ISL Jimena: Preparar el desembarco en la vida adulta

El 3 de noviembre, Amine dio un paso de gigante en dirección a su futuro. Ese día cumplió 18 años y lo hizo como quería: trabajando. Después de formarse en jardinería y mantenimiento, Amine se ha hecho mayor y ha empezado a trabajar con Fundación SAMU en el centro de San Juan de Aznalfarache.

Pocos días antes de su cumpleaños aún no se lo había dicho a su familia, a la que dejó en Beni Melal, en pleno Atlas marroquí. Antonio Rodríguez, una de las personas que mejor le conocen en España, dice que él es así: reservado, prudente, constante. Y Amine lo resume de otro modo: “Yo busco un futuro bueno y ayudar a mi familia. De momento estamos subiendo paso a paso”. Un paso no se da hasta que se completa el anterior.

El suyo es otro caso de éxito en el centro de Inserción Sociolaboral de SAMU en Jimena de la Frontera (Cádiz), localizado en las instalaciones del hostal Los Arcos. El centro cuenta con 22 plazas. SAMU tiene la misión de trazar un itinerario personalizado de inserción para cada uno de los chicos que llega aquí.
Es un trabajo en equipo. Educadores, trabajadores sociales, psicólogos y auxiliares trabajan para que tengan sus papeles en regla, aprendan español y, en definitiva, que al cumplir los 18 años cuenten con todas las herramientas para desenvolverse en la vida adulta. “Sin ellos no sería posible”, resalta Antonio Rodríguez, el director del ISL Jimena de la Frontera.

“Penurias, hambre, sed… y esclavitud”

Cada uno de estos niños llega con una pesada mochila a la espalda. Todos han completado un viaje de cientos de kilómetros por desiertos y países en guerra, con el mar a modo de obstáculo final. “Aquí puedes encontrar de todo. Son chicos que llegan después de meses de viaje, en el que han sufrido penurias, hambre, sed, falta de higiene, malos tratos o, incluso, esclavitud”, cuenta Rodríguez, que ha escuchado de ellos las historias más duras.

Por ejemplo, la de un chico que, junto con sus compañeros de viaje, fue secuestrado por las mafias que pululan por el desierto. “Tiene en su mente la imagen de cómo a sus compañeros les han dado palizas, incluso han matado a gente, porque no hacían lo que les pedían”. Para evitar represalias, el chico se convirtió en una persona dócil y sumisa. “Él sigue con ese pensamiento de que tiene que ser un sirviente para agradar a los demás”.

ISL Jimena

ISL Jimena

 

Meses después, sigue obsesionado con aquello de lo que fue privado. “Para él lo más importante es la comida y después la ropa, porque se ha pasado mucho tiempo desnudo, sin ducharse”. Los psicólogos de SAMU trabajan para que el joven, que cursa 4º de ESO, module una conducta enfocada durante meses a la esclavitud.

Itinerarios personalizados

Aunque todos comparten un pasado duro, cada itinerario se personaliza con mimo. El equipo técnico da instrucciones al equipo educativo para procurar a los chicos las herramientas más adecuadas a sus capacidades y motivaciones.

La tarea comienza con el proceso de legalización de su estancia en España, que puede llevar hasta casi un año. A veces llegan con documentación, pero otras veces no traen ni un solo papel. Por eso, muchos cumplían los 18 sin tener ni siquiera los papeles en regla y la opción de lograr un contrato de trabajo al cumplir la mayoría de edad (complicada de por sí) se desvanecía. “Se pasa bastante mal al ver que a un niño que viene a ganarse la vida y ayudar a su familia le quitan de golpe la posibilidad de hacerlo de manera legal”, lamenta el director, que espera que la reciente reforma legal corrija este grave problema.

En función de sus circunstancias y de su situación documental, se traza para cada uno un itinerario de inserción. En ocasiones serán escolarizados; en otras, realizarán prácticas formativas en empresas de carpintería metálica, electricidad o restauración. Si ninguna de esas opciones es viable (por ejemplo, porque no tengan pasaporte), aprenderán un oficio en la escuela de adultos. Muchos de ellos aprenden un oficio en Cortijo Román, un alojamiento rural en el corazón de Los Alcornocales, o en otras empresas colaboradoras, como La Pequeña África, una reserva animal en Jimena, donde ahora mismo dos chicos realizan sus prácticas.
Aprendiendo a convivir

Entre tanto, deberán aprender a convivir con jóvenes en su misma situación. “Le inculcamos que el centro es su casa y tienen que cuidarla como si fuese suya”, cuenta Rodríguez. Como en cualquier hogar, es imprescindible que haya comunicación, respeto y confianza. “Para ellos la figura de referencia aquí somos nosotros. Al mismo tiempo que tenemos que guardar la figura de autoridad, hacemos de padres, hermanos, psicólogos…”.

Algunos de ellos acaban colaborando con SAMU en situaciones de crisis y trabajando finalmente con la entidad. Este será también el caso de Amine, que cuando tenga su contrato en la mano podrá contarlo a sus padres. Tres años después de jugarse la vida en el mar, ha alcanzado su primer objetivo cuando llegó: trabajar. “Es una buena noticia para mí y para ellos”, dice, todavía tímido, pero sin disimular el orgullo por dado un paso más en dirección a su futuro.

“Yo sé quién soy: Barakissa”

Barakissa Doumbia, natural de Costa de Marfil, ingresó en septiembre en el programa de autonomía Horizontes Sevilla de Fundación SAMU. Es una chica que, a pesar de estar llena de miedos e incertidumbres, poco a poco se abre camino en la sociedad, demostrando que sus ganas de aprender y superarse así misma pueden más que cualquier barrera que se le pueda presentar.

—¿Cuánto tiempo lleva en España? ¿Qué ha aprendido en todo este tiempo?
—Llevo ya casi tres años en España. Cuando llegué, no sabía nada de español y los policías que me interceptaron me daban mucho miedo. Después, entré en un centro de menores y ya estuve más tranquila. En este centro de menores aprendí a hablar español e hice un curso para trabajar de camarera. Ahora que ya soy mayor de edad, estoy recibiendo clases de español para aprender más el idioma, ya que quiero sacarme el título de ESA (Educación Secundaria para Adultos) y quiero trabajar como mis compañeras. Además, estoy aprendiendo cosas de la casa y soy voluntaria en Cruz Roja, donde trabajo con niños.

