Nuevo curso de Patrón de Embarcaciones de Recreo

Como parte del desarrollo del programa Disfrutamar, impulsado en colaboración con Obra Social La Caixa, Fundación SAMU ha puesto en marcha un nuevo curso de Patrón de Embarcaciones de Recreo (PER) con el objetivo de formar a profesionales de nuestro equipo para que puedan participar en las propias actividades del programa y patronear las embarcaciones. Siete personas están participando en este curso, del que se celebra la segunda edición. Tres compañeros ya cuentan con el título.

Disfrutamar es un proyecto pionero en el ámbito de la discapacidad intelectual enfocado a la mejora de la calidad de vida de las personas a través de la náutica y el deporte. A través de expediciones marítimas, las personas con discapacidad pueden adquirir nuevos aprendizajes referidos tanto a la comunicación con los demás como a la expresión y el reconocimiento de sus propias sensaciones.

“Gracias al apoyo de La Caixa, al que se han sumado varios propietarios de barcos, el programa Disfrutamar nos permite ampliar las actividades deportivas al campo de la náutica, haciendo que los chicos vivan experiencias inolvidables”, explica Carlos González de Escalada, director general de SAMU e impulsor de la iniciativa.
El curso de PER empezó el 28 de enero y durará hasta el 1 de abril, con clases todos los lunes en horario de tarde. Las clases teóricas se desarrollan en las oficinas de SAMU y también se efectuarán 18 horas de prácticas con embarcación a motor en Chipiona.

El temario del curso incluye temáticas como nomenclatura náutica, elementos de amarre y fonde, seguridad en la mar, legislación, balizamiento, maniobra y navegación, emergencias en la mar, meteorología, teoría de navegación y carta de navegación.

Para la obtención del título será necesario pasar una prueba teórica que constará de 45 preguntas tipo test y tendrá una duración de una hora y media.

Para elegir a los participantes, la dirección ha recibido una lista de candidatos y ha seleccionado a los aspirantes por antigüedad y oportunidad del servicio. Acción social y escuela tienen prioridad.

“Mi mayor satisfacción es recibir la confianza de estas personas”

Alba Garrido Gata (Sevilla, 1993), dirige desde hace un año la compañía de teatro Idilio Escénico, un proyecto que desarrolla junto a usuarios de la Residencia San Sebastián, en Cantillana (Sevilla).

—¿Cómo surgió la idea de crear una compañía de teatro?

—Antes de trabajar para la Fundación SAMU llevé a cabo varios proyectos en los que utilizaba la danza como herramienta de transformación social con diferentes colectivos. La danza, disciplina en la que comencé a formarme cuando tenía tres años, siempre ha estado presente en mis intervenciones educativas, por lo que al llegar a la Residencia San Sebastián expuse la posibilidad de llevar a cabo un taller de expresión corporal como una parte más del trabajo diario. La acogida, tanto por parte de la dirección como por la de los usuarios, fue excelente, lo que ha permitido desarrollar la actividad de manera ininterrumpida desde mis primeros días en el centro hasta hoy.

—¿Cuándo fue el debut del grupo?

—Los residentes mostraron por primera vez el contenido del taller de expresión corporal en diciembre de 2017 durante una gala con motivo del Día de la Discapacidad. A partir de ese día, comenzamos a fantasear con formar una compañía con los chicos de la residencia. El primer espectáculo se denominó Sinergia y se representó por primera vez bajo el nombre de compañía Idilio Escénico en el CEIP Aníbal González en la primavera de 2018.

—¿Cuántos residentes participan en la compañía de teatro?

—Nuestro trabajo se basa en la metodología de la danza comunitaria. Una de sus características fundamentales es que los grupos son flexibles y nadie está obligado a pertenecer a él. Por ello, el número de personas que componen la compañía desde sus inicios hasta hoy siempre ha sido variable. Los participantes entran y salen según las circunstancias personales del momento.

—¿Cómo beneficia esta actividad a los residentes que participan en ella?

—Los beneficios que aporta esta actividad a los residentes son diversos: Aumento de la autoestima (valoración y sentimiento de competencia con el trabajo realizado), reconocimiento (recompensa al esfuerzo realizado, sentirse realizado, útil y competente), admiración (reconocimiento de las habilidades de las personas de su entorno, así como la del propio individuo por su crecimiento y superación), emoción (reviven recuerdos, sentimiento de pertenencia al grupo), empatía y valores como la constancia y la responsabilidad individual y grupal.

