ISL Jimena: Preparar el desembarco en la vida adulta

El 3 de noviembre, Amine dio un paso de gigante en dirección a su futuro. Ese día cumplió 18 años y lo hizo como quería: trabajando. Después de formarse en jardinería y mantenimiento, Amine se ha hecho mayor y ha empezado a trabajar con Fundación SAMU en el centro de San Juan de Aznalfarache.

Pocos días antes de su cumpleaños aún no se lo había dicho a su familia, a la que dejó en Beni Melal, en pleno Atlas marroquí. Antonio Rodríguez, una de las personas que mejor le conocen en España, dice que él es así: reservado, prudente, constante. Y Amine lo resume de otro modo: “Yo busco un futuro bueno y ayudar a mi familia. De momento estamos subiendo paso a paso”. Un paso no se da hasta que se completa el anterior.

El suyo es otro caso de éxito en el centro de Inserción Sociolaboral de SAMU en Jimena de la Frontera (Cádiz), localizado en las instalaciones del hostal Los Arcos. El centro cuenta con 22 plazas. SAMU tiene la misión de trazar un itinerario personalizado de inserción para cada uno de los chicos que llega aquí.
Es un trabajo en equipo. Educadores, trabajadores sociales, psicólogos y auxiliares trabajan para que tengan sus papeles en regla, aprendan español y, en definitiva, que al cumplir los 18 años cuenten con todas las herramientas para desenvolverse en la vida adulta. “Sin ellos no sería posible”, resalta Antonio Rodríguez, el director del ISL Jimena de la Frontera.

“Penurias, hambre, sed… y esclavitud”

Cada uno de estos niños llega con una pesada mochila a la espalda. Todos han completado un viaje de cientos de kilómetros por desiertos y países en guerra, con el mar a modo de obstáculo final. “Aquí puedes encontrar de todo. Son chicos que llegan después de meses de viaje, en el que han sufrido penurias, hambre, sed, falta de higiene, malos tratos o, incluso, esclavitud”, cuenta Rodríguez, que ha escuchado de ellos las historias más duras.

Por ejemplo, la de un chico que, junto con sus compañeros de viaje, fue secuestrado por las mafias que pululan por el desierto. “Tiene en su mente la imagen de cómo a sus compañeros les han dado palizas, incluso han matado a gente, porque no hacían lo que les pedían”. Para evitar represalias, el chico se convirtió en una persona dócil y sumisa. “Él sigue con ese pensamiento de que tiene que ser un sirviente para agradar a los demás”.

ISL Jimena

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Meses después, sigue obsesionado con aquello de lo que fue privado. “Para él lo más importante es la comida y después la ropa, porque se ha pasado mucho tiempo desnudo, sin ducharse”. Los psicólogos de SAMU trabajan para que el joven, que cursa 4º de ESO, module una conducta enfocada durante meses a la esclavitud.

Itinerarios personalizados

Aunque todos comparten un pasado duro, cada itinerario se personaliza con mimo. El equipo técnico da instrucciones al equipo educativo para procurar a los chicos las herramientas más adecuadas a sus capacidades y motivaciones.

La tarea comienza con el proceso de legalización de su estancia en España, que puede llevar hasta casi un año. A veces llegan con documentación, pero otras veces no traen ni un solo papel. Por eso, muchos cumplían los 18 sin tener ni siquiera los papeles en regla y la opción de lograr un contrato de trabajo al cumplir la mayoría de edad (complicada de por sí) se desvanecía. “Se pasa bastante mal al ver que a un niño que viene a ganarse la vida y ayudar a su familia le quitan de golpe la posibilidad de hacerlo de manera legal”, lamenta el director, que espera que la reciente reforma legal corrija este grave problema.

En función de sus circunstancias y de su situación documental, se traza para cada uno un itinerario de inserción. En ocasiones serán escolarizados; en otras, realizarán prácticas formativas en empresas de carpintería metálica, electricidad o restauración. Si ninguna de esas opciones es viable (por ejemplo, porque no tengan pasaporte), aprenderán un oficio en la escuela de adultos. Muchos de ellos aprenden un oficio en Cortijo Román, un alojamiento rural en el corazón de Los Alcornocales, o en otras empresas colaboradoras, como La Pequeña África, una reserva animal en Jimena, donde ahora mismo dos chicos realizan sus prácticas.
Aprendiendo a convivir

Entre tanto, deberán aprender a convivir con jóvenes en su misma situación. “Le inculcamos que el centro es su casa y tienen que cuidarla como si fuese suya”, cuenta Rodríguez. Como en cualquier hogar, es imprescindible que haya comunicación, respeto y confianza. “Para ellos la figura de referencia aquí somos nosotros. Al mismo tiempo que tenemos que guardar la figura de autoridad, hacemos de padres, hermanos, psicólogos…”.

Algunos de ellos acaban colaborando con SAMU en situaciones de crisis y trabajando finalmente con la entidad. Este será también el caso de Amine, que cuando tenga su contrato en la mano podrá contarlo a sus padres. Tres años después de jugarse la vida en el mar, ha alcanzado su primer objetivo cuando llegó: trabajar. “Es una buena noticia para mí y para ellos”, dice, todavía tímido, pero sin disimular el orgullo por dado un paso más en dirección a su futuro.

Directivos todoterreno preparados para liderar

Fundación SAMU, con el apoyo de Funddatec (Fundación para el Desarrollo Tecnológico, Sostenible y Circular), ha puesto en marcha su Curso de Experto en Desarrollo Directivo que, en esta edición, servirá para impulsar las habilidades y conocimientos de directores de los centros de menores, discapacidad, salud mental, emergencias y atención sanitaria de Fundación SAMU.

Carolina González Vigo, vicepresidenta de Funddatec, participó el 11 de enero en la primera jornada formativa de este curso, que combina formación online y presencial en las instalaciones de esta Fundación en San Juan de Aznalfarache. González destacó el trabajo realizado por ambas fundaciones en la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030. “Inclusión social, igualdad, sostenibilidad y digitalización son valores fundamentales de las acciones que llevamos a cabo en nuestra sede social y que compartimos con nuestros patronos al servicio de las personas, por un mundo mejor”, apuntó la vicepresidenta de Funddatec.

El presidente de Fundación SAMU, Carlos Álvarez Leiva, destacó la relevancia de este plan formativo para impulsar las competencias y el liderazgo de los profesionales que están al frente de los numerosos y variados recursos de la organización, con una vocación de excelencia.