—¿Qué expectativas tiene ahora que ha cumplido la mayoría de edad?
—Quiero arreglar mis papeles y trabajar para poder irme a Francia con mi hermana menor, pero, hasta que no tenga los papeles en regla, sé que no puedo trabajar y eso me pone triste.

—¿Por qué aún no ha podido arreglar su situación documental?
—En el centro de menores en el que estuve, la educadora habló con mi madre porque necesitaba un papel para saber que soy Barakissa. Yo sé quién soy, Barakissa Doumbia, pero la policía necesita un papel para identificarme. Mi educadora se lo pidió muchas veces, pero mi madre dice que no tiene ningún papel en mi país. Ahora que soy mayor de edad, mi nueva educadora ha hablado de nuevo con mi madre, y sigue diciendo que no tiene ningún documento oficial. Yo no sé si nací en un hospital o en mi casa, pero sí recuerdo haber ido a la escuela. La educadora me ha pedido que le diga a alguien que pregunte en mi país sobre estos papeles, pero yo no confío en nadie.

—¿Cómo le afecta esta situación?
—Me pone muy triste. Yo quiero llevar una vida normal como mis compañeras, pero no sé cómo hacerlo. Sé que me están ayudando para poder arreglar mis papeles de otra manera, pero el no saber qué va a pasar conmigo me pone muy nerviosa. Yo sé que mi madre quiere lo mejor para mí, por eso tengo que obedecerla e irme a Francia, pero sé que sin papeles no puedo. Tampoco entiendo por qué no quiere mandar mis papeles. Se lo he pedido muchas veces y no quiere. Confío en que mi educadora pueda ayudarme.

Conclusión del autor

Como se puede observar, Barakissa Doumbia padece desde su llegada a España una situación de frustración constante. El hecho de embarcarse en un viaje, el temor del mismo, el no saber a dónde va ni qué se va a encontrar cuando llegue, el adaptarse a una nueva vida compartida en un centro de menores, los cambios al haber cumplido su mayoría de edad… Todo esto requiere un procedimiento que los jóvenes llevan a cabo con la ayuda de los profesionales que conformamos esta gran familia que es SAMU para que estos chicos sientan que su esfuerzo ha merecido la pena. El objetivo principal de los recursos de mayoría de edad es que estos jóvenes alcancen la autonomía plena, abandonen este recurso y otros similares dedicados a jóvenes extutelados con un puesto de trabajo, con la documentación en regla, con habilidades adquiridas y con la capacidad de emanciparse.

El caso de Barakissa Doumbia se está alargando en el tiempo debido a los continuos baches encontrados en el camino y que arrastra desde que era menor de edad. A pesar de las dificultades y controversias, la joven no pierde la esperanza de que su situación irregular pueda cambiar. Barakissa se involucra con el equipo ante las alternativas que se le plantean para conseguir la documentación necesaria y estamos seguros de que, con su entrega y ganas de progresar, conseguirá superar todos estos obstáculos.

 

CELIA LÓPEZ GONZÁLEZ. Técnico responsable del programa Horizontes Sevilla

Mamadou Jawara: un ejemplo de lo que es posible

Son muchas las diferentes historias de vida que han pasado por el centro ISL Alcalá (Alcalá de Guadaíra, Sevilla), pero la mayoría de ellas se cruzan en un mismo deseo: el de ayudar a la familia. Es sabido que la inmigración en España se mueve principalmente por el deseo de encontrar un futuro mejor, pero no siempre buscando el progreso vital como objetivo único, pues éstos menores vienen acompañados de la necesidad de mantener a las familias que han dejado atrás en sus países de origen. Jóvenes de entre 15 y 18 años que se ven obligados a asumir la responsabilidad de que sus hermanos pequeños puedan comer. Hablamos de una realidad antinatural, de niños que no pueden serlo.

Muchos de los relatos que nos ocupan cuentan cómo estos chicos abandonan sus estudios o ni siquiera los inician para empezar a pensar como “padres de familia”. Algunos deben paralizar su formación educativa cuando los padres se van de sus casas, desentendiéndose del cuidado de sus hijos. Es entonces cuando las madres no son capaces de conseguir un sustento familiar suficiente y los niños adquieren un rol equivocado. Buscan trabajos en el campo, la construcción, fontanería, tapicería o peluquería. Al final, se convierten en niños que, por supervivencia, han aprendido a desempeñar todo tipo de profesiones al coste de sacrificar su infancia.

Desde Fundación SAMU, en el centro de Inserción Sociolaboral de Alcalá de Guadaíra, caminamos junto a estos menores extranjeros no acompañados, ayudándolos a lograr sus metas.

Su formación educativa y/o laboral se nos presenta como reto principal en el trabajo que realizamos con ellos. La tarea no es sencilla; dificultades con el idioma, una nueva cultura que arrastra costumbres completamente desconocidas para ellos y en muchos casos contrapuestas a todo lo que han aprendido como “lo correcto”. Nuestros chicos deben hacer un gran esfuerzo de construcción para integrarse en nuestra sociedad, la cual no siempre les acepta, señalándoles como intrusos no merecedores de oportunidades.

En el equipo educativo de ISL Alcalá creemos en la meritocracia como motor de motivación. Y aunque la realidad pueda presentar circunstancias que escapen de nuestro control, consideramos este concepto como el pilar imprescindible desde el que deben trabajar los menores.

Mamadou Jawara es un claro ejemplo de perseverancia y sacrificio. Procedente de Mali, con 17 años llegó a España sin saber leer ni escribir. Un chico que dedicó su infancia a trabajar en el campo con su padre, anulando toda formación educativa debido a las necesidades familiares. Desde su llegada a nuestro centro de Alcalá ha demostrado tener claro su objetivo. Su interés por la cocina lo llevó a realizar una formación reglada. Tras adquirir unos conocimientos básicos culinarios, al mismo tiempo que aprendía nuestra lengua, inició sus prácticas como ayudante de cocina en El Paladar, un comercio dedicado a la venta de comidas caseras tradicionales. Sus dos meses de prácticas se le hicieron cortos al empresario que lo dirigía. En poco tiempo se integró con sus compañeros de trabajo y demostró su implicación laboral. La empresa nos expuso su interés por contratar a Mamadou, pero la situación documental del menor no se encontraba acabada para poder aceptar la oferta. Así pues, realizó unas segundas prácticas como auxiliar de lacados y barnizados, hasta conseguir completar toda burocracia.

