Un hogar y otra oportunidad cuando lo has perdido todo

En su afán y vocación por ayudar a los demás, Fundación SAMU ha puesto en marcha este año un programa dirigido a las personas sin hogar. Se trata de un servicio de inserción social y laboral a través de pisos de baja supervisión destinados a personas sin recursos económicos que tengan capacidad para acceder a un puesto de trabajo que le permita vivir de manera independiente. Este proyecto, que sacó a licitación pública hace unos meses la Junta de Andalucía, cuenta con financiación del Fondo Social Europeo.

El objetivo de esta iniciativa es acompañar a estas personas, la gran mayoría extranjeros de entre 19 y 55 años, en su itinerario de inserción sociolaboral mediante el apoyo en la formación, la realización de prácticas formativas y acuerdos de colaboración con empresas. “El fin principal es que estas personas se enganchen al mercado laboral y que puedan ahorrar mientras permanecen en el servicio con el fin de que, en un periodo de ocho a doce meses, puedan establecerse de manera independiente en una vivienda ajena al servicio”, explica Alba Garrido, coordinadora de este proyecto, que SAMU desarrolla en Cádiz, Sevilla y Córdoba.

En concreto, el proyecto cuenta con 36 pisos, 12 por provincia, y en cada uno de ellos viven tres personas. “Los pisos que actualmente tenemos en Sevilla se sitúan en Sevilla capital y la zona del Aljarafe. En la provincia de Cádiz están en la zona del Campo de Gibraltar, San Fernando, Jerez y Sanlúcar de Barrameda. Y en Córdoba, están concentrados entre Córdoba capital y el municipio de Lucena”, continúa Alba Garrido.

Hassan Djabate y Noumou Coulibaly son dos de los beneficiarios de este programa. Ambos viven en un piso de alquiler en el barrio de La Macarena de Sevilla. Ambos son naturales de Mali y emigraron huyendo de la guerra en su país de origen.

“En mi país, el ejército obliga a los hombres a ser soldados, y yo no quería matar a gente de mi país. Cuando vivía en Mali, mi padre se compró un campo en el norte, cerca de la frontera con Argelia, y ayudaba a mi familia en las tareas del campo y con los animales”, cuenta Noumou Coulibaly, de 22 años.

Hassan Djabate tiene un año más, 23, y, cuando vivía en Mali, se dedicaba a vender oro. “La situación de pobreza y guerra en mi país me hizo darme cuenta de que quería algo mejor”.

Cuando explican su viaje migratorio, ambos coinciden al afirmar que tardaron entre un año y medio y dos años en llegar a España. Ambos llegaron al país saltando ilegalmente la valla de Melilla y los dos acabaron heridos.

“Nunca antes había escuchado hablar de España hasta que llegué a Mauritania. Allí me hablaron de que en España se vivía bien y que, en el peor de los casos, sería deportado de nuevo a Mali”, recuerda el joven Noumou Coulibaly. “Cuando llegué a España estaba muy contento porque por fin había conseguido cumplir mi objetivo, pero lo pasé muy mal porque estaba herido tras saltar la valla de Melilla. Tenía herida la muñeca y no recibí atención médica. Nunca me llevaron al hospital. De hecho, todavía ahora, cuando cargo peso o hago algún esfuerzo, me duele la muñeca. En Melilla viví en la Plaza de Toros. Fue ahí donde conocí a mi amigo Hassan. Luego a los dos nos trasladaron a Sevilla”.

“Estuve tres meses viviendo en la Plaza de Toros de Melilla junto con otras 300 personas. Pero antes estuve viajando dos años hasta llegar a España. Anduve muchísimo y pasé por Argelia y Marruecos, aunque hubo gente buena que me llevaba en camión”, continúa Hassan.

Un lugar donde estar en paz

Cuando le preguntan por qué eligió España como destino, el joven tiene clara su respuesta: “Nadie que huye de la guerra elige en qué país quiere estar, simplemente busca un lugar donde estar en paz. Yo he encontrado la paz en España”.

Ambos jóvenes, que llegaron a Europa hace dos años, han pasado un periodo de sus vidas malviviendo en la calle. En el caso de Hassan, pasó un tiempo durmiendo en un bosque meses antes de cruzar la valla de Melilla. “Fue duro, no sólo por estar sin casa, sino por el peligro que eso conllevaba y por sentirme solo. Apenas hablaba con la gente porque sólo me traía problemas”, cuenta.

Noumou confiesa que sólo ha dormido a la intemperie cuando fue hasta Lleida en busca de trabajo. “Al no encontrar empleo me volví a Sevilla. Fue un momento muy duro pero necesario para buscar un trabajo. Cuando dormía en la calle sentía miedo, apenas podía dormir por las noches”.

Ambos han podido beneficiarse del programa de Fundación SAMU durante cuatro meses, aunque las personas que participan en él pueden estar vinculados al proyecto unos doce meses. Durante su estancia con SAMU, estos chicos han podido ahorrar dinero, encontrar un trabajo y emanciparse.
“Durante este tiempo he aprendido a ahorrar, a hacer una previsión de los gastos que conlleva vivir de manera independiente, gestionar el dinero, a buscar piso, a realizar las tareas de la casa, a realizar trámites de manera telemática…”, cuenta Noumou.

Hassan también recuerda los momentos divertidos: “Todos los momentos en SAMU han sido buenos, pero recuerdo especialmente los guisos que realizaba junto con mi compañero y las risas en la cocina”.

Ambos amigos han vivido juntos esta experiencia y ahora también se han emancipado juntos. “Para mí, Hassan es una persona muy buena. Es como mi hermano, es una persona imprescindible en mi vida”, continúa el joven Hassan, por su parte también tiene palabras de elogio para su amigo: “Para mí, Noumy es una persona muy especial. Es mi familia en España”.

Hassam trabaja actualmente en la empresa Alcotec, especializada en instalaciones integrales y energía solar. Allí lleva diez meses trabajando como técnico de electricidad en diferentes obras por la Península Ibérica, lo que le permite viajar por toda España. Su amigo Noumy también realizó prácticas formativas en esta empresa pero actualmente no tiene trabajo, aunque lo busca de manera activa.

Los jóvenes tienen en mente lograr grandes retos personales y profesionales. Noumy, por ejemplo, quiere encontrar un trabajo estable que le permita continuar su vida en España “con cierta calidad de vida”, y a Hassan le encantaría ir a la Universidad y estudiar Administración y Dirección de Empresa, ya que en un futuro le gustaría tener su propia empresa y poder formar su propia familia.