—¿Y a usted, qué le aporta?

—Mi mayor satisfacción en las sesiones es recibir su confianza. Se muestran trasparentes ante mí, con sus virtudes y defectos, y exponen sus sentimientos al grupo sin prejuicios y gran generosidad. Para mí, ese es el mayor tesoro que poseo, y lo intento cuidar con gran responsabilidad.

—¿Cómo trabaja con los actores? ¿Cómo memorizan su papel?

—Todo montaje se inicia con un periodo de exploración en el cual se exponen temas de interés, se experimenta e indaga en las experiencias personales y en los sentimientos asociados. Cuando pasamos a la segunda parte, la creación coreográfica, ya tienen adquiridos un gran número de movimientos que parten del propio individuo, lo que facilita su memorización ya que no es un movimiento impuesto ni aprendido.

—Además de Sinergia, ¿tenéis en marcha otros proyectos teatrales?

—El pasado verano iniciamos una nueva exploración sobre la infancia de nuestros participantes. La experiencia de un año realizando actividades de expresión corporal se palpó desde los primeros movimientos produciéndose un salto importante en la complejidad de las propuestas, incluyendo un importante sentido rítmico, así como también un salto en la coordinación de los movimientos. A principios de año continuábamos inmersos en esta nueva vía de exploración, y nos llegaron propuestas para participar en diferentes actividades culturales, por lo que decidimos incluir el nuevo montaje como parte del ya existente, Sinergia, ya que iba perfectamente en la temática y aportaba mayor profundización a la historia.

—¿Cuál es el próximo reto de la compañía?

—El reto que nos planteamos es convertir la actividad en inclusiva. De momento, el 19 de marzo estuvimos en la Universidad de Sevilla compartiendo un taller con los alumnos del Grado de Educación Primaria; y el día 27 celebramos el Día Mundial del Teatro compartiendo escenario con los alumnos anteriormente mencionados y usuarios de la asociación Paz y Bien. Esperamos continuar en esta línea y poder seguir abriendo esta actividad a la inclusión.

—Hace unos días participó en una ponencia en la Fundación San Pablo Andalucía CEU. ¿Cómo fue la experiencia?

—Sí, el pasado día 20 participé en el programa Miércoles culturales de esta Universidad con la ponencia La conciencia del cuerpo, en la que describo cómo se lleva a cabo esta actividad, en qué se fundamenta y cuál es la metodología empleada, además de hablar sobre cómo se creó Idilio Escénico y cuáles son los beneficios que otorga  este modelo de intervención educativa.

Nuestros campeones: así fue el partido por la integración de Fundación SAMU

En una escena de la película Campeones, de Javier Fesser, minutos antes de disputarse un partido de baloncesto, el entrenador Marcos Montes, papel interpretado por Javier Gutiérrez, le dice a sus jugadores, todos ellos con discapacidad intelectual: “No preocuparos. Los jugadores del otro equipo son muy malos. Vamos a machacarlos”. A lo que Collantes (Gloria Ramos), la líder del equipo, contesta: “Vamos a salir a ganar, no a humillarlos”. Con ese espíritu salieron al campo de fútbol del Pabellón Municipal de Montequinto (Dos Hermanas, Sevilla) los jugadores de los equipos de la Residencia San Sebastián, la UED San Lucas y sus monitores en el partido de fútbol inclusivo que la Fundación SAMU organizó el 7 de marzo con la colaboración del Ayuntamiento de Dos Hermanas.

Al igual que Collantes en Campeones, Celia, usuaria de la UED San Lucas, era la única mujer que había en el campo de juego, pero su integración en el equipo era total y su papel fue clave para sus compañeros.

“Este tipo de actividades beneficia mucho a nuestros chicos, que juegan en la Liga Aprose, en la que participan diferentes entidades y asociaciones especializadas en la atención a personas con discapacidad intelectual”, explicaba minutos antes del comienzo del partido Sergio Carayol, educador en la UED San Lucas, cuyo equipo de fútbol va segundo en la liga Aprose en su categoría. “A través de esta actividad, los chicos se relacionan entre ellos, forman equipo, salen de la rutina, se olvidan de sus problemas y dificultades y aprenden a ganar y, sobre todo, a perder”, continuaba su compañero Alejandro Sánchez-Quiñones. “Ellos se frustran mucho y se vienen abajo emocionalmente con facilidad. El deporte les ayuda a canalizar estos sentimientos”.