Hace menos de dos meses que nuestro chico de Mali volvió con unas nuevas prácticas a El Paladar y para nuestra familia de ISL Alcalá es un verdadero orgullo poder decir que Jawara ha conseguido su primer contrato de trabajo en España, que está firmando en la fotografía que ilustra este reportaje. El menor está repleto de felicidad por haber conseguido su propósito y poder continuar ayudando a su familia. Su historia se ha convertido en una satisfacción enorme para nuestro equipo de profesionales y en un referente para el resto de menores de nuestro centro y de otros recursos de Fundación SAMU.

 

MARÍA ARCAS APARICIO.
Educadora de ISL Alcalá

Bajo el amparo de Fuentequintillo

Fundación SAMU abrió en julio de 2021 su primer centro especializado en la atención de niños con discapacidad física y/o intelectual que provienen del Sistema de Protección de Menores de la Junta de Andalucía. Se trata de siete menores de entre 5 y 16 años que han encontrado en el Centro de Fuentequintillo, en Montequinto (Dos Hermanas, Sevilla), un nuevo hogar, y en el equipo de profesionales de SAMU, una gran familia que los quiere, cuida, protege.

El centro de Fuentequintillo abrió por primera vez sus puertas en febrero de 2019 con el objetivo de acoger a menores inmigrantes, primero a chicos y, más tarde, a un grupo de chicas que procedían del recurso de SAMU en Melilla. Cuando éstas fueron trasladadas a Madrid, las instalaciones de Fuentequintillo quedaron vacías y SAMU optó a un concurso de la Junta de Andalucía para acoger a menores con discapacidad, todos ellos de nacionalidad española, según explica Alejandro Cala, director de Zona Andalucía Centro.

El primer niño con discapacidad llegó al centro el 30 de junio de 2021 procedente del Instituto Doctor Sacristán, un centro residencial para usuarios gravemente afectados ubicado en Sevilla. Al día siguiente, llegaron el resto de sus compañeros, todos ellos procedentes de Ciudad San Juan de Dios, en Alcalá de Guadaíra (Sevilla).

“El centro cuenta con ocho plazas, pero actualmente hay siete menores”, comenta María Casado, psicóloga del Centro Fuentequintillo. El perfil de los menores es bastante variado. El más pequeño tiene 5 años y el mayor, 16, aunque la mayoría se encuentra en plena adolescencia, entre los 12 y 14 años. “Son niños muy especiales. Algunos, además de su discapacidad, tienen un autismo muy severo, hasta el punto de que no hablan. También hay algunos menores con el Síndrome de Asperger, parálisis cerebral o con enfermedades raras, como el Síndrome de Smith-Magenis o el Síndrome de Cornelia de Lange. En estos dos últimos casos, se trata, además, de niños muy impulsivos e hiperactivos, según explica María Casado. Otros, por ejemplo, a su discapacidad se suman problemas de conducta. “Todos ellos son niños que proceden de familias conflictivas o desestructuradas y que se encuentran bajo el amparo del Sistema de Protección de la Junta de Andalucía”.

El primer reto para estos chicos en Fuentequintillo fue adaptarse al centro y al nuevo equipo de SAMU. En este recurso trabajan 13 personas bajo la dirección de Javier Espejo García, pero durante las primeras semanas, el equipo de Fuentequintillo fue reforzado con profesionales de otros recursos de SAMU especializados en la atención de menores. “Para estos chicos, los cambios son muy difíciles y les cuesta adaptarse. Requieren unas necesidades concretas y de un esfuerzo extra por ambas partes. El primer mes fue un poco ensayo-error. No nos conocían, éramos personas extrañas para ellos y se mostraban muy nerviosos. Algunos estaban cohibidos, lo que nos impedía saber cómo eran realmente y cómo se portaban. Pero, tras los primeros días, todo ha ido bastante bien y estamos muy orgullosos de lo bien que se han adaptado. Los niños nos conocen y están contentos, aunque es cierto que tienen muchas subidas y bajadas, algo normal dadas sus características y situación”.

Tras el verano y con la llegada del nuevo curso escolar, estos menores vivieron un nuevo proceso de adaptación y cambio de rutina, con algunas modificaciones en los horarios y actividades. Durante el verano, cuando llegaron, las mañanas se dedicaban a talleres terapéuticos y educativos donde se reforzaban las actividades propias del colegio (según el nivel de cada menor), los hábitos saludables, se trabajaban las emociones (generalmente, su identificación), las habilidades sociales, la imaginación, la creatividad y el vocabulario. Los sábados, la estrella era un taller de cocina, muy demandado por parte de los chicos, mientras que los domingos se realizaban salidas y excursiones programadas y una asamblea semanal donde los menores ponían en común sus inquietudes y se solucionaban los problemas que hubieran tenido durante la semana. A esta planificación de actividades no faltaba tampoco los chapuzones en la piscina y las actividades deportivas y al aire libre. Todas estas actividades se vieron modificadas con el inicio de las clases, pero se han seguido desarrollando en su gran mayoría, con otros horarios.

“Aquí no hay dos niños iguales, por lo que todas las actividades están plenamente adaptadas al nivel de cada uno y a su grado de dependencia”, explica la psicóloga María Casado, que, semanalmente, tiene dos sesiones individuales y personalizadas con cada uno de los niños para trabajar objetivos terapéuticos concretos. “Según el niño, trabajo con ellos habilidades sociales, estimulación sensorial, la dislexia… Cada niño tiene su propio plan. Recientemente, vimos necesario tener una charla sobre sexualidad con uno de los adolescentes del centro y, en otro caso, fue necesario reforzar los esfuerzos para la adaptación de la vuelta a las clases. Nos adaptamos a las necesidades de cada niño de forma individual y personalizada”.

