados. En su origen sólo fue un acrónimo para referirse a los niños y niñas que llegaban solos a las costas españolas, sin embargo, nunca un término hizo tanto daño a un menor. En los últimos años, muchos sectores de la sociedad han acuñado este acrónimo para referirse a estos niños de manera despectiva. Hablar de menas es una forma de categorizar, ocultando el aspecto más humano de esta condición, una forma de esconder un hecho fundamental: hablamos de niños, niñas y adolescentes que no pudiendo contar con la protección de un adulto o familiar son condenados a la invisibilidad y a la exclusión social.

Según señala Siham Khalifa, directora adjunta del área de Infancia y Familia de Fundación SAMU, “los niños migrantes a los que se intenta criminalizar, muchas veces detrás del término ‘mena’, son menores con historias muy duras y expuestos al desamparo. No dejan de ser niños, niñas y adolescentes que han conseguido llegar vivos y han estado expuestos a riesgos, a exclusión y a una situación que termina con ellos en una red de acogida del sistema de protección de menores como cualquier otro niño nacional y a los que se les debería dar el mismo trato de niño, independientemente del origen. Esa es la base de la protección a la infancia”.

Palma Díaz, directora del área de Infancia y Familia de Fundación SAMU, también ha reflexionado sobre el mal uso del término mena en el podcast ‘No vengo a hablar de racismo’, un proyecto de la asociación Márgenes y Vínculos.

“Me consta que las diferentes administraciones y organizaciones están buscando un nuevo término para referirse a estos menores, pero da igual el acrónimo que se utilice, ya sea mena u otro, al final acabará deshumanizando al colectivo y criminalizándolo”.

Palma Díaz hace también hincapié en la imagen de delincuentes que ciertos sectores venden a la sociedad de estos menores. “Hay discursos políticos que se basan en la idea de que estos menores son delincuentes y un aporte negativo a la sociedad. Esto no es así. No vamos a engañar a nadie. ¿Hay niños y niñas migrantes que pasan por el sistema de protección y que en su mayoría de edad pasan por un centro de internamiento? Claro que los hay. Al igual que hay niños y niñas nacionales que pasan por un centro de internamiento. Estos centros están llenos, y eso es porque hay niños y niñas que delinquen, pero el porcentaje de extranjeros es ínfimo”.

Díaz recuerda que la política migratoria de estos menores ha cambiado radicalmente. “El perfil de menores migrantes se ha diversificado significativamente, observándose un aumento en el flujo migratorio de menores no acompañados provenientes de la región subsahariana. Son muy visibles las características que distinguen a los menores inmigrantes según su lugar de origen. Estas diferencias incluyen las razones por las que migran, como conflictos, persecución o simplemente la búsqueda de mejores oportunidades. Además, las experiencias que viven en su viaje y el contexto familiar y comunitario del que provienen también influyen en sus necesidades de protección, apoyo psicológico y educativo”.

Un ejemplo de esto lo encontramos en los menores de origen marroquí. “Hace más de quince años recibíamos a menores provenientes de familias desestructuradas, que habían pasado grandes periodos viviendo en la calle, delincuentes en su propio país, con un alto consumo de tóxicos, como pegamento, y menores que habían pasado por situaciones de abusos. Estos menores llegaban a las costas españolas escondidos en los bajos de un camión o de polizón en un barco. Hoy, el perfil de los menores que llegan es totalmente distinto, estos chicos vienen de sus casas, con un viaje de alto coste económico y financiado por sus progenitores o familiares cercanos, y se percibe en su manera de comportarse, en su nivel de estudio y en la preocupación de las familias por el bienestar de estos niños”.

Según Díaz, estos niños saben que para encontrar trabajo en España tienen que formarse y vienen con la idea de ayudar a su familia. “Luego ese objetivo cambia porque la realidad es que vivir en Europa es caro y, una vez aquí, se dan cuenta de que para ayudar a su familia tienen que trabajar mucho más de lo que pensaban”.

Al margen de su origen migratorio, la labor de SAMU sigue siendo la misma: proteger, sanar en muchos casos, y preparar a estos y estas jóvenes para la vida en toda su complejidad.