“Vamos a hacer todo lo posible para que este partido amistoso acabe en empate”, comentaba durante el descanso Francis Ruiz, trabajador de la Residencia San Sebastián, cuando el encuentro iba 2-2. “Este tipo de actividad les beneficia en todos los sentidos, y si es inclusiva, si participan personas con y sin discapacidad, más aún”.

Fuera del campo, varios usuarios de la Residencia Santa Ana animaban a los jugadores, entre ellos, Kone Yossodjo, joven promesa del atletismo y monitor de este centro que no dudó en colocarse un chaleco amarillo y saltar al campo de juego para igualar el número de participantes de ambos equipos.

“Chiquito, pasamos la pelota, siempre la pasamos”, le indicaba uno de los trabajadores de la Fundación SAMU a uno de los usuarios de la Residencia San Sebastián que antes, en una pequeña confusión, le había quitado la pelota a un miembro de su propio equipo. “Lo importante aquí es compartir, el trabajo y el juego en equipo y la generosidad”, señalaba Francis Ruiz.

Iban cuatro iguales cuando Chiquito le hizo falta a Kone. “Penalti”, gritaban algunos. Kone, del equipo de la UED San Lucas, se dispuso a tirar el penalti. Lanzó el balón y el portero, Paniagua, se tiró al suelo pero no consiguió evitar el gol que puso por delante a la UED San Lucas. El partido llegó a su fin con el resultado 5-4, aunque eso fue lo de menos cuando todos emprendieron el camino hacia el Parque de los Pinos para almorzar juntos.

Rayos de luz tras el paso del tifón Haiyan

Hace cinco años, el tifón Haiyan (también conocido como Yolanda) azotó la isla de Bantayan, en Filipinas, dejando a su paso numerosas víctimas mortales y una isla devastada. Más de 16 millones de personas sufrieron las consecuencias de este fenómeno, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Tras el paso de Haiyan, la situación de muchas familias empeoró, pero no sólo porque habían perdido sus viviendas, sino también por las deficientes condiciones de salubridad en las que se veían obligados a vivir. Ante esta situación, Fundación SAMU, en colaboración con la Escuela de Emergencias SAMU y otras organizaciones, puso en marcha una misión al norte de la Isla de Cebú que permaneció en zona más de cinco meses, desde el 15 de noviembre de 2013 hasta el 25 abril de 2014, con un total de 27 médicos, enfermeros y logistas divididos en cinco contingentes.

Durante la estancia de SAMU en Filipinas se realizaron múltiples misiones sanitarias tanto en bases temporales como con equipos itinerantes, colaborando con otras organizaciones presentes en la zona en el reparto de alimentos y gestiones logísticas así como acciones de formación en materia sanitaria para la población en zona.

Misión SAMU Filipinas

SAMU atendió a cerca de 7.500 personas en poblaciones como Panitugan, Atop-atop, Baigad, Biagayag, Baod, Biactos, Bunakan, Kabac, Doong, Hagdan, Hilotongan, Guiwanon, Kabangbang, Kampingganon, Kaongkod, Kodia, Mojon, Okoy, Patao, San Agustin, Sillon, Sungko, Suba, Sulangan, Tamiao y Tabagak, entre otras.

Borja González de Escalada llegó a Filipinas en el segundo contingente y permaneció en la zona hasta el final de la misión, cinco meses en total. Era el responsable del equipo. Su labor consistía en que sus compañeros pudieran desarrollar su trabajo en las mejores condiciones posibles, los contactos institucionales y políticos, repartir tareas, facilitar los aspectos financieros y coordinar toda la logística de la misión.

“Siempre había visto las misiones humanitarias de SAMU desde la barrera, en el equipo retrasado. En esta ocasión, la necesidad de hablar inglés fue determinante a la hora de poder ejercer un mando en zona efectivo. Tenía ganas de participar en una misión con don Carlos Álvarez Leiva, fue una oportunidad única con el maestro de la materia, un privilegio”, comenta Borja con motivo del quinto aniversario de la misión.

