Un equipo preparado para la llamada de Estados Unidos

SAMU, a través de su filial SAMU Foundation, con sede en Washington DC, sigue trabajando con el objetivo de ofrecer sus recursos para hacer frente a la crisis migratoria que vive el país norteamericano, especialmente, en la atención de menores extranjeros no acompañados y sus familias a través de la operación New Comfort. El objetivo de SAMU Foundation es crear un proyecto educativo residencial cerca de Washington DC, pero la entidad está abierta a participar en cualquier otra iniciativa o proyecto que le permita ayudar a paliar el problema actual, según explica Francisco Moyano, director de la Operación New Comfort.

Mientras se solventan los trámites administrativos y burocráticos, y a la espera de obtener luz verde por parte de Estados Unidos, SAMU ya ha puesto su maquinaria en marcha y ha empezado a formar a un equipo de 15 personas, todos ellos profesionales del área de Infancia y Familia de SAMU de diferentes puntos de España, en la implantación de centros de menores en Estados Unidos.

“Desde el área de Infancia y Familia hemos seleccionado a 29 profesionales de SAMU que han mostrado su interés en participar en la Operación New Comfort si el proyecto sale adelante y trabajar durante unos tres meses en EEUU. A esas 29 personas las hemos dividido en dos grupos en función de su nivel de inglés y perfil profesional, y ya hemos empezado a formar al primer equipo”, señala Adrián Moreno, coordinador del curso y responsable del proyecto de implantación de un centro de menores en Estados Unidos.

Este curso, de 10 horas de duración, tiene como objetivo principal que los participantes adquieran toda la información necesaria sobre cómo implantar un centro de menores desde cero y fuera de España, así como la documentación y licencias requeridas, y el conocimiento sobre las diferentes tipologías de recursos dirigidos a menores, sus necesidades y gestión. “No es lo mismo poner en marcha un recurso de emergencias y acogida inmediata con 100 ó 150 plazas, que un centro residencial, con 30 ó 50 plazas. El funcionamiento del mismo y las necesidades de los menores son diferentes”, subraya Moreno.

En este curso de nivel avanzado, además de Adrián Moreno, también participan como formadores José Manuel Román, director del JEM Polanco (Sevilla); Laura Rodríguez, del departamento de Desarrollo de SAMU; y Karen Gil, directora del Recep Campo de Gibraltar. El 11 de mayo se celebró la inauguración del curso, acto al que acudieron Adrián Moreno; Nicolás Torres, director del área de Infancia y Familia de SAMU; Juan González de Escalada; director de Escuela SAMU y del área de Emergencias; y Francisco Moyano, director de la Operación New Comfort.

De forma paralela, este mismo día se inauguró el curso de Especialización en Centros de Menores dirigido a alumnos de Técnico en Integración Social y Técnico en Emergencias Sanitarias, así como a cualquier persona interesada en este campo profesional, con el fin de acercarles a la realidad laboral en los centros de menores y poder cubrir así las ofertas de empleo de Fundación SAMU en este campo. Este curso trata tanto aspectos culturales del colectivo en el que se van a sumergir, así como estrategias de resolución de conflictos emocionales tanto del educador como del residente. Todos ellos son contenidos decisivos para un primer encuentro con menores. El fin de esta formación es que el alumno adquiera los conocimientos, competencias y habilidades necesarias para trabajar en centros de menores.

El curso, que se divide por bloques, tiene una duración de 36 horas (11 sesiones), del 11 de mayo al 24 de junio, y cuenta con la acreditación de Escuela SAMU. El director general de SAMU, Carlos González de Escalada, se dirigió a los alumnos el primer día de clase junto con el director del curso y del área de Infancia y Familia de SAMU, Nicolás Torres. Este primer día, Abderrahim, mediador en el ARB Miguel de Mañara (Montequinto, Sevilla), fue el encargado de acercar a los alumnos a este colectivo por primera vez.

Otros instructores del curso son Daniel Cobos, director del COISL Motril (Granada), encargado de explicar a los alumnos cuál es el modelo de trabajo en un centro de menores; el bombero Pablo Álvarez, que aborda el tema de la protección personal, extinción de incendios y evacuación; Manolo Calvente, psicólogo del Centro El Bosque (Algeciras, Cádiz), que aborda los problemas conductuales de los menores; Laura Rodríguez, del departamento de Desarrollo de SAMU, que trata sobre la organización interna de un centro de menores y de temas relacionados con la legislación; Siham Khalifa El Abdi, responsable del PAI SAMU Motril, encargada de los temas relacionados con la inserción socio-laboral de los menores; Palma Díaz, directora del ARB El Bosque, que habla de los trámites administrativos y del trabajo social; Julia Roldán Mariscal, psicóloga del ARB Miguel de Mañara, que aborda la gestión de conflictos en el entorno de trabajo; Ana Solís Cuadrado, psicóloga y docente en Escuela SAMU, que aborda la gestión de emociones; y Lucía Gómez Herrero, pedagoga y docente en Escuela SAMU, que es la encargada de organizar la parte práctica del curso, que consiste en la visita a un centro de menores.

El objetivo general de este curso es mejorar la capacitación profesional del personal de nueva contratación en los centros de menores de Fundación SAMU, además de acercar a las personas interesadas de otros campos profesionales los conocimientos básicos necesarios para poder intervenir con personas en situación de riesgo de exclusión social. También se busca capacitar al alumnado con recursos y estrategias de intervención, resolución de conflictos y socialización de manera que se sienta seguro al desempeñar las labores propias de esta profesión; y transmitir conocimientos sobre los distintos colectivos, para que puedan empatizar y comprender su cultura, así como aquellos aspectos legales y protocolos de actuación que les afectan directamente.

Un horizonte para los extutelados

Según datos de la Oficina Europea de Estadística (Eurostats), la edad media de emancipación en España es de 29 años. Vivimos en una sociedad en la que, debido a distintas circunstancias socioeconómicas, se ha comprobado y demostrado estadísticamente que el paso a la vida independiente de los jóvenes se produce a unas edades cada vez más tardías. Los chicos y las chicas que proceden del Sistema de Protección de Menores ingresan en los centros con una “fecha de caducidad” marcada por los 18 años. A esta edad, la ley les reconoce oficialmente la mayoría de edad y les exige autonomía demostrable. Poder cumplir esta obligación legal implica numerosas dificultades, ya que estos jóvenes carecen de los apoyos necesarios para afrontar la nueva situación, máxime cuando las circunstancias que originaron su ingreso en el Sistema de Protección de Menores no han desaparecido e incluso se ven agravadas. Dentro de las distintas tipologías de menores atendidos en el Sistema de Protección también se hallan jóvenes inmigrantes que llegaron solos a España, sin adultos de referencia y con un proyecto migratorio erróneo o sin definir.

Ante esta situación, y dada la dilatada experiencia que tiene SAMU en la atención a menores tutelados, su fundación, a través del área de Menores y Familia, ha puesto en marcha el Programa Horizontes (Modalidad Alta Intensidad), dirigido a jóvenes procedentes del Sistema de Protección de Menores de Andalucía entre 18 y 25 años con un perfil determinado. Son jóvenes que carecen de apoyo familiar, de vivienda, de los recursos personales, sociales y económicos necesarios para llevar una vida independiente, y presentan una serie de características especiales que les dificultan acceder al mercado laboral, encontrándose en un alto riesgo de exclusión social si no se les presta un apoyo intensivo y un acompañamiento individualizado.