Este programa permitirá desarrollar las habilidades de dirección necesarias para el desarrollo directivo en SAMU. Contempla una formación teórico-práctica que situará a los alumnos ante problemas reales de la empresa con el objetivo de que se haga un trabajo de análisis y de toma de decisiones.

Los objetivos del curso incluyen conocer la empresa y sus protocolos institucionales; conocer estrategias de marketing y el trabajo en comunicación de SAMU; identificar los procedimientos de gestión jurídica y financiera; desarrollar habilidades de liderazgo; gestionar el estrés y la frustración; aplicar técnicas de resolución de conflictos y mediación; conocer la función del compliance en la institución; gestionar el conocimiento e identificar las nuevas áreas de innovación, sostenibilidad e igualdad.

Las clases ya han comenzado y se prolongarán hasta mediados de mayo en un programa de 750 horas lectivas. El profesorado está formado, en su mayoría, por profesionales vinculados a SAMU y especializados en las distintas áreas de gestión de la organización.

“Yo sé quién soy: Barakissa”

Barakissa Doumbia, natural de Costa de Marfil, ingresó en septiembre en el programa de autonomía Horizontes Sevilla de Fundación SAMU. Es una chica que, a pesar de estar llena de miedos e incertidumbres, poco a poco se abre camino en la sociedad, demostrando que sus ganas de aprender y superarse así misma pueden más que cualquier barrera que se le pueda presentar.

—¿Cuánto tiempo lleva en España? ¿Qué ha aprendido en todo este tiempo?
—Llevo ya casi tres años en España. Cuando llegué, no sabía nada de español y los policías que me interceptaron me daban mucho miedo. Después, entré en un centro de menores y ya estuve más tranquila. En este centro de menores aprendí a hablar español e hice un curso para trabajar de camarera. Ahora que ya soy mayor de edad, estoy recibiendo clases de español para aprender más el idioma, ya que quiero sacarme el título de ESA (Educación Secundaria para Adultos) y quiero trabajar como mis compañeras. Además, estoy aprendiendo cosas de la casa y soy voluntaria en Cruz Roja, donde trabajo con niños.

—¿Qué expectativas tiene ahora que ha cumplido la mayoría de edad?
—Quiero arreglar mis papeles y trabajar para poder irme a Francia con mi hermana menor, pero, hasta que no tenga los papeles en regla, sé que no puedo trabajar y eso me pone triste.

—¿Por qué aún no ha podido arreglar su situación documental?
—En el centro de menores en el que estuve, la educadora habló con mi madre porque necesitaba un papel para saber que soy Barakissa. Yo sé quién soy, Barakissa Doumbia, pero la policía necesita un papel para identificarme. Mi educadora se lo pidió muchas veces, pero mi madre dice que no tiene ningún papel en mi país. Ahora que soy mayor de edad, mi nueva educadora ha hablado de nuevo con mi madre, y sigue diciendo que no tiene ningún documento oficial. Yo no sé si nací en un hospital o en mi casa, pero sí recuerdo haber ido a la escuela. La educadora me ha pedido que le diga a alguien que pregunte en mi país sobre estos papeles, pero yo no confío en nadie.

—¿Cómo le afecta esta situación?
—Me pone muy triste. Yo quiero llevar una vida normal como mis compañeras, pero no sé cómo hacerlo. Sé que me están ayudando para poder arreglar mis papeles de otra manera, pero el no saber qué va a pasar conmigo me pone muy nerviosa. Yo sé que mi madre quiere lo mejor para mí, por eso tengo que obedecerla e irme a Francia, pero sé que sin papeles no puedo. Tampoco entiendo por qué no quiere mandar mis papeles. Se lo he pedido muchas veces y no quiere. Confío en que mi educadora pueda ayudarme.

Conclusión del autor

Como se puede observar, Barakissa Doumbia padece desde su llegada a España una situación de frustración constante. El hecho de embarcarse en un viaje, el temor del mismo, el no saber a dónde va ni qué se va a encontrar cuando llegue, el adaptarse a una nueva vida compartida en un centro de menores, los cambios al haber cumplido su mayoría de edad… Todo esto requiere un procedimiento que los jóvenes llevan a cabo con la ayuda de los profesionales que conformamos esta gran familia que es SAMU para que estos chicos sientan que su esfuerzo ha merecido la pena. El objetivo principal de los recursos de mayoría de edad es que estos jóvenes alcancen la autonomía plena, abandonen este recurso y otros similares dedicados a jóvenes extutelados con un puesto de trabajo, con la documentación en regla, con habilidades adquiridas y con la capacidad de emanciparse.

El caso de Barakissa Doumbia se está alargando en el tiempo debido a los continuos baches encontrados en el camino y que arrastra desde que era menor de edad. A pesar de las dificultades y controversias, la joven no pierde la esperanza de que su situación irregular pueda cambiar. Barakissa se involucra con el equipo ante las alternativas que se le plantean para conseguir la documentación necesaria y estamos seguros de que, con su entrega y ganas de progresar, conseguirá superar todos estos obstáculos.

 

CELIA LÓPEZ GONZÁLEZ. Técnico responsable del programa Horizontes Sevilla

Mamadou Jawara: un ejemplo de lo que es posible

Son muchas las diferentes historias de vida que han pasado por el centro ISL Alcalá (Alcalá de Guadaíra, Sevilla), pero la mayoría de ellas se cruzan en un mismo deseo: el de ayudar a la familia. Es sabido que la inmigración en España se mueve principalmente por el deseo de encontrar un futuro mejor, pero no siempre buscando el progreso vital como objetivo único, pues éstos menores vienen acompañados de la necesidad de mantener a las familias que han dejado atrás en sus países de origen. Jóvenes de entre 15 y 18 años que se ven obligados a asumir la responsabilidad de que sus hermanos pequeños puedan comer. Hablamos de una realidad antinatural, de niños que no pueden serlo.

Muchos de los relatos que nos ocupan cuentan cómo estos chicos abandonan sus estudios o ni siquiera los inician para empezar a pensar como “padres de familia”. Algunos deben paralizar su formación educativa cuando los padres se van de sus casas, desentendiéndose del cuidado de sus hijos. Es entonces cuando las madres no son capaces de conseguir un sustento familiar suficiente y los niños adquieren un rol equivocado. Buscan trabajos en el campo, la construcción, fontanería, tapicería o peluquería. Al final, se convierten en niños que, por supervivencia, han aprendido a desempeñar todo tipo de profesiones al coste de sacrificar su infancia.

