Fundación SAMU y SAMU First Response brindan apoyo a colectivos vulnerables tras los incendios de Los Ángeles

Los incendios que afectan a Los Ángeles (Estados Unidos) desde principios de enero han dejado una huella de destrucción y desamparo. Según informes recientes, al menos cinco personas han fallecido y las autoridades han emitido órdenes de evacuación que afectan a aproximadamente 31.000 residentes. La calidad del aire en la ciudad se ha deteriorado y se han reportado flujos de ceniza, lodo y escombros en las zonas afectadas por los incendios, lo que ha llevado al cierre de carreteras y escuelas en áreas como Malibu.

Desde el 6 de enero, los incendios de Palisades y Eaton avanzaron sin control por las montañas de Santa Mónica y Altadena, impulsados por una combinación de altas temperaturas, vientos fuertes y una prolongada sequía. Las llamas no solo han destruido hogares e infraestructuras, sino que también han agudizado problemas sociales ya existentes, como la crisis de las personas sin hogar.

Estos incendios han afectado a una vasta extensión de terreno. Según informes recientes, el incendio Palisades, iniciado el 7 de enero, ha consumido aproximadamente 9.600 hectáreas, mientras que el incendio Eaton ha arrasado alrededor de 5.700 hectáreas. Además, el incendio Hughes, que se desató cerca del lago Castaic a mediados de enero, ha quemado más de 4.000 hectáreas. En conjunto, estos incendios han devastado más de 19.000 hectáreas en la región de momento, una superficie mayor que la ciudad de Sevilla, con una superficie de 14.080 hectáreas.

Ante esta crisis sin precedentes, la respuesta internacional no se hizo esperar, y Fundación SAMU junto a SAMU First Response, con su experiencia en emergencias, han formado parte del esfuerzo para aliviar el sufrimiento en una de las metrópolis más afectadas de Estados Unidos.

Nada más conocer la noticia de los incendios, SAMU activó un gabinete de crisis para evaluar la situación y ofrecer su ayuda a las autoridades californianas. La entidad está en contacto continuo con los diferentes servicios de emergencias a la espera de poder intervenir en la zona afectada por los incendios, donde, de momento, el acceso está restringido por motivos de seguridad.

Ante esta situación, SAMU envió a un equipo de profesionales liderado por el presidente de la entidad, Carlos González de Escalada, para realizar una valoración de las necesidades sobre el terreno y establecer alianzas con organizaciones locales. Esto ha permitido desplegar un segundo equipo de apoyo logístico y social para trabajar en colaboración con organizaciones locales como The Sidewalk Project, una ONG que brinda ayuda a poblaciones vulnerables, incluyendo mujeres en riesgo, trabajadores sexuales y personas sin hogar.

El equipo de SAMU, compuesto por tres voluntarios de SAMU First Response altamente capacitados, se ha integrado rápidamente en las labores de The Sidewalk Project. Sus funciones incluyen el apoyo directo a mujeres y niños afectados por la crisis, la distribución de suministros y la creación de redes de colaboración para garantizar alojamientos temporales y oportunidades laborales.

Así, en la zona de Skid Row, epicentro de la crisis de personas sin hogar en Los Ángeles, los técnicos de integración social de SAMU trabajan mano a mano con los voluntarios locales. Se llevan a cabo talleres de manualidades y actividades creativas diseñadas para aliviar el trauma de los más pequeños. Las mujeres en situación de vulnerabilidad reciben atención personalizada, incluyendo apoyo psicológico y ayuda para gestionar conflictos dentro de los refugios.

“Nuestro equipo ha estado trabajando incansablemente para asistir a las víctimas, atendiendo sus necesidades inmediatas mientras se aseguran de que reciban el apoyo necesario para recuperarse de este desastre”, afirma Derick Alegría, coordinador de esta misión especial.