El objetivo principal no es la emancipación en sí misma, sino la plena integración en nuestra sociedad dotándoles de recursos y medidas de discriminación positiva. “Horizontes sigue la misma línea que los Programas de Alta Intensidad (PAI) que SAMU desarrolla desde hace años en diferentes puntos de Andalucía. Pero mientras que éstos están financiados por el Fondo Social Europeo, Horizontes se financia gracias a la subvención con cargo al 0’7% del IRPF, ayuda del Estado dirigida a proyectos sociales”, explica Pilar Laguna, coordinadora del Programa Horizontes.

Este proyecto, de un año de duración, arrancó en enero y cuenta con cinco viviendas, con seis plazas cada una, en las provincia de Granada, Málaga, Sevilla, Córdoba y Cádiz. Sevilla es el único de los cinco centros dirigido exclusivamente a mujeres. Todos los demás recursos son masculinos, con la excepción de Málaga, que varía entre un centro masculino o femenino según la demanda.

“El Programa Horizontes, en su concepción y desarrollo, parte de las necesidades y situación personal de cada joven y, sobre todo, de sus proyectos de futuro, por lo que desarrollamos itinerarios personalizados de inserción”, señala Pilar Laguna. “Una parte de nuestra misión es orientar, facilitar, formar y participar con ellos y ellas en todo este proceso, ofreciendo además un recurso para lograr su plena autonomía y normalización, como son las viviendas que ofertamos, donde tendrán la garantía de cubrir todas sus necesidades. No obstante, es necesario que cooperen y colaboren, pero sobre todo que participen generando grupo y sintiéndose parte de éste. La participación en el programa es voluntaria”.

Según explica Laguna, los profesionales de SAMU trabajan con estos jóvenes en cinco áreas fundamentales: actividades de la vida diaria (tareas domésticas, cómo llevar una casa, facturas, reparaciones básicas…); salud e higiene (enfermedades comunes, cómo funciona el sistema sanitario público, cómo pedir una cita con el médico de familia, qué enfermedades o dolencias incapacitan para ir a trabajar y cuáles no, formación sexual y en relaciones sanas…); economía y recursos (documentación administrativa, contratos de alquiler, empadronamiento, cómo funciona una comunidad de propietarios…); formación laboral (itinerarios personalizados de inserción sociolaboral en función de sus capacidades, actitudes y motivación, búsqueda de prácticas formativas); y personal y relacional (tutorías individuales donde se tratan temas personal como su propia historia y cómo les afecta).

“Todos los chicos viven el mismo proceso, por ello intentamos generar un ambiente de equipo entre todos, y que los éxitos y fracasos de uno de ellos se vivan como algo del equipo”, destaca Pilar Laguna. “Los chicos participan activamente en la toma de decisiones sobre su futuro. Nosotros les acompañamos y los orientamos, pero la decisión final siempre es de ellos. Tiene mucho mérito lo que hacen estos chicos teniendo en cuenta la mochila tan pesada que llevan encima. ¿Cuántas veces a lo largo de nuestra vidas hemos tomado decisiones erróneas? Muchas. A ellos no se les permite equivocarse”.

A pesar de que el Programa Horizontes sólo lleva cuatro meses en funcionamiento, ya existen casos de éxito, en un contexto de limitaciones en el mercado laboral como consecuencia de la crisis sanitaria.

En el Programa Horizontes de Sevilla hay dos chicas que han conseguido su primera oportunidad laboral. Para estas mujeres -algunas con baja formación académica, otras con dificultad en el lenguaje, y la mayoría sin experiencia profesional- la inserción laboral es un reto complicado que requiere de mucho compromiso y constancia.

Imane ha sido la primera chica del Programa Horizontes de Sevilla en firmar un contrato de prácticas formativas en el sector de la hostelería. “Imane es una joven tímida, sin experiencia profesional, pero con unas inmensas ganas de aprender y de desarrollarse profesionalmente. Su principal objetivo es integrarse en el mundo laboral y regularizar su documentación, algo que ya está logrando. Después de más de un mes de prácticas, Imane es un ejemplo de superación día a día, de motivación y de compromiso. Si sigue por ese camino conseguirá todo lo que se proponga”, destaca Celia López, técnico responsable del Programa Horizontes Sevilla.

Otro ejemplo de éxito en Sevilla es el de Sabrine Essaki. La joven desciende de una familia de peluqueros y, desde su llegada a España siendo menor de edad, tenía claro que quería seguir con esta tradición familiar y formarse para ello. Después de casi dos años de formación teórica-práctica en una academia de peluquería, la joven es consciente de que está un paso más cerca de conseguir su sueño. “Sabrine ha demostrado que la perseverancia del día a día gratifica personalmente. La joven asegura sentirse feliz y realizada con su trabajo. Y a pesar de que se le hace largo este recorrido formativo, nunca ha desistido en alcanzar su meta, y es esta la que la fortalece para no desistir”, señala Celia López. “La constancia es la clave del éxito y estamos seguros que Sabrine va por buen camino para conseguirlo”.

Así funciona un Centro de Orientación e Inserción Laboral

El Centro de Orientación e Inserción Laboral (COISL) de Motril (Granada) comenzó su andadura en octubre de 2012. Tras varias prórrogas del contrato de gestión, finalmente es en diciembre de 2019 cuando empiezan a desarrollarse actividades orientadas a la emancipación y a la autonomía de los usuarios del centro, actividades que se mantienen hoy. El proyecto parte del apoyo del Fondo Social Europeo, que facilitó la incorporación de otros profesionales al equipo de Orientación Laboral. Así, este Programa cuenta con dos vertientes principales que vamos a detallar en este artículo.

Su vertiente de inserción se basa en la consecución de la inclusión laboral a través de herramientas que facilitan el acercamiento de los menores al mercado laboral. Una de estas herramientas son los convenios de prácticas formativas no laborales con empresas de Motril y localidades adyacentes. Estas prácticas permiten a los menores no solo aprender un oficio, sino conocer de cerca la realidad laboral del país con el objeto de comprender de primera mano a qué se enfrentan en el reto que supone la emancipación y vida autónoma.

En relación a las actuaciones de inserción, cabe destacar que, durante el año 2020, 32 menores inmigrantes (el total menores atendidos durante el 2020) se han beneficiado del programa, manteniendo abierto sus propios itinerarios de inserción laboral. En estos itinerarios se detallan todas y cada una de las actuaciones que los menores realizan como propios participantes de su proceso de autonomía, recibiendo asesoramiento y acompañamiento sociolaboral dentro del COISL. El área de Orientación Laboral del programa COISL trabaja de manera individualizada con los participantes. De los 32 menores, 31 participan en Programas de Media Intensidad, de los cuales 27 están presentes en el Programa Laboral de la Fundación Diagrama y 15 forman parte de los programas que lleva a cabo la Fundación Don Bosco. Finalmente, 11 de los menores participan en ambos recursos.

En cuanto a asesoramiento y acompañamiento, la tutoría es la principal herramienta utilizada con los usuarios del centro. En ellas se establece una relación de confianza entre menor y orientador/a que permite un diálogo para determinar cuáles son las prioridades formativas y laborales del menor y cómo se abordarán sus objetivos.