Desde Fundación SAMU, en el centro de Inserción Sociolaboral de Alcalá de Guadaíra, caminamos junto a estos menores extranjeros no acompañados, ayudándolos a lograr sus metas.

Su formación educativa y/o laboral se nos presenta como reto principal en el trabajo que realizamos con ellos. La tarea no es sencilla; dificultades con el idioma, una nueva cultura que arrastra costumbres completamente desconocidas para ellos y en muchos casos contrapuestas a todo lo que han aprendido como “lo correcto”. Nuestros chicos deben hacer un gran esfuerzo de construcción para integrarse en nuestra sociedad, la cual no siempre les acepta, señalándoles como intrusos no merecedores de oportunidades.

En el equipo educativo de ISL Alcalá creemos en la meritocracia como motor de motivación. Y aunque la realidad pueda presentar circunstancias que escapen de nuestro control, consideramos este concepto como el pilar imprescindible desde el que deben trabajar los menores.

Mamadou Jawara es un claro ejemplo de perseverancia y sacrificio. Procedente de Mali, con 17 años llegó a España sin saber leer ni escribir. Un chico que dedicó su infancia a trabajar en el campo con su padre, anulando toda formación educativa debido a las necesidades familiares. Desde su llegada a nuestro centro de Alcalá ha demostrado tener claro su objetivo. Su interés por la cocina lo llevó a realizar una formación reglada. Tras adquirir unos conocimientos básicos culinarios, al mismo tiempo que aprendía nuestra lengua, inició sus prácticas como ayudante de cocina en El Paladar, un comercio dedicado a la venta de comidas caseras tradicionales. Sus dos meses de prácticas se le hicieron cortos al empresario que lo dirigía. En poco tiempo se integró con sus compañeros de trabajo y demostró su implicación laboral. La empresa nos expuso su interés por contratar a Mamadou, pero la situación documental del menor no se encontraba acabada para poder aceptar la oferta. Así pues, realizó unas segundas prácticas como auxiliar de lacados y barnizados, hasta conseguir completar toda burocracia.

Hace menos de dos meses que nuestro chico de Mali volvió con unas nuevas prácticas a El Paladar y para nuestra familia de ISL Alcalá es un verdadero orgullo poder decir que Jawara ha conseguido su primer contrato de trabajo en España, que está firmando en la fotografía que ilustra este reportaje. El menor está repleto de felicidad por haber conseguido su propósito y poder continuar ayudando a su familia. Su historia se ha convertido en una satisfacción enorme para nuestro equipo de profesionales y en un referente para el resto de menores de nuestro centro y de otros recursos de Fundación SAMU.

 

MARÍA ARCAS APARICIO.
Educadora de ISL Alcalá

Nueva misión internacional de SAMU: Polonia

Un equipo sociosanitario de voluntarios de SAMU formado por cuatro personas de diversas disciplinas (trabajador social, pedagogo, técnico en emergencias sanitarias y enfermero) acudieron en noviembre a la frontera de Polonia con Bielorrusia para realizar una incursión en el terreno y detectar las necesidades existentes y así tomar las acciones correspondientes, debido a la situación de extrema precariedad en la que se encuentran miles de personas procedentes en su mayoría de Oriente Medio y África, especialmente de países en conflicto o con una difícil situación económica tras años de guerra, como Siria, Afganistán o Iraq. El objetivo de SAMU era poner en marcha un dispositivo de atención a los refugiados.

La crisis migratoria en la frontera oriental de la Unión Europea, que empezó la primavera pasada, se ha agravado desde noviembre. Miles de personas han quedado atrapadas en tierra de nadie, vagando en difíciles condiciones por los bosques de la región que separa Bielorrusia de Polonia.

Los días más tensos se produjeron durante la primera quincena de noviembre, días en los que hubo enfrentamientos con la Policía polaca, equipada con material antidisturbios. En sólo cuatro días, más de 30.000 personas intentaron cruzar la valla de alambre de espino que separa ambos países.

Varsovia y Bruselas han acusado al régimen de Minsk de orquestar el tráfico ilegal de personas para presionar a la Unión Europea en represalia por las sanciones económicas impuestas, debido a las graves violaciones de derechos humanos en el país tras las protestas por las elecciones celebradas en agosto de 2020, cuyo resultado no ha sido reconocido por la UE.

Las autoridades polacas están viendo que no pueden con la avalancha de migrantes que están atrapados en su línea divisoria y que llegan empujados por las tropas del régimen bielorruso. El endurecimiento de sanciones o las gestiones diplomáticas para intentar tapar vuelos con destino a Minsk para refugiados iraquíes, sirios y yemeníes se escapan de la influencia de Varsovia. Y esa labor la están llevando a cabo las instituciones europeas.

La Misión Polonia, como ha sido denominada la acción de SAMU, se puso en marcha el 15 de noviembre, escasos días después de la llegada de cientos de migrantes a la frontera. El día 16, martes, se activó un gabinete de crisis, y, finalmente, el 17 se producía la salida de la expedición. Esta misión de cooperación tuvo como objetivo brindar apoyo y colaboración a las autoridades, principalmente locales, así como a las entidades que estaban prestando sus servicios en esta zona a los colectivos atendidos. El contingente de SAMU elaboró informes diarios que recogían aspectos sanitarios y sociales de la situación, y prestaron asistencia sociosanitaria. También donaron materiales a las entidades que atendían a las personas refugiadas in situ y realizaron una agenda de contactos y afianzaron posibles cooperaciones futuras.

“Los niños no entienden lo que está pasando. Ellos están bien. Son críos y al final se adaptan a lo que ven. No están tristes, se les ve felices”, asegura Ángel Jesús Casares, sevillano de 31 años y uno de los cuatro trabajadores del equipo multidisciplinar de SAMU que se trasladó desde Sevilla hasta Bialystok para trabajar con los pocos refugiados que conseguían superar la frontera. Junto al psicopedagogo Ángel Casares viajaron también el trabajador social Adrián Moreno, el enfermero Juan Manuel Tallón y el técnico en emergencias sanitarias Jesús Romero.

“Hay familias que están sobreviviendo en condiciones nefastas y tienen muchas carencias”, comenta Jesús Romero. “Antes de viajar, sabíamos que nos íbamos a encontrar con una barrera militar pero teníamos claro que íbamos a intentar acercarnos a ellos para ofrecerles nuestra ayuda. Están pasando frío y apenas tienen alimentos. Están retenidos”.