Casado admite que, profesionalmente, Fuentequintillo, ha sido un reto. “Venía de trabajar un año en la clínica SAMU Wellness, con usuarios de perfiles completamente diferentes. Anteriormente y fuera de SAMU, sí había trabajado con niños con dificultades de aprendizaje y dentro del espectro autista, pero no con el grado de severidad que tenemos aquí. Yo soy neuropsicóloga, por lo que he trabajado mucho con anterioridad las alteraciones de conducta y los problemas de aprendizaje. Pero es cierto que en Fuentequintillo se juntan muchas cosas. Estamos ante niños con una discapacidad, dificultad de aprendizaje y en situación de desamparo. Esto sí es nuevo para mí”, reconoce la psicóloga del centro. “Para mí ha sido todo un reto, pero estoy encantada porque el trabajo que realizamos con estos niños es muy gratificante. Ves en sus caras cuando algo les gusta, y cuando logras comunicarte con ellos es muy gratificante e ilusionante, te sientes realizado”.

En el poco tiempo que estos menores llevan en Montequinto, Casado admite apreciar una pequeña evolución en ellos, aunque es consciente de que en algunos casos el margen de mejora es muy relativo. “Uno de estos niños está en cuidados paliativos, por lo que nuestro único afán es que no empeore y que esté bien estimulado, bien atendido. Tenemos casos muy complicados, por ejemplo, el caso del menor con el síndrome de Cornelia de Lange (un trastorno del desarrollo hereditario que se caracteriza, sobre todo, por un fenotipo facial distintivo, anomalías en extremidades superiores y retraso del crecimiento y psicomotor). Aunque trabajamos mucho con él el tema de la fonética, es un niño de 5 años que todavía no habla”.

La psicóloga también destaca el caso de un menor con 16 años con autismo severo y que no es capaz de comunicarse plenamente. “No damos ningún caso por perdido ni mucho menos, pero somos consciente de que su evolución es lenta y que el margen de mejora de muchos ellos es relativo. Nuestro objetivo principal es que aprendamos a comunicarnos con ellos y que ellos logren transmitirnos sus ideas y pensamientos. La comunicación es clave en su desarrollo. Si un niño no sabe o no es capaz de hablar y de comunicarse, todo es más difícil”.

Como se ha mencionado anteriormente, a la situación de estos menores se suma el hecho de que pertenecen al Sistema de Protección de Menores de la Junta de Andalucía y que no viven con sus familias, aunque sí tienen contacto con ellas.

“Desde Fundación SAMU hacemos un gran esfuerzo para que los niños conserven el contacto con sus familiares, siempre y cuando la Junta lo autorice. Hay niños con padres en la cárcel. Nosotros intentamos proteger al menor de una realidad tan dura. Ellos no son conscientes de que su madre o su padre está en prisión, pero intentamos facilitarle la llamada y que haya una comunicación entre ambas partes. De hecho, desde el primer día, se intentó continuar con el régimen de visitas que tenían programados en sus centros anteriores. Eso sí, todas las visitas son supervisadas por algún profesional del centro. Actualmente, estamos estudiando los casos uno por uno para comprobar si algunas de estas visitas podrían ser aptas para realizarse sin supervisión, siempre que la Junta lo autorice”. El equipo de profesionales de Fuentequintillo, junto a los responsables de la Junta de Andalucía, también trabaja con familias colaboradoras para que estos niños cuenten con un apoyo social fuera del centro.

Programa Autonomía Horizontes Andalucía

En enero de 2021, Fundación SAMU iniciaba la gestión del Programa de Autonomía Horizontes, un programa de alta intensidad para la adquisición de competencias sociolaborales necesarias para la plena emancipación y la transición a la vida adulta, con cargo al 0,7 % IRPF.

El proyecto de mayoría de edad, de la mano del Área de Infancia y Familia de Fundación SAMU, nació de la ilusión y el convencimiento de que se pueden cambiar los destinos.

Por nuestro proyecto han pasado cerca de 30 personas, de historias de vida, de sueños y proyectos. Para muchos de ellos y ellas, el Programa Horizontes ha sido un refugio en el que ponerse a salvo, una estación de parada que conduce a sus destinos.

Nuestro viaje parte de diferentes puntos de la autonomía andaluza. Desde Granada, hasta Algeciras, pasando por Málaga Córdoba y Sevilla.

La búsqueda de mejores oportunidades y la construcción de un proyecto de vida son las razones principales por las cuales las niñas, los niños y los adolescentes migran. La historia de tránsito de la mayoría, hasta llegar a nuestra estación, ha estado marcada por altos niveles de vulnerabilidad y fragilidad emocional, que en ocasiones han resuelto con una madurez precoz.

Los proyectos migratorios traen consigo una mezcla de sentimientos, en ocasiones, contradictorios, como la esperanza y el miedo al fracaso. Quienes emigran han construido imaginarios sobre las posibilidades laborales y de evolución personal de acuerdo con sus motivaciones y expectativas particulares. El envío de remesas a su familia en el país de origen es una de las expectativas principales. No obstante, si después de un tiempo no logran cumplir este objetivo, interpretan que ha fracasado el proyecto migratorio.

Pero el impacto es mayor al tomar en cuenta que nuestros jóvenes llevan consigo las consecuencias de su historia migratoria, donde han experimentado tristeza, incertidumbre, frustración, aislamiento y sentimiento de fracaso, entre otros.

El impacto en la identidad

Desde la óptica de la interculturalidad, ninguna persona que migra está exenta de experimentar un impacto en su identidad. Los procesos de relación e intercambio entre las personas de diversas culturas pueden ser enriquecedores, pero también afectar de manera profunda cuando se enfrenta la desigualdad y la discriminación.

Para conseguir la transición a la vida adulta de las personas beneficiarias, en condiciones de seguridad e igualdad, el Programa de Autonomía Horizontes ha desarrollado una estrategia de atención integral desde múltiples enfoques. Desde un enfoque psicosocial, se han comprendido los comportamientos, emociones y pensamientos de las personas beneficiarias en el contexto social y cultural en el que se han desarrollado, salvaguardando por encima de todo los derechos humanos, fomentando que desarrollen sus potencialidades y hagan uso pleno de sus derechos ciudadanos.