Con el objeto de lograr una plena inclusión sociolaboral, el COISL se basa en la construcción de relaciones entre empresas de la localidad y el COISL, mediante un contacto continuado con dichas entidades. Para ello, se realiza una prospección continua del tejido empresarial de Motril y las localidades adyacentes con el fin de mantener un conocimiento actualizado de la realidad laboral que pueda conllevar más adelante una inserción laboral real de los participantes.

En esta prospección se realiza también una labor de concienciación e información sobre el COISL, herramienta que nos permite dar visualización al Fondo Social Europeo, de tal manera que se asegure un comienzo del programa de prácticas. Además, se hace un seguimiento continuo de los menores y empresas en el marco del programa de prácticas formativas no laborales, trabajo cuyo objetivo es obtener un feedback permanente sobre la evolución de cada joven participante.

El programa, en su vertiente formativa, comprende distintas áreas de trabajo con los menores a través de diversos talleres impartidos por los y las profesionales del COISL. Así, forman parte de los contenidos que se imparten las habilidades prelaborales básicas, tales como la imagen personal y profesional; habilidades laborales, como la elaboración de un currículum o una carta de presentación; y habilidades sociales, tales como la resolución de conflictos interpersonales.

Se trabajan competencias relativas al conocimiento de los derechos y deberes de los trabajadores, emprendimiento, comprensión de documentación oficial, contratos, nóminas, y prevención de riesgos laborales o búsqueda autónoma de empleo. En todos ellos se trabajan competencias transversales: competencias idiomáticas y la autonomía personal son los puntos fuertes.

Finalmente, otro de los grandes bloques dentro de la formación para la inserción laboral es el conocimiento de los recursos públicos y privados de búsqueda de empleo a disposición de los usuarios, como pueden ser el Servicio Andaluz de Empleo, el Servicio Estatal de Empleo Público, los portales de empleo o el uso de redes sociales con este fin.

Como parte de una red formativa constituida con otras entidades sociales e instituciones de la localidad y alrededores, el COISL de Motril ha concertado 28 programas de formación externa promovidos por Fundación SAMU. Dentro de esta red formativa se contempla la búsqueda continua de cursos de formación que sirvan para una inserción laboral real a los menores.

Se recurre, en este ámbito, a cursos formativos impartidos tanto por instituciones de la localidad, como por el Ayuntamiento de Motril y otras entidades sociales, tales como Inserta Andalucía y la Fundación Diagrama.

En cuanto a la consecución de la inserción, desde diciembre de 2019 hasta marzo de 2021, el COISL SAMU Motril ha logrado formalizar hasta 98 comunicaciones de prácticas formativas no laborales con hasta 42 empresas de la localidad y alrededores únicamente en 2020, lo que ha conllevado la implicación de los menores en multitud de ámbitos y campos profesionales, desde la agricultura hasta la hostelería, pasando por la carpintería, la mecánica o las ventas. Ello ha significado la firma de numerosos contratos laborales en diversas empresas de Motril y alrededores, con resultados más que satisfactorios para todas las partes implicadas.

 

Autor: COISL SAMU Motril

Virginia Blanco, jefa del servicio de catering de SAMU: “Trabajamos con alimentos. No podemos fallar en nada”

Tras una vida entre fogones, Virginia Blanco (Burguillos, Sevilla, 1962) ha sido la elegida por SAMU para capitanear el nuevo servicio de Catering de la entidad, proyecto que asume con ilusión desde las cocinas de la Residencia San Sebastián, en Cantillana, donde trabaja desde hace 9 años.

—Empecemos por el principio. ¿Cuándo pisó por primera vez la cocina de la Residencia San Sebastián?
—Fue hace nueve años. Yo trabajaba en el Hotel Vértice, en Sevilla Este, siempre había trabajado en hoteles. Un amigo me llamó y me contó que la empresa de catering que por aquel entonces servía las comidas en esta residencia necesitaba una cocinera. Yo tenía un buen trabajo, un buen sueldo y estábamos en plena crisis económica. No me planteaba cambiar de trabajo, pero, aún así, llamé y me interesé por el puesto.

—¿Qué le llevó a cambiar entonces de trabajo?
—Fueron mis hijas las que me convencieron. El sueldo que me ofrecían era menor al que yo tenía pero estaba más cerca de mi casa, ganaba en calidad de vida. Ellas ya eran mayores y tenían sus trabajos, por lo que acepté. Creo que fue muy valiente por mi parte teniendo en cuenta la gran crisis económica que vivíamos entonces.

—¿Se ha arrepentido en algún momento de haber cambiado de empleo?
—He vivido muchos avatares. Los comienzos fueron muy difíciles. Mentiría si dijera que no, pero en el momento que yo me hice cargo de la cocina de la Residencia San Sebastián, contratada por SAMU, no por una empresa externa, todo cambió a mejor.

—SAMU ha puesto en marcha un servicio de catering y desde Cantillana se cocina ahora para cuatro centros, ¿cómo asume este nuevo proyecto?
—Estoy muy ilusionada y motivada. Éste era un proyecto que llevaban mucho tiempo dándole vueltas en SAMU y que en enero se puso por fin en marcha. Cuando María José Tinoco, directora del área de Discapacidad de SAMU, me llamó y me dijo: ‘Virginia, te necesitamos al 100%. Queremos tu comida para otros centros’, para mi fue una motivación muy grande. Reconozco que, después de tantos años, sentía que necesitaba crecer y que el trabajo que hacía hasta ahora, aunque me encantaba, me quedaba ya un poco pequeño. Necesitaba un proyecto como éste.

—¿A cuántos centros de SAMU ofrecéis servicio?
—A cuatro. Desde la cocina de la Residencia San Sebastián cocinamos para este centro, para la residencia Santa Ana, en Sevilla capital, y en dos centros de menores de la provincia de Córdoba, Lucena y Moriles. La idea es que el servicio vaya creciendo y que cada vez se sumen más centros de SAMU.

—¿Había trabajado antes en un catering?
—Nunca. Yo siempre había trabajado de cocinera en hoteles y cuando empecé en Cantillana, aunque trabajaba para un catering, yo cocinaba en la propia cocina de la residencia, no para fuera. He tenido que informarme y formarme mucho. Todo autodidacta. Tanto mi equipo como yo estamos realizando un esfuerzo muy grande. Cocinar para fuera requiere nuevos procedimientos, nuevas herramientas de trabajo, cumplir una línea de frío… y, sobre todo, mucha organización.

—¿Cuántos menús cocinan al día?
—Servimos comidas y cenas para 120 personas, la mayoría de ellas son de fuera de Cantillana. Hay que tener en cuenta que son perfiles diferentes y algunos residentes tienen patologías, por lo que cada día hacemos unas 12 variantes del menú, número que aumenta en ocasiones especiales, como el Ramadán. Solo para la Residencia Santa Ana hacemos 10 variantes, donde hay personas alérgicas, con insuficiencia renal, diabéticos. También hacemos menús bajos en grasas, hipocalóricos, para personas con colesterol…. A eso hay que sumar los desayunos y meriendas de los residentes de Cantillana, y si es el cumpleaños de alguien, ¿habrá que celebrarlo, no? Una locura.