Adrián Moreno explica que en Polonia “la situación es complicada y no llega mucha información”. Todo el mundo se imagina qué ocurre allí, en el bosque, pero prácticamente nadie lo puede afirmar con exactitud. Las cifras que se manejan estiman que hay entre cuatro y cinco mil personas en medio de esa nube de árboles, según informa El Confidencial. “Tú pasas de día y no se ve nada, imagínate de noche. Allí hay bisontes, alces… Es muy peligroso. Más aún con estas temperaturas”, señala Moreno.

Entre las personas que tratan de acceder a Polonia, hay grupos familiares completos con menores a su cargo y mujeres en cinta, que son los casos más vulnerables. Pero en su mayoría son hombres de entre veinticinco y cuarenta y cinco años de edad, explican desde SAMU. Los grupos de migrantes han instalado tiendas de campaña a pocos metros de la frontera polaca y han encendido hogueras, según cuentan diferentes activistas. Entre ellos hay muchas mujeres y niños pequeños y las condiciones son extremadamente peligrosas, con temperaturas bajo cero durante la noche. En los últimos dos meses, al menos ocho personas han muerto en la zona.

El jefe de la misión de SAMU, Adrián Moreno, explica en un artículo de El Confidencial que algunos activistas solidarios se juegan hasta 15 años de prisión por llevar a los refugiados comida y ropa. “No entiendo cómo Europa consiente esto. La culpa no puede ser de quien se muere en los bosques. En otras crisis humanitarias dejan que se ayude a las personas. Al final, nosotros nos trasladamos a estos puntos para echar un cable en lo que podemos. En este contexto es más complicado de lo normal. Por la tensión política, claro, y porque están impidiendo que las entidades humanitarias colaboren”, aseguran desde SAMU, refiriéndose a la negativa del Gobierno de Polonia a dejar que las ONG entren en la zona de exclusión.

En esta misión, SAMU ha volcado toda su experiencia en la gestión de misiones de cooperación. Sólo en el último año, la entidad ha coordinado tres misiones humanitarias internacionales en los países de Dominica, El Salvador y Costa Rica. Asimismo, recientemente, desplegó un dispositivo de atención a los afectados por el volcán de La Palma, y está participando activamente, desde el inicio de la crisis migratoria, en la atención a los menores que llegaron desde Marruecos en mayo de 2021, gestionando actualmente varios de estos centros de atención a los menores.

Asimismo, SAMU viene llevando a cabo desde hace más de treinta años proyectos de carácter humanitario en numerosos lugares del mundo, y desde 2018 cuenta con presencia en Washington DC (EE.UU.) a través de SAMU First Response, cuyo objetivo es captar fondos y recibir donaciones corporativas y a título individual para llevar a cabo dichas misiones.

El duelo en personas con discapacidad intelectual

En este artículo no pretendemos hacer una exposición exhaustiva del proyecto de intervención sobre el duelo en personas con discapacidad intelectual no verbal: sería demasiado extenso. Más bien nuestro propósito es reflexionar y compartir la experiencia de trabajo que supuso la elaboración e implementación de este proyecto de investigación, con la esperanza de que otros profesionales encuentren un referente para su práctica diaria.

Bien sabido es que no existen modelos generalizables ni situaciones en las que podamos aplicar programas que no partan de la propia realidad en la que se pretende instaurar. Por ello, el proyecto partió de la necesidad y sufrimiento que detectamos en una de nuestras usuarias (en adelante N.P.) en la Unidad de Estancia Diurna San Lucas, en Sevilla.

A lo largo de la historia, el tema de la discapacidad ha sido poco tratado por la sociedad en general y, en el peor de los casos, existía un modo de ver a estas personas que, por suerte, ya hemos superado. Actualmente, gracias a la labor que desempeñamos profesionales de distintos campos, se ha conseguido hablar con normalidad de este tema y se van tratando de cubrir las necesidades que este colectivo presenta.

Hay que mencionar, además, que el tema de la muerte en nuestra cultura queda ‘escondido’. Aun cuando sabemos que la muerte es el acto cierto de la vida, no se aborda en el área educativa. En las personas con discapacidad intelectual (DI), el panorama es más desolador ya que normalmente se mantiene durante la etapa adulta. Tácitamente se les niega la posibilidad de sufrir el duelo en base a falsas creencias (no se enteran, son personas eternamente felices, libres de preocupaciones….). Lo cierto es que sufren, se estresan y tienen ansiedad al igual que el resto de las personas.

Existen estudios que han llegado a valorar que un alto porcentaje de personas con DI que experimentaban repentinos cambios emocionales o conductuales, habían vivido de cerca una muerte o pérdida. En estas personas suele verse demorado el proceso de duelo y la pena que conlleva. Les cuesta identificar sus sentimientos, suelen retardar la respuesta de duelo, requieren un ritmo diferente para su elaboración y tienen una capacidad distinta de percibir el tiempo.

En ocasiones, pueden ver desencadenado su dolor no con la vivencia de la pérdida de su ser querido, sino con otra situación de estrés posterior (la despedida de un profesional, el cambiarse de casa o residencia, una separación….). Este destiempo de despliegue emocional hace que a veces no se identifiquen las reacciones y cambios comportamentales actuales con la pérdida de su familiar que pudo haberse producido muchos meses antes, incluso años, como fue en el caso de N.P.

La finalidad del proyecto fue favorecer y mejorar el acompañamiento emocional a personas con DI moderada o severa y serias limitaciones en sus habilidades comunicativas en la asimilación del duelo y facilitarles los medios y recursos para manejarse ante la pena, tratando asimismo de aumentar su comprensión de la muerte y las pérdidas. Estas personas, dadas sus características, presentan una mayor vulnerabilidad y van a requerir en este proceso de duelo de unos apoyos específicos para vivirlo de la manera más normalizada posible.

Nuestro plan de intervención, como ya hemos mencionado, se planteó como respuesta a las necesidades concretas que estaba presentando una de nuestras usuarias, pero consideramos que algunas fases de dicha intervención podrían ser muy beneficiosas para todo el grupo de usuarios que compartían sus mismas características cognitivas y comunicativas.