“Cuando llegamos atendimos a las personas que no tenían ningún acceso a la sanidad. Nuestra asistencia era gratuita y la local, bajo pago. La situación económica de la población, ya de naturaleza humilde, era muy precaria a causa del tifón, por lo que pasábamos consulta durante horas. No parábamos para comer. No dejábamos a la gente al sol mientras nosotros comíamos. Se paraba al acabar. Nos levantábamos a las seis de la mañana, y a las nueve de la noche, todos a la cama. Sin electricidad… El ritmo lo marcaba el sol”.

Trabajo en todos los frentes

El médico Alejandro Álvarez Macías fue otro de los miembros de SAMU que acudió a Filipinas, aunque por entonces aún era estudiante de 5º de Medicina. “La medicina que practiqué allí fue totalmente distinta a la que practicaba en España como estudiante habitualmente en el hospital. Igual administraba antibióticos para una infección que realizaba una cirugía menor. Todo ello en nuestro hospital de campaña, con recursos limitados. También realicé labores de formación en RCP básica a la población local”, comenta el joven. “Siempre había tenido ganas de participar en una misión. Siendo pequeño acostumbraba a visitar a mi padre en este tipo de misiones. Cuando salió la oportunidad estaba muy decidido a ir, aunque tuve que pedir permiso a mi universidad para las faltas de asistencia”.

Borja González de Escalada reconoce que lo que más le impactó fue la capacidad de resiliencia de la gente, “cómo los afectados son capaces de salir del caos y continuar con su vida, aun habiéndolo perdido todo, incluso a sus seres queridos”. Lo más duro fue estar separado de la familia, sortear a los políticos para poder trabajar, las dificultades logísticas y “la sensación que dejas al irte en la que piensas que no has dejado más que una raya en el agua de estas pobres gentes, sin poder dejar una estructura detrás”.

Para Alejandro Álvarez, sin embargo, lo más duro fue “no contar con recursos hospitalarios adecuados para resolver patologías que en tu medio de trabajo habitual si acostumbras a tener”. “Estas carencias cuestan vidas y te crean cierta impotencia. No obstante, ha sido una de las experiencias personales más enriquecedoras que he tenido en mi vida.”, reconoce el médico.

Tanto Alejandro como Borja aseguran “sin dudarlo un solo minuto” que repetirían la experiencia de Filipinas. “Tengo una mochila preparada en mi altillo con todo preparado para cuando sea necesario”, concluye Borja González de Escalada.

SAMU crea un departamento para alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU

SAMU, empresa especializada en emergencias sanitarias y atención a colectivos vulnerables, ha puesto en marcha un departamento de Sostenibilidad con el objetivo de alinear todas las acciones de la organización en la dirección de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) impulsados por las Naciones Unidas.

La agenda de los ODS, a la que ahora se adhiere SAMU, fija 17 objetivos de Desarrollo Sostenible que incluyen desde la eliminación de la pobreza hasta el combate contra el cambio climático, la promoción de la educación y la igualdad de género, la defensa del medio ambiente o la reducción de las desigualdades.

En su afán de crear oportunidades de crecimiento, SAMU trabaja ya en la aplicación de estos objetivos globales en la gestión cotidiana de la organización a través del nuevo departamento dirigido por la trabajadora social Rocío Álvarez Pineda.

Para implantar los ODS, SAMU se centrará en aquellos objetivos que estén estrechamente vinculados con su práctica habitual: “salvar vidas y mejorar la calidad de vida de las personas”, explica Álvarez, que es una actividad transversal al resto de retos planteados por las Naciones Unidas en esta agenda que tiene como horizonte el año 2030.

Para Rocío Álvarez es fundamental “generar impacto a pequeña escala”, “no diluyendo responsabilidades” y “favoreciendo tanto el seguimiento como la coordinación de las diferentes acciones”. “Sería una utopía pensar en acciones que nos permitieran cumplir el 100% de los objetivos. Sin embargo, sin perder de vista nuestra comunidad y las realidades específicas de nuestra zona de acción, podamos caminar hacia los ODS con pequeños pasos e ir aportando nuestro grano de arena en la construcción del cambio”, reflexiona Álvarez.

Entre las primeras acciones del departamento, Rocío Álvarez señala que SAMU seguirán impulsando la inclusión de las personas atendidas por la organización, entre las que se encuentran colectivos vulnerables como personas con discapacidad intelectual, menores, inmigrantes y personas con patologías que afectan a su salud mental. “Es una vía directa de trabajo de los ODS”, apunta.