Desde el enfoque de género, considerando el género una construcción social y cultural que responde a una organización social del poder, que ubica a las mujeres y lo femenino en subordinación frente a los hombres y lo masculino, desarrollando nuestro programa desde una perspectiva que ha permitido entender las necesidades específicas de mujeres (y hombres,) y los efectos diferenciales de cada situación en ellas y ellos.

El enfoque diferencial e intercultural, ha permitido apreciar y valorar las múltiples diferencias, no solo desde la identidad de género, sino también desde la orientación sexual, las condiciones de clase, la espiritualidad, la religión, los hábitos y las costumbres, la etnia y la nacionalidad. Entendemos que frente a la diversidad no existe una única forma de atención, sino que cualquier intervención debe realizarse a partir de las particularidades y necesidades de cada persona, prevaleciendo la coexistencia de las diversidades con el enriquecimiento mutuo que deriva de esta interacción.

Nuestro enfoque de participación ha involucrado a las personas beneficiarias en la toma de decisiones durante todo el proceso de la atención, en todas las etapas y niveles, brindando la formación e información necesaria que les ha ayudado a comprender la situación en la que se encuentran y activar el plan de acción, de manera conjunta, para alcanzar sus objetivos.

Conscientes de que la atención psicosocial de las personas en situación de vulnerabilidad involucra un entramado de instituciones sociales; sanitarias, judicial, social, policial, educativo e informativo, entre otros, sin duda, hemos articulado una adecuada coordinación entre dichas instituciones y el Programa Autonomía Horizontes.

En todas las acciones llevadas a cabo para la construcción de los proyectos de vida de las personas beneficiarias, se ha visualizado previamente los efectos de las intervenciones a corto, mediano y largo plazo en la vida de cada persona a quien se le brinda apoyo. Vigilantes siempre, revisando y analizando críticamente el impacto de las acciones que se desarrollan en la vida de nuestros jóvenes, siempre hemos sido conscientes que, las intervenciones que funcionan en un contexto no necesariamente son las más adecuadas en otro, por lo que para nuestro programa siempre ha primado el enfoque de la acción sin daño.

Los logros alcanzados este primer año han sido fruto del esfuerzo de las numerosas personas implicadas en el desarrollo de este proyecto, jóvenes y equipo orientador que, con su atención y acompañamiento han creado un espacio de seguridad para el desarrollo integral de todas las personas atendidas en el Programa de Autonomía Horizontes. Terminando un año y emocionadas con la llegada del siguiente.

Por Siham Khalifa El Abdi. Coordinadora Programas de Mayoría de Edad Andalucía

Equipo SAMU: inclusión a través del deporte

Desde el centro ISL SAMU Arcos apostamos por una inserción social y laboral real, y, por ello, realizamos un gran trabajo para que nuestros menores participen en la mayor parte de actividades deportivas y culturales de la localidad. El objetivo principal de la participación en estas actividades es la inclusión de nuestros menores en la vida social a través del deporte.

Nuestro centro acoge a menores inmigrantes, en edades adolescentes y en riesgo de exclusión social. A pesar de las dificultades y obstáculos, nuestros jóvenes disfrutan mucho del deporte y encuentran en él una magnifica herramienta para superar sus miedos, expresar sus sentimientos y emociones. Es una actividad que les reconforta mucho.

El deporte moviliza emociones y sentimientos, pero, sobre todo, puede influir en las actitudes y comportamientos de las personas a través de los valores que transmite: esfuerzo, superación, perseverancia, igualdad, respeto, deportividad, solidaridad y compañerismo, éxito personal y colectivo, entre otros muchos, que son tan importantes trabajar con este colectivo. Creemos que la mejor manera de conseguir la integración de nuestros menores es trabajando de forma activa en las actividades de ocio que ofrecen los diferentes organismos, y de forma especial en las actividades deportivas que tanto les gusta. Gracias a su trabajo, esfuerzo y trabajo en equipo, se sienten partícipes e importantes por su labor colaborativa.

Nuestros jóvenes ya han participado en varias actividades deportivas que han tenido lugar en el municipio acompañados por los educadores, siendo voluntarios en las organizaciones de éstas.

Estas colaboraciones les han colmado de sentimientos de utilidad y orgullo, ya que han formado parte de actividades muy reconocidas a nivel deportivo y social. Al mismo tiempo han servido para abrir puertas, consiguiendo otras oportunidades en otras actividades culturales realizadas en el pueblo.

Entre las actividades realizadas destacamos la participación de nuestros menores en eventos deportivos de gran importancia como el “XII Triatlón Cros Sprint Arcos, Tierra que inspira”, que tuvo lugar en el Centro de Actividades Acuáticas del lago de Arcos de la Frontera (Cádiz). Fue una prueba con una alta participación de corredores, donde destacaron el buen nivel competitivo y una sobresaliente organización. Nuestros menores fueron partícipes de ello, haciendo un gran trabajo en uno de los puntos de avituallamiento de la travesía.

Los chicos también participaron en el “III Trail Urbano Ciudad de Arcos”, organizado por el Club De Atletismo Ciudad de Arcos, una prueba de 17 kilómetros de recorrido de ensueño por todos los rincones de nuestra localidad, dónde los menores estuvieron colaborando en diferentes puntos del casco histórico señalando y ayudando a los participantes.

Gracias a su buen trabajo y dedicación, el “Equipo SAMU”, es así como se les conoce al grupo de menores de nuestro recurso, han logrado el reconocimiento de toda la sociedad en estos eventos deportivos y son considerados para su participación en próximas actividades que se realizaran en el pueblo por las distintas organizaciones, clubes y asociaciones municipales y deportivas.

En definitiva, estas acciones serán recompensadas en un futuro a nivel personal y profesional.

“Si vas paso a paso y con confianza, puedes llegar lejos”, Diego Armando Maradona.

Por ISL SAMU Arcos

ISL SAMU Huelva: Psicología diversa para la integración social

Desde pequeña siempre defendí la igualdad y la inclusión de todas las personas. Eso me llevó a comenzar la carrera de Psicología, para poder poner mi granito de arena y reducir las desigualdades de la sociedad. Cuando comencé mi andadura en la psicología, muchos profesores me decían: “eres más social que psicóloga”. Y es cierto. En definitiva, me considero una luchadora por y para inculcar la igualdad de todas las personas. Lo que nunca imaginé es que la vida me iba a dar la oportunidad de trabajar en ISL SAMU Huelva para poder luchar por ese objetivo.