El objetivo principal de la intervención fue ayudar a N.P. en su proceso de elaboración del duelo con el fin de mejorar su calidad de vida. Para su consecución, nos planteamos los siguientes objetivos específicos: ofrecerle el apoyo emocional y social necesario para aliviar los efectos adversos del estrés, ansiedad y sufrimiento que estaba experimentando; facilitarle estrategias para expresar y comprender sus sentimientos y emociones; y enseñarle cuál es el proceso natural del ciclo vital, mediante técnicas específicas para ella.

Estos objetivos nos hicieron trazar dos tipos de actuaciones. Por una lado, los episodios espontáneos de emociones y sentimientos (N.P. los expresaba con brotes de llanto desconsolado, gritos, deambulación errática…) los abordamos únicamente con la voluntad de estar con ella durante el tiempo de su dolor y pena. El contacto físico, un abrazo… formas de comunicación no verbal por excelencia que expresan atención, apoyo y compañía cuando las palabras no son suficientes o carecen de significado.

Por otra parte, nos planteamos enseñarle de forma más estructurada el proceso natural del ciclo vital, utilizando estrategias y técnicas específicas para ella (método de Comunicación Total -Habla Signada- de Benson Schaeffer) y apoyos visuales, que nos permitieran ubicarla en el tiempo, entender lo que le estaba sucediendo y a adaptarse a los cambios.

La limitación de no tener adquirido el pensamiento abstracto hacía que no entendiera los conceptos de pasado, presente y futuro, ya que son nociones abstractas que no podía elaborar bien. Esto provocó que no pudiéramos emplear estos términos para poder situarla en el concepto de muerte y de pérdida. En cambio, recurriendo a las capacidades que tenía de sensibilidad, percepción, lenguaje comprensivo, buena memoria y aprendizaje visual, pensamos que podría ser muy valioso utilizar el precioso cuento ¡Vuela, mariposa! ¡Vuela! para conseguir este objetivo.

Atendiendo a las características de nuestros usuarios y a la dinámica de funcionamiento del centro, trabajamos el cuento de manera transversal en los distintos talleres a los que asistía N.P. (comunicación, manualidades, dinámicas de ocio, musicoterapia y desarrollo cognitivo) ya que su rutina diaria (trabajo, compañeros de grupo, hábitos, costumbres, horarios…) le aportaba estabilidad y seguridad y, en consecuencia, la intervención sería más fructífera.

Repeticiones y rutinas

La metodología utilizada se basó en la repetición constante; aunque pensemos que lo habían entendido, era necesario asegurarnos de que era así y lo iban interiorizando. Se emplearon las mismas herramientas una y otra vez. La constancia, las repeticiones y las rutinas sirvieron para ayudarles a aprender y entender.

Dado que la manera de comprender los efectos del duelo en estos individuos se refleja principalmente a través de la conducta, nuestra metodología se apoyó en gran medida en la observación del cambio conductual. Nuestras intervenciones estuvieron guiadas por las tesis de la Intervención Comunicativa y el Apoyo Conductual Positivo.

Este modelo no trata de eliminar la conducta desajustada (se sabe que la mayoría de estas conductas tienen un punto de partida en una función adecuada: comunicar mensajes, manejar emociones, evitar sucesos desagradables, etcétera), sino de enseñar formas alternativas de conseguir esos fines, positivos y comunicativos, pero que sean funcionalmente equivalentes y que estén adaptadas al entorno y a las capacidades de cada usuario.

No se estableció una delimitación temporal al plan de actuación propuesto, ya que la intervención no se planteaba como una terapia propiamente dicha (sería inviable dadas las características de N.P.), sino como un acompañamiento emocional.

Cada persona reacciona de manera distinta ante situaciones de pérdida. Razón por la cual no tenía sentido establecer día y hora para este acompañamiento. Había que dar tiempo y respetar el ritmo y las peculiaridades de su proceso de duelo, por lo que fue la usuaria núcleo de la intervención la que iba marcando el ritmo del mismo. De igual modo, resaltar que la actitud de los profesionales ante este proceso fue de total disponibilidad para atenderla cuando ella lo necesitaba.

Acompañar emocionalmente a personas con DI moderada o severa y serias limitaciones en sus capacidades comunicativas es un gran desafío. La propia naturaleza de las limitaciones que afectan a estas personas hace que sea imprescindible la formación continua y la actividad investigadora de los profesionales que trabajamos con ellos. Esta formación, además de ir unida a la calidad y funcionalidad de nuestras intervenciones, es fuente continua de motivación. Una formación adecuada así como un enfoque positivo de nuestro trabajo redunda en la calidad de vida de estas personas y de sus familias, más aun cuando éstas viven un proceso de duelo.

Ángel Riviére nos decía en el prólogo del libro Sistemas alternativos de comunicación (Sotillo, 1993): “Hay duros silencios cargados que ocultan un rico mundo interior…Hay también silencios estruendosos para los demás. Lo que no hay es silencios impuestos que sean aceptables para los profesionales y los familiares que viven con personas con necesidades educativas especiales”.

Nos rebelamos ante esos “ silencios impuestos” y, aunque somos realistas y sabemos que trabajamos con individuos que presentan una sintomatología muy severa, al enseñarles estrategias alternativas de comunicación les estamos ofreciendo la posibilidad de expresar sus sentimientos y emociones y comprender lo que les está sucediendo. Si no, conscientes del hándicap que supone para sus logros y avances las evidentes limitaciones de estas personas para acceder a conocimientos más complejos, nuestra intervención fue un acto de humanidad al acompañar emocionalmente a N.P. en su proceso de duelo.

Por Nieves Perales. Educadora de la Unidad de Estancia Diurna San Lucas (Sevilla)

Bajo el amparo de Fuentequintillo

Fundación SAMU abrió en julio de 2021 su primer centro especializado en la atención de niños con discapacidad física y/o intelectual que provienen del Sistema de Protección de Menores de la Junta de Andalucía. Se trata de siete menores de entre 5 y 16 años que han encontrado en el Centro de Fuentequintillo, en Montequinto (Dos Hermanas, Sevilla), un nuevo hogar, y en el equipo de profesionales de SAMU, una gran familia que los quiere, cuida, protege.

El centro de Fuentequintillo abrió por primera vez sus puertas en febrero de 2019 con el objetivo de acoger a menores inmigrantes, primero a chicos y, más tarde, a un grupo de chicas que procedían del recurso de SAMU en Melilla. Cuando éstas fueron trasladadas a Madrid, las instalaciones de Fuentequintillo quedaron vacías y SAMU optó a un concurso de la Junta de Andalucía para acoger a menores con discapacidad, todos ellos de nacionalidad española, según explica Alejandro Cala, director de Zona Andalucía Centro.