Además, se crearán alianzas con otras entidades sociales y se organizarán congresos y eventos relacionados con estos objetivos globales.

SAMU aspira a implicar a sus casi mil trabajadores en este cambio de mentalidad para alcanzar, desde la acción local, objetivos globales que permitan la construcción de un mundo mejor.

Un verano repleto de actividades en los centros de acogida de menores de Fundación SAMU

Agosto ha sido un mes repleto de actividades en los diferentes centros de acogida de menores extranjeros gestionados por Fundación SAMU en Andalucía. Actualmente, unos 580 menores que han llegado de forma irregular a España se encuentran bajo la protección de SAMU, bien en una Unidad de Acogida Temporal de Emergencia (UATE) o bien en un Centro de Atención Residencial Básica (ARB). La gran mayoría de ellos son de origen musulmán, de ahí, que la organización haya decido celebrar este año la tradicional Fiesta del Cordero o Aid el Kebir (Fiesta Grande), una de las celebraciones más importantes para los musulmanes, que este año se ha celebrado el 21 de agosto.

Así, los menores de las UATE y ARB de Dos Hermanas, Motril, Jimena, Dúrcal, El Ejido o Serón, entre otros municipios, compartieron este día festivo con los profesionales de Fundación SAMU en una jornada de convivencia que arrancó horas antes con la realización de murales y pancartas alusivas a la fiesta, además de la preparación de guisos a base de cordero y que concluyó con una comida conjunta y al aire libre.

Por otro lado, los menores del centro de acogida Miguel de Mañara, en Montequinto (Dos Hermanas, Sevilla) han realizado diversas actividades de ocio durante el mes de agosto, entre ellas una salida al parque acuático de Sevilla Aquópolis, donde los menores pasaron un día de convivencia entre compañeros y diversión montándose en las distintas atracciones del parque acuático. Los chicos nadaron entre olas, se deslizaron por diferentes circuitos a bordo de un flotador gigante y también por toboganes. Todos los menores terminaron esta salida muy contentos, ya que disfrutaron de una experiencia inolvidable, según explican desde el centro de Dos Hermanas.

Además, estos chicos también han podido disfrutar de diferentes excursiones a playas de Huelva y Cádiz, como Chipiona, Mazagón, Conil, Matalascañas o Punta Umbría. De este modo, los jóvenes han podido refrescarse durante el verano, disfrutar de la naturaleza, practicar actividades deportivas y pasar un día de convivencia entre compañeros.

Gracias al apoyo y compromiso del Ayuntamiento de Motril (Granada), por otro lado, los menores de los centros de SAMU ubicados en este municipio han podido disfrutar de la piscina municipal y de unas instalaciones deportivas de forma gratuita.

Cerca de 600 menores bajo la protección de SAMU

La llegada masiva de inmigrantes en pateras a las costas andaluzas en los últimos años ha puesto en alerta a todas las entidades sociales implicadas en este fenómeno, entre ellas la Fundación SAMU, que actualmente acoge a unos 560 menores que han llegado de forma clandestina a España sin la compañía de un adulto. Estos se distribuyen entre los 16 centros diferentes que dispone la organización, por un lado, las llamadas Unidades de Acogida Temporal de Emergencia (UATE) o centros de Atención Inmediata, y, por otro, los centros de Atención Residencial Básica (ARB). La mayoría de estos chicos proceden de Marruecos, aunque también los hay de Guinea, Senegal, Mali y Costa de Marfil.

La inmigración irregular se ha más que duplicado en lo que va de año respecto a las cifras de 2017, que entonces ya fueron alarmantes. España es ya la principal ruta de acceso a Europa, por encima de Italia. Hasta el 15 de julio, los inmigrantes irregulares que habían entrado este año en España, la mayoría por vía marítima y en la costa de Andalucía, sumaban ya 15.686, según datos del Ministerio del Interior —la agencia europea Frontex lo eleva a 18.016 en el mismo periodo—, un 114% más que en 2017, cuando la cifra ya se había incrementado un 170%.

Muchos de estos inmigrantes son menores extranjeros no acompañados (Menas). En los siete primeros meses de 2018, unos 3.200 menas llegaron a Andalucía a través de sus costas, mil de ellos sólo en julio, frente a los 2.855 que lo hicieron en todo el año pasado, según datos del Gobierno andaluz.