—La mayoría de los jóvenes de los centros de menores son musulmanes y ahora celebran el Ramadán. ¿Realizan menús especiales para estos comensales?
—Nos adaptamos a su cultura en la medida de lo posible. Por ejemplo, sus menús no llevan cerdo ni ningún ingrediente derivado de vino, como por ejemplo el vinagre. Ahora para el Ramadán también he tenido que formarme e investigar mucho. He visto miles de vídeos en Youtube sobre platos típicos musulmanes.

—¿Qué menús cocinan para estos días de Ramadán?
—Ellos hacen tres comidas durante el Ramadán, y siempre cuando cae el sol: una cena, una postcena y un desayuno muy fuerte a las cinco de la mañana. Rompen el ayuno con una cena con dátiles o unos dulces típicos que les aportan mucha energía. Les preparamos una sopa muy densa llamada harira que lleva muchas proteínas con legumbres, verduras, ternera o pollo, apio, cúrcuma y muchas especias. Es una mezcla explosiva. Luego hacemos un plato principal que puede ser de albóndigas o alguna carne en salsa, excepto cerdo, claro. Y para las cinco de la mañana, les preparamos filetes empanados, hamburguesas de pollo, tortilla…

—Veo que no tienen tiempo para aburrirse.

—Esto es un no parar, pero sarna con gusto no pica. Yo estoy muy contenta con el resultado y aún tenemos que mejorar mucho. De la noche a la mañana tuvimos que cambiar toda nuestra rutina y formarnos en nuevos procedimientos. Tratamos con alimentos y todo se hace en cadena. No puede fallar nada porque no podemos permitirnos ningún riesgo de salubridad. En diez días no descansé para poder sacar el proyecto para adelante. Y también estoy muy orgullosa de mi equipo. Todos se subieron al tren sin protestar y a pesar de saber que esto iba a suponer mucho más trabajo.

—Ya han pasado cuatro meses desde que se inició el proyecto. ¿Ha bajado la presión?
—En absoluto. Es cierto que hemos pasado una etapa con mucha tensión. Tenía miedo a fallar, a no estar a la altura. Ahora el trabajo es el mismo pero hemos aprendido a organizarnos mejor. Reconozco que me he vuelto un poco estúpida. Antes, todo el mundo de la residencia entraba en la cocina y me contaba sus cosas. Yo parecía la psicóloga del centro. Yo quiero mucho a mis niños, los adoro, tanto a los residentes como a los trabajadores. Pero ahora no tengo tiempo ni para hablar. Mi cocina está cerrada a todo aquel que no trabaje en ella (se ríe). Con el tiempo, cuando ves que el trabajo sale adelante y te felicitan de otros centros te sientes orgullosa del trabajo bien hecho, y eso te da fuerzas para seguir.

—¿La idea es que el servicio siga creciendo?
—El objetivo es ir sumando cada vez más centros, sí, pero para eso se necesitan cambios, como una cocina más grande y mejores y nuevas herramientas de trabajo.

—Ha comentado anteriormente que, además de los menús diarios, también celebran los cumpleaños en la Residencia San Sebastián.
—Hombre, pues claro. Aquí nadie se queda sin su fiesta y su tarta de cumpleaños. Y en Navidad, los que se quedan, tienen su menú especial. A los residentes los quiero a rabiar. Somos una familia.

SAMU en Cataluña: Una muestra de versatilidad

SAMU llegó a Cataluña en plena pandemia de coronavirus, pero en apenas un año ya trabaja en tres proyectos y aspira a la concesión de un cuarto, actualmente en licitación, de gran relevancia precisamente para el control de la pandemia. Se trataría de organizar un recurso de atención a los temporeros que, de julio a septiembre, acuden a Lleida a la campaña de recogida de fruta, según explica Luis Vila, delegado de SAMU en Cataluña. Los otros tres proyectos ya en marcha ponen de manifiesto la versatilidad de SAMU.

SIAD de Esparraguera

Desde noviembre, SAMU presta el servicio de atención psicológica dentro del Servicio de Información y Atención a las Mujeres (SIAD) de Esparraguera (Barcelona). El SIAD, de competencia municipal, ofrece atención psicológica y jurídica individual a mujeres que sufren o han sufrido violencia machista o están en riesgo de padecerla, con el fin de acompañarlas y empoderarlas.

Judith Robles, que ya tenía experiencia prestando este tipo de atención psicológica, explica que la casuística es muy variada: hay mujeres que llegan derivadas de su centro médico, de la policía o de los servicios sociales, que han detectado una situación de violencia. “Algunas llegan con cero conciencia de estar sufriendo violencia de género, por lo que hacemos un trabajo para identificar, marcar los límites o salir de esa situación”, señala.

También hay mujeres que reconocen una agresión o una situación de violencia de género tiempo después de que ocurriera, y empiezan a trabajar para superarla. En otros casos, puede no tratarse de una situación de violencia física, sino un malestar de género ocasionado en el trabajo o en la distribución de roles en el hogar.

“El objetivo es establecer plan terapéutico con cada usuaria e ir viendo su evolución para la recuperación emocional y psicológica, tomar conciencia de la posición que ocupa, o incorporarla como algo que forma parte de su historia de vida”, detalla la psicóloga.
Cada quince días, Robles atiende a seis mujeres, priorizando los casos de violencia explícita. “Desgraciadamente, hay una demanda constante, pero por otro lado, es positivo que se conozca el servicio, que es gratuito y especializado”, concluye la psicóloga de SAMU.
El SIAD está también integrado por una coordinadora y una asesora jurídica, y se coordina con el SIE a nivel comarcal, para casos de seguimiento a largo plazo o en los que hay menores implicados.

Proyectos en el ámbito educativo

Los otros dos proyectos de SAMU en Cataluña están vinculados con el ámbito educativo. El primero de ellos es un servicio que da cobertura en dos escuelas infantiles de Vilanova i la Geltrú (Barcelona) durante el periodo que va desde después del almuerzo hasta que los padres llegan a recoger a los menores.

Concepción Pérez, jefa del área de Servicios Educativos de SAMU, lo llama “velar el sueño”: “Si algún bebé está intranquilo lo acunan, le cambian el pañal, lo toman en brazos o le dan algún tipo de suplemento”. Esta labor la realizan diez personas con amplia experiencia por haber prestado el servicio durante años, a las que se ha formado adicionalmente en primeros auxilios orientados a niños de 0 a 3 años.
Por último, el servicio de cardiopatías congénitas atiende a los alumnos con este tipo de enfermedades que cursan la enseñanza básica obligatoria en centros educativos de toda Cataluña, así como al profesorado y al resto de profesionales que los atienden. Se trata de un servicio que aúna las áreas educativas y hospitalaria de SAMU.

El objetivo es que el alumno o alumna lleve una vida escolar lo más normalizada posible, facilitando su inclusión. Por ejemplo, aunque se suele pensar que en este tipo de pacientes la actividad física está absolutamente desaconsejada, puede ocurrir que en algunos casos esté indicada, pero con precauciones o hasta cierta intensidad. Además, las cardiopatías pueden estar asociadas a retrasos madurativos, en otras patologías del habla o en síndromes asociados.

A veces, estos niños han sufrido una intervención que puede dejarles secuelas físicas como deformidades en el esternón o en la columna. En otras ocasiones, se les ofrece apoyo a nivel psicológico. “Existe una sobreprotección de algunos, que merma la capacidad de sociabilizar. En esos casos, se hace un asesoramiento para explicar que el hecho de sufrir una cardiopatía no implica determinadas limitaciones”, explica Pérez.