El primer niño con discapacidad llegó al centro el 30 de junio de 2021 procedente del Instituto Doctor Sacristán, un centro residencial para usuarios gravemente afectados ubicado en Sevilla. Al día siguiente, llegaron el resto de sus compañeros, todos ellos procedentes de Ciudad San Juan de Dios, en Alcalá de Guadaíra (Sevilla).

“El centro cuenta con ocho plazas, pero actualmente hay siete menores”, comenta María Casado, psicóloga del Centro Fuentequintillo. El perfil de los menores es bastante variado. El más pequeño tiene 5 años y el mayor, 16, aunque la mayoría se encuentra en plena adolescencia, entre los 12 y 14 años. “Son niños muy especiales. Algunos, además de su discapacidad, tienen un autismo muy severo, hasta el punto de que no hablan. También hay algunos menores con el Síndrome de Asperger, parálisis cerebral o con enfermedades raras, como el Síndrome de Smith-Magenis o el Síndrome de Cornelia de Lange. En estos dos últimos casos, se trata, además, de niños muy impulsivos e hiperactivos, según explica María Casado. Otros, por ejemplo, a su discapacidad se suman problemas de conducta. “Todos ellos son niños que proceden de familias conflictivas o desestructuradas y que se encuentran bajo el amparo del Sistema de Protección de la Junta de Andalucía”.

El primer reto para estos chicos en Fuentequintillo fue adaptarse al centro y al nuevo equipo de SAMU. En este recurso trabajan 13 personas bajo la dirección de Javier Espejo García, pero durante las primeras semanas, el equipo de Fuentequintillo fue reforzado con profesionales de otros recursos de SAMU especializados en la atención de menores. “Para estos chicos, los cambios son muy difíciles y les cuesta adaptarse. Requieren unas necesidades concretas y de un esfuerzo extra por ambas partes. El primer mes fue un poco ensayo-error. No nos conocían, éramos personas extrañas para ellos y se mostraban muy nerviosos. Algunos estaban cohibidos, lo que nos impedía saber cómo eran realmente y cómo se portaban. Pero, tras los primeros días, todo ha ido bastante bien y estamos muy orgullosos de lo bien que se han adaptado. Los niños nos conocen y están contentos, aunque es cierto que tienen muchas subidas y bajadas, algo normal dadas sus características y situación”.

Tras el verano y con la llegada del nuevo curso escolar, estos menores vivieron un nuevo proceso de adaptación y cambio de rutina, con algunas modificaciones en los horarios y actividades. Durante el verano, cuando llegaron, las mañanas se dedicaban a talleres terapéuticos y educativos donde se reforzaban las actividades propias del colegio (según el nivel de cada menor), los hábitos saludables, se trabajaban las emociones (generalmente, su identificación), las habilidades sociales, la imaginación, la creatividad y el vocabulario. Los sábados, la estrella era un taller de cocina, muy demandado por parte de los chicos, mientras que los domingos se realizaban salidas y excursiones programadas y una asamblea semanal donde los menores ponían en común sus inquietudes y se solucionaban los problemas que hubieran tenido durante la semana. A esta planificación de actividades no faltaba tampoco los chapuzones en la piscina y las actividades deportivas y al aire libre. Todas estas actividades se vieron modificadas con el inicio de las clases, pero se han seguido desarrollando en su gran mayoría, con otros horarios.

“Aquí no hay dos niños iguales, por lo que todas las actividades están plenamente adaptadas al nivel de cada uno y a su grado de dependencia”, explica la psicóloga María Casado, que, semanalmente, tiene dos sesiones individuales y personalizadas con cada uno de los niños para trabajar objetivos terapéuticos concretos. “Según el niño, trabajo con ellos habilidades sociales, estimulación sensorial, la dislexia… Cada niño tiene su propio plan. Recientemente, vimos necesario tener una charla sobre sexualidad con uno de los adolescentes del centro y, en otro caso, fue necesario reforzar los esfuerzos para la adaptación de la vuelta a las clases. Nos adaptamos a las necesidades de cada niño de forma individual y personalizada”.

Casado admite que, profesionalmente, Fuentequintillo, ha sido un reto. “Venía de trabajar un año en la clínica SAMU Wellness, con usuarios de perfiles completamente diferentes. Anteriormente y fuera de SAMU, sí había trabajado con niños con dificultades de aprendizaje y dentro del espectro autista, pero no con el grado de severidad que tenemos aquí. Yo soy neuropsicóloga, por lo que he trabajado mucho con anterioridad las alteraciones de conducta y los problemas de aprendizaje. Pero es cierto que en Fuentequintillo se juntan muchas cosas. Estamos ante niños con una discapacidad, dificultad de aprendizaje y en situación de desamparo. Esto sí es nuevo para mí”, reconoce la psicóloga del centro. “Para mí ha sido todo un reto, pero estoy encantada porque el trabajo que realizamos con estos niños es muy gratificante. Ves en sus caras cuando algo les gusta, y cuando logras comunicarte con ellos es muy gratificante e ilusionante, te sientes realizado”.

En el poco tiempo que estos menores llevan en Montequinto, Casado admite apreciar una pequeña evolución en ellos, aunque es consciente de que en algunos casos el margen de mejora es muy relativo. “Uno de estos niños está en cuidados paliativos, por lo que nuestro único afán es que no empeore y que esté bien estimulado, bien atendido. Tenemos casos muy complicados, por ejemplo, el caso del menor con el síndrome de Cornelia de Lange (un trastorno del desarrollo hereditario que se caracteriza, sobre todo, por un fenotipo facial distintivo, anomalías en extremidades superiores y retraso del crecimiento y psicomotor). Aunque trabajamos mucho con él el tema de la fonética, es un niño de 5 años que todavía no habla”.

La psicóloga también destaca el caso de un menor con 16 años con autismo severo y que no es capaz de comunicarse plenamente. “No damos ningún caso por perdido ni mucho menos, pero somos consciente de que su evolución es lenta y que el margen de mejora de muchos ellos es relativo. Nuestro objetivo principal es que aprendamos a comunicarnos con ellos y que ellos logren transmitirnos sus ideas y pensamientos. La comunicación es clave en su desarrollo. Si un niño no sabe o no es capaz de hablar y de comunicarse, todo es más difícil”.