Este año, Fundación SAMU, por encargo de la Junta, ha abierto, de momento, 11 nuevos recursos dirigidos a este colectivo, dos de ellos son centros ARB y el resto de Atención Inmediata.

Los dos últimos recursos de acogida temporal de emergencia fueron abiertos en agosto en Guillena (Sevilla) y Jimena (Cádiz). A estos se suman otros dos en la provincia de Cádiz abiertos este año y dos más en 2017; dos en la provincia de Almería, y tres en la de Granada, todos ellos activos desde este año.

En cuanto a recursos de ARB, que permite a los menores permanecer en el centro hasta que estos cumplen la mayoría de edad, SAMU cuenta con tres recursos en Sevilla, Granada y Cádiz. Él último de ellos se montó en El Bosque, en la provincia gaditana, a finales de mayo. Éste nació ante una necesidad de la Dirección General de Infancia y Familias de la Junta para atender las necesidades de los menores que llegaron a España durante el año 2017 y que aún estaban siendo atendidos en recursos de Atención Inmediata. Aquí trabajan 13 personas entre psicólogos, trabajadores sociales, educadores, maestros o auxiliares técnicos educativos.

“El objetivo fundamental de los ARB es insertar a estos menores en la sociedad. Nuestra función es de orientación socio-laboral que empieza con la tarea de documentar a los menores, escolarizarlos en centros educativos o en diferentes cursos y trabajar con ellos su futura emancipación”, indica Nicolás Torres, responsable del área de menores de SAMU.

A todos estos recursos se suman dos dispositivos más en Motril (Granada), un COISL (Centro de Orientación e Inserción Sociolaboral), abierto en 2013, y un piso para chicos que han estado bajo la tutela de SAMU y que ya han cumplido la mayoría de edad.

Proyecto Voluntariado Intergeneracional: cuando los usuarios de Santa Ana prestan ayuda

La Residencia Santa Ana de la Fundación SAMU, que atiende a personas gravemente afectadas con daño cerebral sobrevenido, ha puesto en marcha el proyecto Voluntariado intergeneracional, una iniciativa que convierte a estas personas en prestadores activos de ayuda a terceros en lugar de ser receptores de esa ayuda, fomentando su compromiso social y su autoestima.

A través de este proyecto, los responsables del centro pretenden crear “contextos integradores” que faciliten la inclusión de las personas residentes en la vida social, en este caso, planificando un marco desde el “aprendizaje servicio”. Esta fórmula consiste en prestar un servicio solidario destinado a atender necesidades reales y sentidas de una comunidad, y que en este caso se ha concretado en un voluntariado con personas mayores usuarias de una Unidad de Estancia Diurna (UED).

Los participantes en el Voluntariado intergeneracional abordan desde el planteamiento del proyecto (detectando necesidades y realizando propuestas) a la evaluación (reflexionando sobre la intervención y su mejora), articulando procesos de reflexión, trabajo colaborativo y competencias para la ciudadanía.

“El aprendizaje servicio es un proyecto con utilidad social. Es un reto de transformación de la realidad en el que se invierten los roles. Esta vez somos nosotros los que ayudamos, en este caso, a través de la realización de un voluntariado con personas mayores usuarias de una UED, prestando un servicio a la comunidad, favoreciendo la normalización, potenciando el sentimiento de utilidad y mejorando, en definitiva, su calidad de vida”, explica Cristina González-Valdayo Benítez, pedagoga de la Residencia Santa Ana.

González-Valdayo señala que la función del equipo con las personas mayores consiste en ofrecer apoyo a las actividades que ellos realizan dentro de su programación anual. “Nos ajustamos cada jueves a ellas, ayudándoles a realizarlas, dialogando con ellos y participando también en su realización. Los primeros días propusimos nosotros las actividades a través de dinámicas de presentación para conocernos e ir sentando las bases de comunicación y relación”, subraya.

Las actividades incluyen dinámicas de presentación, manualidades, estética y maquillaje, puzles, bailes, adivinanzas, conversaciones y apoyo en sus tareas, entre otras.

“El proyecto ha tenido una acogida entusiasta por parte de todos los participantes y su motivación ha contagiado a personas que en un principio no mostraron interés por participar. Los encuentros son cada vez más participativos y afectivos, fruto del afianzamiento en las relaciones sociales”, aplaude Gómez-Valdayo, que avanza que su equipo retomará este proyecto en septiembre.

