Carta abierta de Koroma: De Guinea a Guillena

Nací y estudié en Guinea. Allí está toda mi familia. Un día decidí cambiar mi vida y, con solo una mochila, viajé a Argelia para trabajar y ayudar a mi familia. Llegué hasta Mali en autobús y, tras sufrir el maltrato de los rebeldes, me escondí bajo un camión con destino a Argelia. Al llegar, encontré trabajo durante tres meses, pero aquella ciudad no era como yo esperaba. Así que de nuevo cogí mi mochila y crucé la frontera de Marruecos con un solo sueño: poder llegar a España.

En Marruecos trabajé durante un largo tiempo para sobrevivir, bajo el maltrato y las agresiones físicas. Tras sufrir una grave agresión, mi madre y sus hermanos recaudaron todo el dinero posible para que regresara a casa. Yo me negaba a volver. Tenía que seguir mi camino, y este camino me dirigía a España. Me monté en una patera sin mirar atrás y, tras 15 horas de viaje, pude pisar Málaga. Estaba enfermo y cansado, pero tenía algo nuevo en mi corazón: esperanza.

Mi nueva vida empezó viajando a Cádiz. Pasé por La Línea, por Bornos y por Guillena (Sevilla). Ahora vivo en el centro de Fuentequintillo (Sevilla). Por suerte, tengo educadores que me tratan con cariño y me dan esperanza para luchar por una vida mejor. Somos veinte chicos en el centro y nuestra directora me eligió para hacer prácticas en una empresa, lo que ha sido un nuevo aliciente.

Mi vida no es perfecta, pero mis sueños se están empezando a cumplir. Me he formado en mantenimiento de edificios, y he estudiado día y noche español, por lo que ahora se hablar y escribir de forma fluida.

Todas las mañanas, durante dos meses, me he levantado a las seis menos cuarto de la mañana para trabajar de ocho a dos. Mi empresa se dedica a la limpieza, así que he podido aprender a limpiar cristales, mesas, servicios, y a lavar y planchar las cortinas de los centros de mayores de Sevilla y comarca. Mi jefe me trataba con cariño y respeto, bromeaba conmigo y se reía de mis chistes. De él he aprendido muchas cosas, desde la historia de Sevilla hasta la magia de sus calles.

En este momento puedo decir que estoy muy feliz conmigo mismo y muy satisfecho por la oportunidad de poder escribir estas líneas y explicar con mi propia voz cómo ha sido mi vida. Debo agradecerlo a mis educadores y a todo el equipo de SAMU por la educación y la formación que me proporcionan y, sobre todo, a la jefa de unidad de mi centro por el cariño y la confianza que tiene en mí.