SAMU ya ha contactado con unos cien menores, de tres a cinco años y, aunque se calculaba que había unos 400 alumnos con estas necesidades en Cataluña, la jefa del área de Servicios Educativos asegura que están detectando más casos. Dada la variedad de casos y la necesidad de adaptar cada intervención a cada situación concreta, el servicio es muy personalizado. “Cada alumno requiere una toma de contacto con el centro y con la familia, para adaptar la intervención a las necesidades de cada uno”.

Discapacidad: Sostenibilidad con dedicación y entusiasmo

Las personas con discapacidad que forman parte de los recursos de Fundación SAMU están muy presentes en los planes para la consecución de objetivos de desarrollo sostenible. A través de charlas y actividades, se intenta acercar a los usuarios a esta visión del mundo, y de cómo cada uno de nosotros somos los principales causantes del calentamiento global y de muchos de los problemas medioambientales que sufre nuestro planeta. Todos tenemos el derecho y la obligación de garantizar a las generaciones venideras un mundo sostenible, en el que exista un equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social.

El estigma social que sufren las personas con discapacidad hace que, entre muchas otras cosas, se considere que ellos no entienden o no pueden entender qué es la sostenibilidad. Por extensión, también se considera que no son capaces de contribuir a mejorar el mundo. Sin embargo, la realidad demuestra lo contrario.

Una persona con diversidad funcional puede aportar a la mejora del mundo tanto como se proponga. Estas personas aportan dedicación por todo lo que hacen. Aportan amor; un cariño por sus proyectos y acciones que pocas veces se ve en otras personas. Aportan entusiasmo, cualquier acción para contribuir a cambiar la realidad se convierte para ellos en un momento único y emocionante. Aportan honestidad, su sinceridad les hace no tener problemas a la hora de decir las cosas como son. Aportan valentía, no tienen problema para ponerse manos a la obra, sin temer a situaciones complicadas, siendo directos en lo que hacen. Y sobre todo, aportan felicidad y generosidad. Ayudar con alegría es algo que no hace cualquiera.

Como reza la frase ‘Es de bien nacido, ser agradecido’, muchas de las personas con discapacidad reconocen y valoran la ayuda que ellos mismos reciben de otros en su día a día. Por eso, aportar su granito de arena con acciones sociales de cualquier calibre es una forma de devolver parte de la ayuda que reciben. Esto les da una sensación de confianza en sí mismos y hacia los demás, una confianza que, a veces, pierden por el hecho de tener discapacidad.

La acción social sirve a estas personas para eliminar el estrés, liberando ciertos neurotransmisores que les ayudan a sentirse más felices y tranquilos. Actuando también aprenden a valorar más lo que tienen y a darle más importancia a cosas que tal vez antes no les daban. Cualquier pequeño gesto puede influir de forma positiva en la vida de estas personas.

En nuestro centro, el voluntariado está a la orden del día. Colaboramos con diferentes asociaciones y a beneficio de diversas causas. Entre otras iniciativas, colaboramos con asociaciones de animales ayudándoles a pasear a los perros, limpiar los cheniles, o donando los premios que hemos ganado en diferentes concursos.

Hemos acudido a cenas solidarias. También limpiamos nuestras calles y espacios naturales. Aportamos alimentos para campañas solidarias. Participamos en la lucha por recuperar la biosfera de nuestras lagunas. Reciclamos cada día. Luchamos por la igualdad de la mujer. En éstas y otras causas, su aportación suma pasos hacia el camino del cambio y, al mismo tiempo, les permite avanzar también hacia la inclusión.
El mundo es un poco mejor gracias a las personas con discapacidad. Tienen multitud de cualidades que hacen que todas las personas que estamos a su alrededor mejoremos y aprendamos cada día a disfrutar y respetar el mundo en el que vivimos. Por eso son excepcionales.

Autor: Alberto Beldad Calatayud. Integrador Social de la Residencia Santa Teresa

Conocer la condición física de personas con discapacidad

SAMU, a través de su Fundación, y en colaboración con el departamento de Motricidad Humana y Rendimiento Deportivo de la Universidad de Sevilla, han realizado la primera batería de valoración de la condición física y motriz de personas con discapacidad intelectual realizada en España sobre una muestra de este colectivo. Esta iniciativa, que se enmarca dentro de la estrategia general de I+D+i de SAMU, es pionera a nivel internacional, producto de un trabajo de investigación promovido por ambas entidades y dirigido por la doctora Ruth Cabeza Ruiz.

El proyecto, cuyos resultados han sido publicados por dos revistas científicas (concretamente, Disability and Health Journal, e International Journal of Enviromental Research and Public Heath), ha requerido dos años de trabajo y la realización de más de 5.000 tests a personas con discapacidad. SAMU DIS-FIT, que es el resultado de la investigación, es la primera batería de valoración de la condición física de personas con discapacidad intelectual basada en pruebas sobre personas con discapacidad en nuestro país.

La batería SAMU DIS-FIT surge como respuesta desde el ámbito académico y de la atención a las personas con discapacidad intelectual a la necesidad de mejorar la calidad y esperanza de vida de estas personas a través de la actividad física. La herramienta creada pretende orientar a profesionales de atención a la discapacidad sobre los parámetros físicos de personas con diversidad cognitiva, a través de tablas que por primera vez son el resultado de la actividad física de estas personas, y no una adaptación de tablas físicas de personas normalizadas.

“Es la primera vez que se crea una herramienta que evalúa la condición física de las personas con discapacidad intelectual a partir de pruebas realizadas por el mismo colectivo. Hasta la fecha, lo que se hacía era utilizar herramientas que se basaban en datos de personas sin discapacidad, y se hacían equivalencias. Ahora hemos creado una batería ex profeso para ellos, a partir de sus datos, y además, muy sencilla de realizar”, explica Almudena Chávez, directora del departamento de Innovación de SAMU y de la Unidad de Estancia Diurna (UED) San Lucas, cuyos usuarios ilustran este reportaje. La batería, en todo caso, no es definitiva, sino que está abierta a la mejora en función de su uso por parte de personas con discapacidad intelectual.

Este proyecto de investigación ha sido dirigido por la profesora y doctora de la Universidad de Sevilla Ruth Cabeza, que en total ha llevado a cabo dos investigaciones en este campo junto a SAMU. “Mi colaboración con SAMU surgió a raíz de un congreso sobre discapacidad intelectual que se celebró en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla en 2015. Yo presenté una ponencia sobre investigación y actividades físicas adaptadas a personas con discapacidad intelectual. Aproveché mi intervención para pedir colaboración y Carlos González de Escalada, director general de SAMU, que también participaba en el congreso, fue el único que dio un paso al frente”.

A raíz de este primer contacto surgió la primera de las dos investigaciones llevadas a cabo. “Era un proyecto discreto, económicamente hablando, pero fue un primer paso muy importante. Consistió en valorar la condición física de personas adultas con discapacidad intelectual. No su rendimiento deportivo, sino su estado de salud física. Evaluamos a más de 150 personas de Sevilla. Para ello, aprovechamos el programa de deporte inclusivo de SAMU Cuatro Estaciones, que organiza SAMU Idilio, para incluir una batería de test de valoración de la condición física como una estación deportiva más. En esta actividad participaron numerosas asociaciones de personas con discapacidad intelectual”, explica Ruth Cabeza.