La consejera de Bienestar Social de Castilla-La Mancha visita la residencia Santa Teresa

La consejera de Bienestar Social del Gobierno de Castilla-La Mancha, Aurelia Sánchez, visitó el 19 de julio la residencia para personas con discapacidad intelectual Santa Teresa de Villafranca de los Caballeros (Toledo), gestionada por Fundación SAMU, con el objetivo de conocer las instalaciones y el trabajo en uno de los centros más representativos del sector en la región.

La consejera de Bienestar Social estuvo acompaña del director general de Personas Mayores y Discapacidad, Javier Pérez; el director provincial de Bienestar Social en Toledo, Gregorio Gómez, y el alcalde de la localidad, Julián Bolaños, al que agradeció su acogida. “Estamos en un municipio que tiene unos recursos muy importantes para atender a los colectivos más vulnerables”, señaló.

La representante del Gobierno de Castilla-La Mancha realizó un recorrido por las instalaciones de la Residencia Santa Teresa y dedicó su tiempo a saludar a los chicos y chicas del centro, y a hacerse algunas fotografías con ellos. Todos recibieron esta ilustre visita con mucha ilusión y regalaron a los políticos objetos de artesanía que habían creado ellos mismos de forma previa a la visita, como una de las actividades más de su jornada.

Durante la visita, la consejera de Bienestar Social y sus acompañantes visitaron el huerto de la residencia, la clase de musicoterapia, el taller de laborterapia y las clases de gimnasia, que representan algunas de las actividades terapéuticas, formativas, de entretenimiento y de integración social que forman parte del programa de Santa Teresa.

Coincidiendo con la visita, Aurelia Sánchez destacó que “los datos de dependencia ya sitúan a Castilla-La Mancha en la senda de recuperación, con más de 54.000 personas incorporadas en el Sistema de Dependencia, 20.000 más en esta legislatura, y que tienen más de 65.000 prestaciones”.

La consejera celebró la intención del Gobierno de España de aprobar una ley para garantizar la capacidad jurídica de las personas con discapacidad, punto que ya está recogido en la ley de Protección y Apoyo Garantizado para Personas con Discapacidad en Castilla-La Mancha, recientemente aprobada.

La nueva singladura de Disfrutamar

El programa Disfrutamar, impulsado por Fundación SAMU en colaboración con la Obra Social La Caixa, ha superado una nueva fase en su desarrollo con otra experiencia piloto en aguas abiertas con los usuarios de la residencia San Sebastián de Cantillana (Sevilla) con el objetivo de familiarizar a los participantes con el mar, la seguridad a bordo y los conceptos náuticos básicos.

Disfrutamar es un proyecto pionero en el ámbito de la discapacidad intelectual enfocado a la mejora de la calidad de vida de las personas a través de la náutica y el deporte.

El programa quiere aprovechar las ventajas de la náutica para propiciar el desarrollo de los vínculos personales e interpersonales y de las habilidades de comunicación entre terapeuta, instructor y el deportista y entre ellos mismos en un ambiente de dispersión y relajación.

“Con 8.000 kilómetros de costas, España es un país donde tenemos una gran orientación al mar, especialmente en Andalucía, gracias a su clima y a su instalación náutica de primer orden”, ha explicado Borja González de Escalada, vicepresidente de la Fundación SAMU. “Con esta iniciativa, queremos que las personas discapacitadas adquieran nuevos aprendizajes referidos tanto a la comunicación con los demás como a la expresión y el reconocimiento de sus propias sensaciones”.

El proyecto respaldado por Obra Social La Caixa afrontará en el último trimestre del año una nueva fase que consistirá en participar en alguna regata del calendario de Puertos de Andalucía. La última parte del programa se desarrollará con los estudiantes de Educación Física, dentro de su asignatura de Deporte y discapacidad, en la que Fundación SAMU intentará dar a conocer a los alumnos las dificultades y los beneficios de trabajar con este colectivo para proporcionarles una base de conocimiento y experiencia con la que poder desempeñar su trabajo en el futuro.

La planificación incluye una fase de análisis de las experiencias vividas a través de las fases del programa y los beneficios que se han cosechado.

Además, se organizará una jornada en la que se volverán a subir a bordo y podrán aprender en fase práctica lo analizado en el aula. Este formato de trabajo se prorrogará con las distintas organizaciones con las que Fundación SAMU colabora y la intención es hacerla extensible a otras provincias.