La psicología me ha enseñado a analizar y comprender todo tipo de personalidades, analizando siempre el contexto e implicando todos mis conocimientos para ayudar a la integración global e integral de las personas. Cuando comencé esta aventura, tengo que reconocer que la emoción e ilusión llenaban todo mi ser.Posteriormente, he ido afianzando todos los conocimientos que mi formación académica me había dado. Poder llevar a la práctica todos mis sueños e ilusiones que tuve durante mi formación es uno de los sentimientos más emocionantes que he vivido en esta experiencia. Poco a poco he ido definiendo objetivos y expectativas con los menores.

Tengo que reconocer que todos los días llego al centro con ganas de aprender y aprender y de seguir formándome como psicóloga social. Para mí, cada día es una gran aventura. Y es que no hay dos días iguales y todos vuelvo a casa con una lección aprendida.

Mi mayor objetivo como auxiliar técnica educativa es acompañar a todos los menores en su recorrido migratorio. Siempre tiendo a recurrir a mis conocimientos en psicológica y eso me hace intervenir con esa perspectiva; aun así, busco que sientan ese apoyo, compresión y que siempre encuentren a alguien con quien poder hablar y confiar sus inquietudes. Pongo todas mis ganas para poder ayudar a todos los menores a conseguir sus objetivos.

Sin embargo, a pesar de todo, hay veces en las que la frustración también se apodera de mí. Me he dado cuenta de que a pesar de todo lo estudiado, la metodología a seguir se podría describir como de “ensayo y error”. He aprendido que no existe una única Psicología, sino que es necesario que aplique una psicología diversa y que se adapte a las necesidades de cada menor.

Sin lugar a dudas, lo más valioso que me llevo día tras día de este camino es el crecimiento personal que estoy obteniendo y además de eso, toda la perspectiva intercultural que estoy construyendo en mi personalidad. Lo que no saben los chicos es que son ellos los que me acompañan y me dan lecciones de vida. En definitiva, los menores a los que guío y acompaño en esta travesía me han enseñado más en cuatro meses de la psicología que todo lo que he podido estudiar. Son ellos, y todos los compañeros que forman parte de este equipo, los que están haciendo de mí una nueva persona.

Por Esperanza Quintero Cruzado. Auxiliar Técnica Educativo ISL SAMU Huelva

Grandes talentos, grandes personas en ISL El Castillejo

Lo recuerdo como si fuera ayer mismo. Monkam Emaley Mozard, fue uno de aquellos chicos que en mayo de 2021 llegaron al centro ISL El Castillejo, localidad del Bosque (Cádiz), con una maleta cargada de anhelos, deseos e ilusiones de tener una vida y un futuro mejor, no sin antes haber pasado por un largo y duro camino saliendo de Camerún y cruzando Nigeria, Niger, Benin, Burkina Fasso, Mali, Argelia, Marruecos y finalmente Algeciras y llegada a ISL El Castillejo.

Frente a él, mirada fija, semblante serio, de pocas palabras, reservado y tímido. Fuerte, corpulento y con cara de pocos amigos. Esa fue mi primera impresión. Sin duda estaba equivocado en mi primera impronta. Poco a poco, con una mejor adaptación, mejor aprendizaje de nuestro idioma y una mejor inclusión en los ritmos y estilos de vida de nuestra cultura española y europea hemos descubierto que nada tiene que ver aquella imagen con la que ahora muestra.

Día a día hemos podido comprobar cómo ha mejorado respecto a sus capacidades cognitivas y habilidades sociales; Hasta tal punto que hace unos días, Monkam, nos ha mostrado su lado más sensible y creativo, con cualidades hasta el momento desconocidas en el manejo de la pintura sobre lienzo de figuras, formas y paisajes.

Ahora sus horas de ocio son más entretenidas y enriquecedoras. Aprovecha ese tiempo para dibujar y expresar en el lienzo todos sus anhelos, sus dudas, sus miedos, temores, alegrías, todo ello vivido como un intenso y continuado aprendizaje que sin duda seguro le ayuda diariamente ante la situación de encontrarse lejos de su casa, su país y de sus seres más queridos, a formarse y desarrollarse como persona y como no a redecorar y darle luz al recurso colocando su arte en espacios comunes y habitaciones de los menores.

Hoy ponemos como ejemplo a Monkan Emaley Mozard pero dentro de nuestra familia SAMU seguro que hay muchos como él, solo tenemos que ayudarles a indagar un poco dentro de sí y que crean en sus capacidades, en sus metas, en sus objetivos y concienciarles que no solo por tener talento se triunfa en la vida, más bien con esfuerzo, sacrificio y mucha voluntad se consigue todo.

Por Mariano Garrido Fernández. Equipo educativo ISL Castillejo 

Gran Recogida de Alimentos: Ya es tradición

Ante la emergencia alimentaria, Fundación SAMU vuelve a colaborar por tercer año consecutivo con el Banco de Alimentos de Sevilla con el fin de ayudar a las familias más necesitadas y en situación de vulnerabilidad, muchas de las cuales han visto empeorar su situación como consecuencia de la pandemia generada por el Covid -19.

Los Bancos de Alimentos son entidades sin ánimo de lucro, apolíticas y aconfesionales que trabajan para combatir el hambre, la pobreza y el desperdicio de alimentos a través de su aprovechamiento y reparto entre las personas que así lo necesitan. Para este fin, el Banco de Alimentos de Sevilla hizo una labor de sensibilización a los menores de nuestra Fundación, impartiendo una charla sobre esta temática que resultó muy interesante. Varios responsables de la organización visitaron diferentes centros de menores gestionados por Fundación SAMU, entre ellos, el centro de Polanco, ISL Alcalá de Guadaíra y el ARB Miguel de Mañara.

Tal como explican desde el centro de menores de Polanco, ubicado en Sevilla capital, el responsable del Banco de Alimento realizó una descripción general de la fundación, de sus objetivos y de sus diferentes acciones encaminadas a mejorar la salud nutritiva de las personas más necesitadas.