Lo que hace que esta misión sea especialmente significativa es el equipo bilingüe de SAMU First Response, que ha sido de gran utilidad para asistir a los migrantes de habla hispana que han sido víctimas de estos devastadores incendios. Al superar las barreras del idioma, el equipo garantiza que los migrantes y otros grupos vulnerables reciban los recursos y la asistencia que necesitan.

“Esta misión en Los Ángeles es particularmente significativa, no solo porque buscamos ayudar a las víctimas de los incendios, sino también porque estamos abordando las necesidades de comunidades diversas que han sido gravemente impactadas. Estamos comprometidos con marcar una diferencia significativa en las vidas de quienes más lo necesitan”, añade Alegría.

Durante estas intensas semanas de trabajo, el equipo de SAMU First Response ha proporcionado asistencia crucial, como colchones limpios y nuevos para las personas que ya no tienen un hogar al que regresar, mochilas con kits de higiene para mantener la dignidad y la salud, agua potable para garantizar el acceso a agua limpia, y ropa limpia para hombres y mujeres.

“Nuestra misión es salvar vidas y empoderar a las comunidades vulnerables. Esta semana, la dedicación de nuestro equipo quedó demostrada cuando realizamos una maniobra de RCP que salvó la vida de una persona que estaba al borde de la muerte. Esto subraya la urgencia e importancia de nuestros esfuerzos en el terreno”, destaca Alegría.

La misión en Los Ángeles ha puesto de manifiesto la necesidad de una colaboración eficaz entre organizaciones internacionales y locales. Este modelo de intervención demuestra que, frente a emergencias complejas, la coordinación y la experiencia son esenciales para optimizar recursos y salvar vidas.

SAMU First Response asiste a las víctimas de los incendios de Los Ángeles

En respuesta a los devastadores incendios que han arrasado con Los Ángeles, SAMU First Response, una organización sin fines de lucro con sede en Washington, D.C. y Maryland, ha desplegado su equipo especializado de primera respuesta a Los Ángeles, California. Este equipo ha trabajado en el terreno durante las últimas semanas brindando ayuda a quienes han perdido sus hogares y necesitan apoyo urgente.

“Nuestro equipo ha estado trabajando incansablemente para asistir a las víctimas, atendiendo sus necesidades inmediatas mientras se aseguran de que reciban el apoyo necesario para recuperarse de este desastre”, afirmó Derick Alegría, coordinador de esta misión especial.

Lo que hace que esta misión sea especialmente significativa es el equipo bilingüe de SAMU First Response, que ha sido de gran utilidad para asistir a los migrantes de habla hispana que han sido víctimas de estos devastadores incendios. Al superar las barreras del idioma, el equipo garantiza que los migrantes y otros grupos vulnerables reciban los recursos y la asistencia que necesitan.

A través de colaboraciones con organizaciones sin fines de lucro locales, SAMU First Response ha ampliado su alcance, ayudando directamente a las personas más afectadas por esta crisis. “Esta misión en Los Ángeles es particularmente significativa, no solo porque buscamos ayudar a las víctimas de los incendios, sino también porque estamos abordando las necesidades de comunidades diversas que han sido gravemente impactados. Estamos comprometidos a marcar una diferencia significativa en las vidas de quienes más lo necesitan”, agregó Alegría.

Durante estas intensas semanas de trabajo, el equipo de SAMU First Response ha proporcionado asistencia crucial, como colchones limpios y nuevos para las personas que ya no tienen un hogar al que regresar, mochilas con kits de higiene para mantener la dignidad y la salud, agua potable para garantizar el acceso a agua limpia, y ropa limpia para hombres y mujeres.

“Nuestra misión es salvar vidas y empoderar a comunidades vulnerables. Esta semana, la dedicación de nuestro equipo quedó demostrada cuando realizamos una maniobra de RCP que salvó la vida de una persona que estaba al borde de la muerte. Esto subraya la urgencia e importancia de nuestros esfuerzos en el terreno”, destacó Alegría.