Como se ha mencionado anteriormente, a la situación de estos menores se suma el hecho de que pertenecen al Sistema de Protección de Menores de la Junta de Andalucía y que no viven con sus familias, aunque sí tienen contacto con ellas.

“Desde Fundación SAMU hacemos un gran esfuerzo para que los niños conserven el contacto con sus familiares, siempre y cuando la Junta lo autorice. Hay niños con padres en la cárcel. Nosotros intentamos proteger al menor de una realidad tan dura. Ellos no son conscientes de que su madre o su padre está en prisión, pero intentamos facilitarle la llamada y que haya una comunicación entre ambas partes. De hecho, desde el primer día, se intentó continuar con el régimen de visitas que tenían programados en sus centros anteriores. Eso sí, todas las visitas son supervisadas por algún profesional del centro. Actualmente, estamos estudiando los casos uno por uno para comprobar si algunas de estas visitas podrían ser aptas para realizarse sin supervisión, siempre que la Junta lo autorice”. El equipo de profesionales de Fuentequintillo, junto a los responsables de la Junta de Andalucía, también trabaja con familias colaboradoras para que estos niños cuenten con un apoyo social fuera del centro.

Programa Autonomía Horizontes Andalucía

En enero de 2021, Fundación SAMU iniciaba la gestión del Programa de Autonomía Horizontes, un programa de alta intensidad para la adquisición de competencias sociolaborales necesarias para la plena emancipación y la transición a la vida adulta, con cargo al 0,7 % IRPF.

El proyecto de mayoría de edad, de la mano del Área de Infancia y Familia de Fundación SAMU, nació de la ilusión y el convencimiento de que se pueden cambiar los destinos.

Por nuestro proyecto han pasado cerca de 30 personas, de historias de vida, de sueños y proyectos. Para muchos de ellos y ellas, el Programa Horizontes ha sido un refugio en el que ponerse a salvo, una estación de parada que conduce a sus destinos.

Nuestro viaje parte de diferentes puntos de la autonomía andaluza. Desde Granada, hasta Algeciras, pasando por Málaga Córdoba y Sevilla.

La búsqueda de mejores oportunidades y la construcción de un proyecto de vida son las razones principales por las cuales las niñas, los niños y los adolescentes migran. La historia de tránsito de la mayoría, hasta llegar a nuestra estación, ha estado marcada por altos niveles de vulnerabilidad y fragilidad emocional, que en ocasiones han resuelto con una madurez precoz.

Los proyectos migratorios traen consigo una mezcla de sentimientos, en ocasiones, contradictorios, como la esperanza y el miedo al fracaso. Quienes emigran han construido imaginarios sobre las posibilidades laborales y de evolución personal de acuerdo con sus motivaciones y expectativas particulares. El envío de remesas a su familia en el país de origen es una de las expectativas principales. No obstante, si después de un tiempo no logran cumplir este objetivo, interpretan que ha fracasado el proyecto migratorio.

Pero el impacto es mayor al tomar en cuenta que nuestros jóvenes llevan consigo las consecuencias de su historia migratoria, donde han experimentado tristeza, incertidumbre, frustración, aislamiento y sentimiento de fracaso, entre otros.

El impacto en la identidad

Desde la óptica de la interculturalidad, ninguna persona que migra está exenta de experimentar un impacto en su identidad. Los procesos de relación e intercambio entre las personas de diversas culturas pueden ser enriquecedores, pero también afectar de manera profunda cuando se enfrenta la desigualdad y la discriminación.

Para conseguir la transición a la vida adulta de las personas beneficiarias, en condiciones de seguridad e igualdad, el Programa de Autonomía Horizontes ha desarrollado una estrategia de atención integral desde múltiples enfoques. Desde un enfoque psicosocial, se han comprendido los comportamientos, emociones y pensamientos de las personas beneficiarias en el contexto social y cultural en el que se han desarrollado, salvaguardando por encima de todo los derechos humanos, fomentando que desarrollen sus potencialidades y hagan uso pleno de sus derechos ciudadanos.

Desde el enfoque de género, considerando el género una construcción social y cultural que responde a una organización social del poder, que ubica a las mujeres y lo femenino en subordinación frente a los hombres y lo masculino, desarrollando nuestro programa desde una perspectiva que ha permitido entender las necesidades específicas de mujeres (y hombres,) y los efectos diferenciales de cada situación en ellas y ellos.

El enfoque diferencial e intercultural, ha permitido apreciar y valorar las múltiples diferencias, no solo desde la identidad de género, sino también desde la orientación sexual, las condiciones de clase, la espiritualidad, la religión, los hábitos y las costumbres, la etnia y la nacionalidad. Entendemos que frente a la diversidad no existe una única forma de atención, sino que cualquier intervención debe realizarse a partir de las particularidades y necesidades de cada persona, prevaleciendo la coexistencia de las diversidades con el enriquecimiento mutuo que deriva de esta interacción.

Nuestro enfoque de participación ha involucrado a las personas beneficiarias en la toma de decisiones durante todo el proceso de la atención, en todas las etapas y niveles, brindando la formación e información necesaria que les ha ayudado a comprender la situación en la que se encuentran y activar el plan de acción, de manera conjunta, para alcanzar sus objetivos.

Conscientes de que la atención psicosocial de las personas en situación de vulnerabilidad involucra un entramado de instituciones sociales; sanitarias, judicial, social, policial, educativo e informativo, entre otros, sin duda, hemos articulado una adecuada coordinación entre dichas instituciones y el Programa Autonomía Horizontes.

En todas las acciones llevadas a cabo para la construcción de los proyectos de vida de las personas beneficiarias, se ha visualizado previamente los efectos de las intervenciones a corto, mediano y largo plazo en la vida de cada persona a quien se le brinda apoyo. Vigilantes siempre, revisando y analizando críticamente el impacto de las acciones que se desarrollan en la vida de nuestros jóvenes, siempre hemos sido conscientes que, las intervenciones que funcionan en un contexto no necesariamente son las más adecuadas en otro, por lo que para nuestro programa siempre ha primado el enfoque de la acción sin daño.

Los logros alcanzados este primer año han sido fruto del esfuerzo de las numerosas personas implicadas en el desarrollo de este proyecto, jóvenes y equipo orientador que, con su atención y acompañamiento han creado un espacio de seguridad para el desarrollo integral de todas las personas atendidas en el Programa de Autonomía Horizontes. Terminando un año y emocionadas con la llegada del siguiente.