“Las principales conclusiones fueron más o menos las que nos esperábamos. Las personas con discapacidad intelectual tienen peor condición física que las personas sin discapacidad. Incluso los más jóvenes, entre 20 y 30 años, tenían un estado de forma física similar al de una persona de 60 ó 70 años sin discapacidad. Se trata de una población que, a nivel físico, está muy envejecida, lo que conlleva una serie de enfermedades”.

Usuarios de la UED San Lucas de SAMU hacen ejercicio físico al aire libre.

Usuarios de la UED San Lucas de SAMU hacen ejercicio físico al aire libre.

Cabeza y su equipo querían hacer ver a las entidades la gravedad de la situación de las personas con discapacidad en relación a su estado de forma y las consecuencias patológicas vinculadas con el sedentarismo. Sin embargo, durante las valoraciones del primer proyecto se dieron cuenta de que la herramienta que estaban utilizando no era la apropiada, ya que eran pruebas testadas para personas sin discapacidad. “Nos dimos cuenta de que los resultados estaban sesgados, dadas las características específicas de las personas con discapacidad. Así surgió nuestra segunda investigación, que consistió en diseñar una herramienta que fuera fiable y viable para las personas con discapacidad. Tras un estudio bibliográfico y un análisis de todos los test validados que pudimos encontrar, realizamos en un año más de 500 evaluaciones para valorar la viabilidad y efectividad de las diferentes pruebas en personas con discapacidad intelectual. El resultado fue la Batería SAMU DIS-FIT, compuesta por ocho ejercicios”, explica Ruth Cabeza.

Aunque existían algunas experiencias previas en Estados Unidos, todas eran para personas con discapacidad profunda y de edad avanzada, o bien para determinados colectivos con discapacidad como las personas con Síndrome de Down. A nivel europeo, Eurofit llevó a cabo una batería específica para personas con discapacidad cognitiva, pero era una batería fallida, carente de solvencia estadística. Esta es la primera vez que se realiza una batería específica para personas con discapacidad intelectual moderada y con edades comprendidas entre los 20 y los 65 años. Su pretensión es que sea una batería utilizable en el ámbito sanitario y asistencial, y que sirva de guía para la implantación de programas de actividad física para personas de este perfil.

Un aspecto relevante de la batería es la sencillez en el planteamiento de las pruebas físicas. Ya que uno de los principales obstáculos a la hora del diseño de tests físicos para este colectivo es la dificultad a nivel cognitivo de las pruebas. Con SAMU DIS-FIT, se intenta hacer asequible su práctica para todos los niveles de la discapacidad intelectual.

Asimismo, la investigación ha permitido llegar a interesantes conclusiones sobre la situación física de las personas con discapacidad intelectual. Así, se ha descubierto que la condición física de estas personas es equiparable a las personas sin discapacidad con más de 60 años.

“Las personas con discapacidad intelectual sufren un deterioro físico muy significativo y de forma prematura -explica la doctora Ruth Cabeza, del departamento de Motricidad Humana y Rendimiento Deportivo de la Universidad de Sevilla-, y es por ello que el ejercicio físico debe constituir una prioridad en su desarrollo”.

“Las personas con discapacidad -continúa-, por lo general, llevan una vida muy sedentaria, lo que influye en su deficiente desarrollo físico orgánico, y que se hace muy palpable en aspectos como la motricidad, el sistema muscular, el sistema endocrino o el aparato circulatorio. E incluso influye también en el nivel cognitivo”. Este es el punto de partida para un nuevo estudio que podría promoverse de forma conjunta en el futuro entre la Fundación SAMU y la Universidad de Sevilla, sobre la relación entre la condición física y la capacidad cognitiva.

Aunque se ha trabajado en ámbitos muy específicos como los enfermos de Alzhéimer o demencia, nunca se ha estudiado para una población más amplia de personas con discapacidad cognitiva. “Sería interesante poder responder a algunas preguntas -explica la doctora-: ¿Si yo mejoro mis condiciones físicas puedo mejorar mi capacidad cognitiva? ¿Si yo mejoro mis condiciones cognitivas mejoro mi capacidad física? ¿Hay alguna relación, por ejemplo, entre la mejora de la fuerza y la memoria, o entre la mejora de la capacidad aeróbica y la atención? Sería interesante averiguarlo, sobre todo en las personas con discapacidad que tienen problemas de aprendizaje. Si conseguimos mejorar su capacidad de aprendizaje a través del ejercicio físico, estaríamos consiguiendo dos cosas: que estén más saludables a nivel orgánico y que tengan más facilidades para aprender”.

Para la elaboración de la batería SAMU DIS-FIT, la Fundación SAMU consiguió implicar no sólo a sus propios centros de atención a personas con discapacidad intelectual sino también a numerosas asociaciones relacionadas con este segmento, entre las que se encuentran la Fundación Rocío de Triana, Special Olympics, Apedis, Anidi, ASAS, Aspanri o Albatros. En total, 48 asociaciones, de las que participaron 260 usuarios, permitiendo 5.000 tests.

Según Carlos González de Escalada, director general de SAMU, SAMU DIS-FIT es “un instrumento que nos permite valorar la condición física de los individuos cuyos hábitos de vida saludable queremos potenciar. Nuestro reto es generar la transferencia de conocimientos necesaria para que esta herramienta pueda ser utilizada por organizaciones similares a la nuestra”. Se trata de una muestra del compromiso de la Fundación SAMU con la discapacidad intelectual a través de la investigación científica y también de su apuesta por la actividad deportiva como herramienta de inclusión y mejora de la calidad de vida de este colectivo, ya patentes en proyectos como Cuatro Estaciones, Disfrutamar o Rugby Inclusivo.

La batería SAMU DIS-FIT se materializa en un manual, disponible en la web www.samu.es para cualquier entidad interesada en la actividad física de personas con discapacidad, que incorpora ocho pruebas, dos de composición corporal (cálculo de IMC y cálculo de perímetro de cintura) y seis de evaluación motriz (equilibrio dinámico, amplitud de movimiento de tronco, fuerza muscular de la mano, fuerza-resistencia de la musculatura del tronco, fuerza-resistencia de extremidades inferiores y resistencia cardiorrespiratoria). La batería establece para cada prueba unas tablas con valores de referencia, para que cualquier profesional pueda realizar comparativas con las pruebas realizadas a personas con discapacidad cognitiva y así conocer su nivel de condición física.

“Nuestra idea -explica Almudena Chávez- es que los profesionales de la discapacidad, con sus propias pruebas, vayan incrementando la muestra de la batería, para perfeccionar así sus resultados y hacerlos más precisos. Por ello, se está acondicionando un espacio en la propia web SAMU para que otros profesionales del sector puedan registrar los resultados obtenidos en sus pruebas, enriqueciendo el muestreo de la investigación y facilitando la transferencia del conocimiento relativo a la condición física de personas con discapacidad cognitiva”.

Una apuesta por la I+D+i

SAMU DIS-FIT se enmarca dentro de la estrategia desarrollada por SAMU en el ámbito de la I+D+i, en la que la entidad viene trabajando desde hace varios años, a través de un comité de Innovación responsable de desarrollo de las acciones.