Los chicos mostraron mucho interés durante la exposición y participaron en un interesante debate en el que surgieron diversas opiniones sobre las causas y las posibles soluciones para minimizar el estado de necesidad económica que, por desgracia, sufren muchas personas.

Antes de concluir, el responsable del Banco de Alimentos de Sevilla invitó a los menores a participar en la Gran Recogida de Alimentos que se celebró el 20 de noviembre.

La Gran Recogida de Alimentos supone la actividad más importante de todas las acciones de captación de los Bancos de Alimentos a lo largo de todo el año. Y este 2021, al igual que el año pasado, todos los centros de Fundación SAMU han colaborado en esta iniciativa, adaptándose a las medidas preventivas de la pandemia actual.

Así, en todos los centros y recursos de SAMU se han colocado estos días una hucha para promover la recaudación económica. La participación del personal y los usuarios de SAMU ha sido significativa, reflejando el compromiso que la Fundación sostiene con la sociedad y, en especial, con los colectivos vulnerables. Destaca la creatividad de algunos centros para poder recaudar lo máximo posible. Los usuarios de la Residencia San Sebastián, en Cantillana, por ejemplo, han elaborado pulseras de colores donde han inscrito valores como amistad, inclusión, amor… Este esfuerzo será recompensado por el Área de Sostenibilidad.

Seguimos avanzado por un mundo mejor, aportando nuestro pequeño granito de arena.

Por Rocío Álvarez. Directora del área de Sostenibilidad de SAMU

Actuación de SAMU en Ceuta: Las voces de Piniers

Los menores han sido la carne de cañón de la mayor crisis migratoria que ha sufrido Ceuta en las últimas décadas, los mayores damnificados del enésimo choque diplomático entre España y Marruecos. De las más de 12.000 personas que irrumpieron en la ciudad entre el 17 y el 18 de mayo, al menos 1.500 (aunque pudieron ser muchos más) eran niños y niñas. Todos se lanzaron a la frontera como en una marcha festiva cuando el rumor de que en Ceuta daban papeles para cruzar a la Península ardió como la pólvora en las calles de Marruecos y en esas otras calles concurridas que son redes sociales. Pero cayeron en una trampa y quedaron bloqueados en tierra de nadie, acogidos en una ciudad desconcertada y en situación de caos. ¿Qué ha sido de esos niños?

El equipo de SAMU, con más de 250 compañeros en Ceuta, tiene respuestas a esa pregunta. La entidad estuvo en primera línea de esta crisis “casi desde el primer minuto”, recuerda Francisco Javier Olier, uno de los pioneros de este dispositivo. El exdirector del centro de Inserción Sociolaboral (ISL) El Castillejo, en el pueblo gaditano de El Bosque, llegó a Ceuta junto a cinco compañeros en misión humanitaria a las ocho y media de la tarde del 19 de mayo con el objetivo de ayudar a los equipos de Cruz Roja. “Al bajar del barco, nos hicimos cargo del centro de Piniers I, con 250 niños. Dos días más tarde, sumamos Santa Amalia, con otros 250 menores. A los tres días, abrimos un tercer centro en el Tarajal para 280 menores. Además, en plena crisis de Covid, con muchos de ellos positivos o en aislamiento. Una locura”, relata Olier.

En el pico de la crisis migratoria, SAMU llegó a atender a 940 niños en tres recursos: Piniers, El Tarajal y Santa Amelia. “Que cómo se gestiona eso… Pues con muchos dolores de cabeza. Fuimos creando equipos con personal de aquí que ya tenía experiencia y con un apoyo impresionante de la central de Sevilla y del gabinete de crisis, analizando constantemente cómo mejorar. Para mí fue fundamental. El apoyo logístico de Sevilla marcó la diferencia”, reconoce.

Han transcurrido seis meses de aquellos días en los que Europa tomaba el café con la imagen de la valla de Ceuta en los informativos y la situación no es la misma, pero sigue siendo insostenible. SAMU sigue al frente de la gestión del centro de menores de La Esperanza y, sobre todo, del complejo de Piniers, con alrededor de 350 menores bajo su responsabilidad, aunque la cifra varía cada día. Los que faltan han vuelto a su país, han cruzado el Estrecho o están durmiendo al raso en las calles de Ceuta.

Piniers, el lugar elegido para alojar a estos niños y adolescentes, se extiende en una árida explanada junto a la prisión de Mendizábal y el recinto de una empresa de maquinaria industrial, cerca de la barriada del Príncipe Alfonso, la mítica El Príncipe, y con vistas al mar en el horizonte. Allí se suceden Piniers I, II, III y IV, cada uno con sus instalaciones: carpas que hacen las veces de comedores; casetas prefabricadas que cumplen el papel de dormitorios; iglús o habitaciones de obra, en Piniers III, “la joya de la corona”, señala Bilal Amar, de 32 años, Auxiliar Técnico Educativo de SAMU, que hace las veces de guía por los distintos recintos.

En Piniers no hay lujos. Sí hay condiciones dignas para que estos chicos puedan vivir en la situación de provisionalidad por la que atraviesan. Cama. Comida. Higiene. Educación. Protección. Cuidado. Ellos muestran orgullosos sus habitaciones, que decoran con alguna bandera, algún póster, alguna manualidad o pequeño mueble fabricado in situ, “algo que han conseguido o que han comprado en sus salidas”, explica Bilal Amar, al que todos saludan durante su recorrido, pues es parte de esta particular familia.

Los chicos se levantan a las 8:30. Recogen su habitación. Se asean. Desayunan. Limpian el centro y las zonas comunes. A las 11:00, empiezan sus actividades: deportes, manualidades o cursos. Y así transcurre la mañana, hasta las 13:30, cuando se preparan para almorzar a las 14:00.

La tarde es tiempo de formación. La educadora social Marta Ojeda, de 30 años, que es la coordinadora de todos los centros de SAMU en Ceuta, explica que la escolarización ha dado “un impulso” a los chicos. 143 de ellos, los menores de 16 años, se han incorporado a centros educativos de Ceuta que han habilitado turnos extra por las tardes para que estos menores puedan recibir su enseñanza obligatoria. “Cuando escuchan que pueden ir a la escuela están encantados. Les gusta muchísimo. Ellos quieren formarse. Saben que es un paso adelante hacia su futuro”, apunta la canaria.