Por Siham Khalifa El Abdi. Coordinadora Programas de Mayoría de Edad Andalucía

Equipo SAMU: inclusión a través del deporte

Desde el centro ISL SAMU Arcos apostamos por una inserción social y laboral real, y, por ello, realizamos un gran trabajo para que nuestros menores participen en la mayor parte de actividades deportivas y culturales de la localidad. El objetivo principal de la participación en estas actividades es la inclusión de nuestros menores en la vida social a través del deporte.

Nuestro centro acoge a menores inmigrantes, en edades adolescentes y en riesgo de exclusión social. A pesar de las dificultades y obstáculos, nuestros jóvenes disfrutan mucho del deporte y encuentran en él una magnifica herramienta para superar sus miedos, expresar sus sentimientos y emociones. Es una actividad que les reconforta mucho.

El deporte moviliza emociones y sentimientos, pero, sobre todo, puede influir en las actitudes y comportamientos de las personas a través de los valores que transmite: esfuerzo, superación, perseverancia, igualdad, respeto, deportividad, solidaridad y compañerismo, éxito personal y colectivo, entre otros muchos, que son tan importantes trabajar con este colectivo. Creemos que la mejor manera de conseguir la integración de nuestros menores es trabajando de forma activa en las actividades de ocio que ofrecen los diferentes organismos, y de forma especial en las actividades deportivas que tanto les gusta. Gracias a su trabajo, esfuerzo y trabajo en equipo, se sienten partícipes e importantes por su labor colaborativa.

Nuestros jóvenes ya han participado en varias actividades deportivas que han tenido lugar en el municipio acompañados por los educadores, siendo voluntarios en las organizaciones de éstas.

Estas colaboraciones les han colmado de sentimientos de utilidad y orgullo, ya que han formado parte de actividades muy reconocidas a nivel deportivo y social. Al mismo tiempo han servido para abrir puertas, consiguiendo otras oportunidades en otras actividades culturales realizadas en el pueblo.

Entre las actividades realizadas destacamos la participación de nuestros menores en eventos deportivos de gran importancia como el “XII Triatlón Cros Sprint Arcos, Tierra que inspira”, que tuvo lugar en el Centro de Actividades Acuáticas del lago de Arcos de la Frontera (Cádiz). Fue una prueba con una alta participación de corredores, donde destacaron el buen nivel competitivo y una sobresaliente organización. Nuestros menores fueron partícipes de ello, haciendo un gran trabajo en uno de los puntos de avituallamiento de la travesía.

Los chicos también participaron en el “III Trail Urbano Ciudad de Arcos”, organizado por el Club De Atletismo Ciudad de Arcos, una prueba de 17 kilómetros de recorrido de ensueño por todos los rincones de nuestra localidad, dónde los menores estuvieron colaborando en diferentes puntos del casco histórico señalando y ayudando a los participantes.

Gracias a su buen trabajo y dedicación, el “Equipo SAMU”, es así como se les conoce al grupo de menores de nuestro recurso, han logrado el reconocimiento de toda la sociedad en estos eventos deportivos y son considerados para su participación en próximas actividades que se realizaran en el pueblo por las distintas organizaciones, clubes y asociaciones municipales y deportivas.

En definitiva, estas acciones serán recompensadas en un futuro a nivel personal y profesional.

“Si vas paso a paso y con confianza, puedes llegar lejos”, Diego Armando Maradona.

Por ISL SAMU Arcos

ISL SAMU Huelva: Psicología diversa para la integración social

Desde pequeña siempre defendí la igualdad y la inclusión de todas las personas. Eso me llevó a comenzar la carrera de Psicología, para poder poner mi granito de arena y reducir las desigualdades de la sociedad. Cuando comencé mi andadura en la psicología, muchos profesores me decían: “eres más social que psicóloga”. Y es cierto. En definitiva, me considero una luchadora por y para inculcar la igualdad de todas las personas. Lo que nunca imaginé es que la vida me iba a dar la oportunidad de trabajar en ISL SAMU Huelva para poder luchar por ese objetivo.

La psicología me ha enseñado a analizar y comprender todo tipo de personalidades, analizando siempre el contexto e implicando todos mis conocimientos para ayudar a la integración global e integral de las personas. Cuando comencé esta aventura, tengo que reconocer que la emoción e ilusión llenaban todo mi ser.Posteriormente, he ido afianzando todos los conocimientos que mi formación académica me había dado. Poder llevar a la práctica todos mis sueños e ilusiones que tuve durante mi formación es uno de los sentimientos más emocionantes que he vivido en esta experiencia. Poco a poco he ido definiendo objetivos y expectativas con los menores.

Tengo que reconocer que todos los días llego al centro con ganas de aprender y aprender y de seguir formándome como psicóloga social. Para mí, cada día es una gran aventura. Y es que no hay dos días iguales y todos vuelvo a casa con una lección aprendida.

Mi mayor objetivo como auxiliar técnica educativa es acompañar a todos los menores en su recorrido migratorio. Siempre tiendo a recurrir a mis conocimientos en psicológica y eso me hace intervenir con esa perspectiva; aun así, busco que sientan ese apoyo, compresión y que siempre encuentren a alguien con quien poder hablar y confiar sus inquietudes. Pongo todas mis ganas para poder ayudar a todos los menores a conseguir sus objetivos.

Sin embargo, a pesar de todo, hay veces en las que la frustración también se apodera de mí. Me he dado cuenta de que a pesar de todo lo estudiado, la metodología a seguir se podría describir como de “ensayo y error”. He aprendido que no existe una única Psicología, sino que es necesario que aplique una psicología diversa y que se adapte a las necesidades de cada menor.

Sin lugar a dudas, lo más valioso que me llevo día tras día de este camino es el crecimiento personal que estoy obteniendo y además de eso, toda la perspectiva intercultural que estoy construyendo en mi personalidad. Lo que no saben los chicos es que son ellos los que me acompañan y me dan lecciones de vida. En definitiva, los menores a los que guío y acompaño en esta travesía me han enseñado más en cuatro meses de la psicología que todo lo que he podido estudiar. Son ellos, y todos los compañeros que forman parte de este equipo, los que están haciendo de mí una nueva persona.

Por Esperanza Quintero Cruzado. Auxiliar Técnica Educativo ISL SAMU Huelva