Uno de los principales hitos de este departamento, junto a la creación de esta batería pionera, ha sido la obtención de la norma de calidad 1660002 de I+D+i. “Esto -sostiene Almudena Chávez- nos coloca en el grupo de entidades que trabajamos por y para la innovación, consolidando una línea de trabajo específica en la entidad y visibilizando una actitud que ya veníamos teniendo. Es una identificación que asegura a terceros que podemos y sabemos trabajar en I+D+i con todas las garantías, por eso es un sello para la organización.”.

Asimismo, SAMU ha finalizado la tercera fase de desarrollo de SAMS, un software de gestión integral que esperan comercializar externamente entre empresas del tercer sector, una vez que concluya la cuarta fase, prevista para finales de 2021.

Durante todo el 2020, el área de I+D+i trabajó en el desarrollo de soluciones específicas contra el Covid-19, aprovechando su experiencia en este ámbito, ya que SAMU desplegó a lo largo de los peores momentos de la pandemia diversos dispositivos contra la pandemia por toda España e incluso a nivel internacional. Así, diseñó proyectos como una infraestructura de atención médico-sanitaria en los hogares, una APP para personas mayores o la creación de una caravana específica de test Covid.

De cara al presente ejercicio, la entidad, que este año alcanza su cuarenta aniversario, está trabajando en su acreditación como Agentes del Conocimiento de la Junta de Andalucía y prevé la creación de un grupo de investigación específico de SAMU en colaboración con el ámbito universitario.

La odisea de Kaba, el hombre tranquilo de SAMU en Telde

Mi nombre es Ousmane Kaba, nací en Guinea Conakry. Cuando tenía 14 años me propuse salir de mi país para llegar al país de los blancos. Tuve que cruzar países de África. No puedes imaginar de lo que te hablo: tuve que cruzar el desierto de Mali a Argelia. Éramos 36 personas. Caminamos 25 días. Cuando llegamos al borde del mar éramos 18. Me pregunto dónde están los demás. Solo Dios lo sabe”.

Ousmane Kaba habla desde Canarias. Después de cruzar el desierto en camión y el mar en patera, el primer avión que tomó en su vida, hace solo unos meses, no le impresionó demasiado. Le devolvió al sur, a la isla de Gran Canaria, donde desde primeros de enero trabaja como educador en el Centro de Acogida de Emergencia que SAMU gestiona en Telde. Su papel es aconsejar a niños que fueron lo que él fue: recién llegados después de un viaje en el que la muerte acecha de forma constante, agazapada, tras la arena del desierto o las olas del mar.

2.500 euros por cruzar el mar

En castellano lento y seguro, templando cada palabra con el valor que tiene, Kaba cuenta una historia terrible. Empieza en su país, Guinea Conakry, donde dejó a su madre y tres hermanos, y termina en un rescate en alta mar. Entre medias, hay un viaje por el desierto y un contacto forzoso con la mafia: pagó 2.500 euros por cruzar el Mediterráneo. “Nos llevaron a una casa sin luz, sin nada. Tres días encerrados. Luego nos llevaron al bosque. Una semana allí, sentados esperando para poder cruzar. No podíamos ni bajar a por comida”.

Aquellos días interminables marcaron a Kaba: “Se viola o se mata a la gente por culpa del dinero. Las mafias tienen una cárcel. Te dicen que llames a tu familia si no tienes dinero. Cogen una madera para golpearte y que tu familia sepa que lo estás pasando muy mal. Han matado a personas. Es una locura”.

En los bosques y montes entre Nador y Melilla hay cientos de hombres y mujeres esperando su oportunidad para arriesgar su vida por llegar a Europa. Kaba lo intentó dos veces. La primera vez la patera se rompió y fueron rescatados por la Marina marroquí. La policía los devolvió al desierto. También a la segunda falló la embarcación, pero un buque los divisó y dio aviso a Salvamento Marítimo, que rescató a todos los pasajeros. Kaba y otras 57 personas salvaron la vida.

“La patera es cuestión de suerte”, dice.

Campeón de rugby en Sevilla

Kaba puso pie en Málaga el 21 de septiembre de 2018. De allí fue trasladado a La Línea, y después a Bornos. Cinco días después de llegar, el centro ardió y a él lo llevaron a Guillena. Desde entonces, su camino no se ha separado de SAMU. A los tres meses llegó al centro de Fuentequintillo, donde se hizo mayor: cumplió 18, aprendió el idioma y varios oficios. “SAMU me llevó al instituto. Me ha buscado formación, me ha dado papeles, me ha enseñado jardinería y fontanería”, dice.

Además, aprendió a jugar al rugby. Miguel Ángel Ruiz, entrenador del Club de Rugby San Jerónimo, buscaba jugadores para el equipo sub 18, y a Enrique Yrazusta, abogado de SAMU, se le ocurrió que podía encontrarlos en el centro de Fuentequintillo.

“Kaba es un chaval muy humilde. Desde primera hora se volcó. Lo tenía entre ceja y ceja y se convirtió en líder del equipo”, cuenta Ruiz. “Es un portento físico. Podría dedicarse al deporte que quiera. Pero también están las ganas: no faltaba a ningún entrenamiento, y siempre tenía ganas de aprender”.

Aquel grupo de chavales inexpertos incomunicados entre sí, que necesitaba un traductor para entrenar, acabó siendo una piña de marroquíes y guineanos y ganando el campeonato. “Sólo teníamos dos jugadores con experiencia. Que 25 chavales que no sabían ni lo que era el rugby queden campeones es un mérito increíble”.

“La pelea no me da nada”

En Sevilla, Kaba también destacó por su capacidad para solucionar los conflictos. Le ayudó su dominio del francés, su rápido aprendizaje del castellano y hablar bambara, un idioma utilizado en Mali, Guinea, Burkina Faso y Senegal. Pero sobre todo le ayudó su templanza y una vocación de superar los problemas con el diálogo. “Yo estoy aquí porque en mi país no hay un futuro. Estoy aquí para buscar mi vida y un futuro mejor. No voy a ponerme a pelear con nadie, porque la pelea no me da nada”.

“Es super noble, muy respetuoso y educado. Es muy bondadoso, siempre intentando ayudar a los demás”, cuenta de él Nuria Ruiz, responsable por entonces del centro de Fuentequintillo. Para él, la clave está en la educación: “Doy gracias a mi madre porque me ha educado muy bien. Lo que digo a todo el que llega a Europa a buscarse la vida es que lo que no haces en tu país no lo puedes hacer en otro”.
Tan solo echa de menos a su madre y a su hermano. Los quiere con él, pero no pagando el precio que él pagó. “Solo cuando lo pasas conoces la realidad. Yo no quiero que mis hermanos recorran el mismo camino”.

Kaba ayuda ahora a quienes están como él estuvo. Dicen que es tímido, que le cuesta salir a bailar, pero se ha convertido en un referente. “Yo les cuento a los chicos mi vida, lo que he pasado, para que entiendan que no es fácil y que la vida es paciencia. Ahora me llaman los padres, me preguntan y me dicen: ‘Cuida a mi hijo, que no se vaya a Francia’”.

Un día Ousmane Kaba fue a la playa con Pilar Velasco, la directora del centro de Telde, y otros trabajadores y compañeros de SAMU. Delante del mar les contó: “No sé nadar”. “¿Cómo viniste en patera sin saber nadar?”, le preguntaron. Kaba se encogió de hombros: “Me arriesgué”. Lo puso todo en juego, y tiene claro que ha llegado para quedarse.