Para los mayores de 16, fuera del proceso de educación obligatoria, es más complicado. Se habilitan formaciones en recursos diversos de instituciones como Cruz Roja. “Es difícil para ellos, a veces piensan que están perdiendo el tiempo”, explica Ojeda.

En una explanada de Piniers I avanza la construcción de varias aulas, a cargo del Ministerio de Educación, que se destinarán a la realización de un proyecto de atención socioeducativa e inmersión lingüística para estos menores. Incluso se valora la posibilidad de ofrecerles formación profesional de nivel 1. Marta Ojeda cree que este recurso “puede cambiar las cosas”. “Mientras, tiramos de ingenio y de creatividad. Los recursos en Ceuta son limitados y la cantidad de niños que ha entrado es enorme. Estamos constantemente ideando actividades que se ajusten a sus perfiles y a sus gustos”, subraya la educadora social. Javier Olier añade que se les busca actividades deportivas fuera del centro, con equipos de fútbol de la ciudad. Salen a ver al Ceuta FC. A la playa. Ahora se está trabajando para que puedan salir del centro de forma autónoma. “Intentamos que el día a día no se les caiga encima”, concede.

El día en Piniers finaliza a las 23:00. Después de la cena, llega el silencio. ¿Con qué sueñan estos niños? ¿Cuáles son sus planes? Todos te darán la misma respuesta: Ir a España y trabajar. “Porque para ellos esto no es España”, asevera Marta Ojeda. “Quieren cruzar, sea como sea. Y están constantemente viendo cómo hacerlo. La gran salida de los centros es para irse al puerto a ver si tienen suerte. Nosotros hablamos con ellos constantemente, en las asambleas y en el cara a cara. Esto es una montaña rusa. Les llega una información de que hay pase para la Península y eso motiva su salida del centro. Intentamos hablar con ellos desde la honestidad, y no mentirles. Las cosas aquí se llevan a cabo sobre la marcha. Cada día es una aventura total. Es un trabajo duro, pero muy bonito”, relata.

Cada vez que se realizan recuentos, y se realizan recuentos “a todas horas”, es normal que falten niños. Se marchan a la ciudad. A la calle. Es posible verles en la puerta de los supermercados al caer la tarde, o en las gasolineras, buscándose la vida. Algunos se quedan viviendo en asentamientos, como el que es casi permanente en el muelle de la Puntilla, una zona de carga y descarga portuaria.

SAMU, en coordinación con el Ayuntamiento de Ceuta, ha puesto en marcha un equipo de calle que se dedica exactamente a eso: salir a la calle a buscar a los chicos y ofrecerles asistencia fuera del recinto del centro de menores. Mina Mohamed y el educador Fuad Mohamed forman este equipo. Ella lleva el peso de contacto con los chicos. Muchos la ven como una madre. “Les hablo del peligro que tiene montarse en un camión, de cómo se juegan la vida. Les facilitamos alimento o ropa, si lo necesitan. Hacemos un trabajo sobre todo de concienciación y les explicamos que en los centros estarán cuidados. Nos ganamos su confianza, les transmitimos tranquilidad, seguridad, porque tienen un miedo terrible de que les devuelvan a Marruecos”.

En el primer mes y medio de trabajo de actividad, este equipo contactó con 280 niños y consiguió que más de un centenar volvieran al centro. Pero muchos se vuelven a marchar tan rápido como han regresado. En muchas ocasiones, la expectativa de cruzar a España es más seductora que comer caliente y dormir tapado.
El auxiliar de enfermería Manuel Martín es uno de los cinco sanitarios que atienden a los menores en los centros. Llega a Piniers a mediodía procedente de La Esperanza, donde ha realizado el control de niños diabéticos y ha atendido lesiones comunes como cortes y heridas, o patologías previas que los chicos traen de Marruecos, operaciones pendientes o tratamientos que no han recibido. “Ahí es donde tenemos la principal baza de trabajo. Intentamos llevar las cosas lo mejor posible con nuestros recursos, pero hay casos más especiales que hay que tratar en hospitales, de la mano de las autoridades sanitarias”, explica el sevillano, que llegó a Ceuta el 4 de junio, directo del máster de Escuela SAMU, y que está realizando otro máster aún más intensivo, con su mochila al hombro y mucho trabajo por hacer cada día.

La vida en Piniers no es un cuento. Sean 900 menores o 350, todos arrastran historias muy particulares. Muchas, problemáticas. Hay niños adictos al hachís o al pegamento. Los hay agresivos. Los hay enfermos. La psicología, la mediación y el diálogo son herramientas decisivas para evitar el conflicto en un lugar que vive en un permanente y delicado equilibrio. Desde julio, la figura del Auxiliar de Control Educativo juega un papel clave para mantener el control en los centros de SAMU.

Nuhayla Dibdi Abselam, de 20 años y natural de Ceuta, está al frente de un equipo de 65 personas que cumplen una labor pedagógica, frente a la disuasión propia del perfil de vigilante de seguridad. El ACE es una “figura pedagógica”, insiste Nuhayla. “Evitamos que los menores abandones los centros, que se suban a los muros y se lesionen, que se lancen cosas al exterior o del exterior al interior. Intentamos controlar los conflictos con diálogo, con contención verbal, intentando empatizar y generando un espacio de confianza y tranquilidad para los menores”, relata. “Todos hablamos dariya, por lo que no hay barrera idiomática, y estamos consiguiendo muchos avances en el ambiente de los centros”, defiende.

Pero la vida en Piniers no es un cuento y hay conflictos y dificultades que atender cada día, tal y como reconoce Javier Olier: “Fuegos que hay que apagar”. Él recalca que la situación de los menores en Ceuta no tiene nada que ver con la que viven los menores de centros como el que él ha dirigido en El Bosque, en plena Sierra de Cádiz, junto al Parque Natural de Grazalema, con 60 plazas y un entorno social y laboral mucho más amable y esperanzador para estos niños. La situación en Ceuta, durante muchos meses, ha sido de emergencia. Aún hoy el Gobierno de la ciudad sigue reclamando apoyo a voz en grito para que la ciudad alcance un estatus de normalidad con respecto a la inmigración.