Una atención especial para los alumnos con cardiopatías en Cataluña

Fundación SAMU ha puesto en marcha recientemente un nuevo servicio gratuito de Atención al Alumnado con Cardiopatías en los centros educativos de enseñanza obligatoria de Cataluña a través de su área de Servicios Educativos. La propuesta, que se presta para la Dirección General de Currículum y Personalización del departamento de Educación de la Generalitat de Cataluña, nace para dar cobertura a los cerca de 400 alumnos de Infantil, Primaria y Secundaria identificados por el departamento de Educación Inclusiva de la Generalitat con esta patología, más los nuevos casos que se detecten. Aunque el servicio apenas lleva funcionando dos semanas, el equipo de Fundación SAMU ya ha comenzado la intervención de más de 40 alumnos.

El objetivo del equipo, compuesto por dos profesionales psicopedagogos tutelados por el área Hospitalaria y la dirección de Servicios Educativos de Fundación SAMU (según las necesidades, podría duplicarse la plantilla) tiene como finalidad dar apoyo no sólo a los alumnos con cardiopatía congénita sino a todo su entorno, asesorando también al profesorado y al resto de profesionales que atienden a estos estudiantes, así como a su familia.

Según Concepción Pérez Carrera, directora del área de Servicios Educativos de Fundación SAMU, el tipo de intervención es muy diversa y se acometen labores globales formativas, de recomendaciones, de dotación de recursos y orientación de manera muy individualizada. “Tras una valoración inicial de toda la información y documentación clínica y la apertura de la ficha y registro del alumno, se procede a realizar diferentes acciones. Se ejecuta el plan de apoyo al menor según su edad y etapa madurativa en la realización de actividades de la vida diaria, relativas a higiene, alimentación, control de esfínter o vestido; se activan las intervenciones de información, asesoramiento y orientación de los profesionales de la educación y el seguimiento de las Necesidades Específicas de Apoyo Educativo del estudiante; se coordinan con los profesionales externos las actividades habituales de ocio y tiempo libre de los menores para adaptarlas a las actividades escolares y de recreo; se ofrecen las pautas de actuación, con reuniones y sesiones de trabajo a los profesionales directamente implicados con el alumno”, indica.

Además de ese trabajo directo con el estudiante, los profesionales de SAMU realizan charlas y sesiones para informar al resto de la comunidad educativa en relación a la enfermedad y sus repercusiones, se apoya la elaboración de informes psicopedagógicos que realiza el Equipo de Asesoramiento Psicopedagógico (EPA) y se dota de los recursos humanos necesarios para la demanda asistencial.

Cómo Zampou se convirtió en un trabajador esencial

Ha sido un año difícil para todos, qué duda cabe. A la preocupación por la salud general, entender nuestro nuevo modelo de relación social y desarrollar estrategias para rediseñar nuestras vidas, se sumaba la preocupación por la destrucción del empleo. No es una frivolidad, estábamos y estamos muy preocupados por la destrucción del empleo. La columna vertebral de nuestro Programa de Alta Intensidad (PAI) para jóvenes extutelados es la inserción laboral. Sólo así nuestros jóvenes podrán emprender de manera autónoma y en condiciones de seguridad su camino hacia la vida adulta.

El protagonista de esta historia, Zampou (natural de Burkina Faso) inició su actividad laboral en la Panadería Molino del municipio de Motril en enero de 2020. Tras un periodo de prueba nos comunicaron que sería contratado a jornada completa durante un año, condiciones necesarias para tramitar su permiso de trabajo. Su felicidad era inmensa: lo había conseguido tras mucho esfuerzo.

A las pocas semanas se decretó el estado de alarma por la pandemia del Covid-19 y afloraron en nuestros jóvenes los impactos psicológicos del confinamiento y el estado de incertidumbre continuado: desde la preocupación por el estado de salud de familiares en sus países de origen al deterioro del contacto social directo con amigos y compañeros de trabajo, la pérdida de empleo o de la fuente de ingresos y la incertidumbre sobre el futuro y, por lo tanto, sobre la capacidad para afrontar el proyecto personal de vida iniciado.

En el caso de Zampou, al tratarse de un sector esencial, se sumaba el estrés propio de personas que siguieron trabajando y asumiendo importantes riesgos y responsabilidades (sanitarios, empleados de supermercados, limpiadoras, transportistas, conductores,…). A pesar de ello, se sentía (y se siente) afortunado.

El efecto de la crisis en los jóvenes

La población joven ha experimentado las consecuencias más virulentas de la crisis económica que ha desencadenado la pandemia del Covid-19: “Tras los meses de confinamiento, solo el 33,5% tenía un empleo y la tasa de actividad ha bajado del 50% por primera vez en la última década”. Así lo refleja el informe Juventud en riesgo: análisis de las consecuencias socioeconómicas del COVID-19 sobre la población joven en España, elaborado por el Instituto de la Juventud (Injuve) y el Consejo de la Juventud de España.

Por nacionalidad, la tasa de paro de la población española es del 14,46%, mientras que la de la población extranjera en nuestro país alcanza el 26,58%. También por nacionalidad, el número de activos aumenta el último trimestre de 2020 en 123.500 entre los españoles y en 40.700 entre los extranjeros (Encuesta de Población Activa – cuarto trimestre de 2020).

Estos datos son poco alentadores para los profesionales que trabajamos dedicados a la orientación e inserción laboral de un colectivo. En todos los casos, dice el estudio, las cifras reflejan “una pauta dual característica cíclica” del sistema productivo español: “las personas jóvenes, cuyos empleos son mayoritariamente temporales y precarios, son despedidas (o no renovadas) a bajo coste en épocas de crisis”. Y justo ahora atravesamos uno de estos periodos.

Sin embargo, este no ha sido el caso de Zampou. Tras un año de aprendizaje, hoy es un gran panadero, una pieza importante en el obrador de pan en el que desempeña su trabajo. El fin de su contrato, no obstante, trajo consigo los inevitables miedos e inseguridades.
En nuestra situación geográfica, el turismo, la hostelería, el comercio y el resto de servicios han acusado gravemente la crisis provocada por la pandemia, por lo que los miedos de Zampou al acercarse la fecha del fin de su primer contrato no eran del todo irracionales. Somos conscientes de su incertidumbre y nervios el día que fue llamado al despacho del gerente.

Ese día cambió todo, pues le comunicaron a Zampou que, a partir de ese día, formaría parte de la plantilla de la panadería de manera indefinida. Tardó unos segundos en digerir la noticia e inmediatamente hizo una llamada al equipo del PAI SAMU Motril para comunicarnos lo que había ocurrido: “Acabo de firmar mi contrato indefinido”, decía una voz emocionada y entrecortada.

Hoy más que nunca, desde el Programa de Alta Intensidad gestionado por Fundación SAMU seguiremos ejerciendo de puente entre jóvenes en riesgo de exclusión social y el tejido empresarial de los territorios en los que trabajamos, mejorando la empleabilidad de todos estos chicos, dotándoles de las herramientas técnicas y de competencias para lograr una eficaz inserción laboral y su inclusión social activa. Sólo así, minimizaremos el riesgo de que los jóvenes vean amenazado su proyecto de emancipación.

Autor: SIHAM KHALIFA EL ABDI.
Responsable PAI SAMU Motril