SAMU First Response sigue comprometido con salvar vidas y apoyar a comunidades en crisis. A medida que evoluciona la situación, la organización continuará brindando la asistencia necesaria. Invitamos a todos aquellos que deseen contribuir a los esfuerzos de SAMU a considerar realizar una donación. Para más información sobre SAMU First Response y cómo ayudar, visita la web de SAMU First Response.

SAMU en Valencia: historias de barro, resiliencia y esperanza

El 29 de octubre, la Comunidad Valenciana fue azotada por una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) que dejó una estela de destrucción y dolor sin precedentes en la historia reciente de nuestro país, y cuyos efectos seguirán vigentes durante un tiempo por determinar. Las lluvias torrenciales y los desbordamientos de ríos afectaron gravemente a municipios como Catarroja, Picanya, Paiporta y Utiel. Las infraestructuras colapsaron y las viviendas quedaron sumergidas bajo el agua. Hasta el 26 de noviembre, las autoridades habían confirmado 221 víctimas mortales en la provincia de Valencia.

“Aquello era una película de miedo. En la zona cero, la gente gritaba y todo estaba lleno de barro. Había destrucción mirases por donde mirases. Me impactó mucho aquel paisaje tan desolador”, explica Manuel Orozco, uno de los voluntarios del primer equipo que Fundación SAMU desplazó hasta la Comunidad Valenciana para ayudar a los afectados por la peor DANA del siglo. “Antes de llegar había visto muchas noticias e imágenes en las redes sociales, pero aquello había que verlo para creerlo”.

La psicóloga María Casado, otra de las voluntarias de Fundación SAMU, coincide con su compañero en que “la realidad superaba con creces todas las noticias” que les llegaba a través de las redes sociales o los medios de comunicación. “El paisaje era desolador. Parecía que estábamos en guerra y que se había detenido el tiempo”, reconoce Casado, que participó en el segundo contingente que activó la organización. “A pesar de que yo llegué en el segundo equipo, diez días después de la DANA, parecía que la gran riada había ocurrido el día anterior”.

La magnitud de la tragedia ha movilizado a miles de voluntarios que, desde el primer momento, se han volcado en las labores de rescate, limpieza y apoyo a los damnificados. La respuesta solidaria ha sido masiva, con ciudadanos de toda España desplazándose a las zonas afectadas para brindar su ayuda, entre ellos profesionales de Fundación SAMU.

La misión

Un equipo de once voluntarios especializados en emergencias sanitarias y protección civil de SAMU partió el 31 de octubre de Gelves (Sevilla) con dirección al municipio de Utiel para ayudar a las comunidades afectadas.

SAMU activó un gabinete de crisis el martes 29 de octubre por la noche, cuando empezaron a llegar las alertas del desastre desatado esa misma tarde por las fuertes lluvias. En la mañana del miércoles día 30, la organización empezó a coordinar los preparativos para una posible misión de emergencia y a movilizar a sus profesionales y a los alumnos de Escuela SAMU. Y por la noche, la dirección de SAMU tomó la decisión de enviar un dispositivo a Utiel para atender el llamamiento de auxilio realizado por su Ayuntamiento. Utiel, con 11.000 habitantes, fue uno de los municipios más afectados por las riadas e inundaciones. Las lluvias asociadas a la DANA provocaron el desbordamiento del río Magro. Las imágenes de puentes destruidos, carreteras levantadas, barrios devastados y rescates al límite han dado la vuelta al mundo.

Este primer equipo que se desplazó al levante español estaba formado por once personas, bajo el mando de Sergio Vitrián, experto en protección civil. Viajaban profesionales con diversos perfiles: enfermería, técnico en emergencias sanitarias, bomberos y especialistas en emergencias sanitarias y protección civil. El convoy contaba con dos vehículos todoterreno, un puesto de mando 4×4 y una UVI Móvil, además de material de intervención logística.

El gabinete de crisis de SAMU estaba en contacto con las autoridades tanto de Andalucía como de Valencia, así como con otras organizaciones de emergencias, en una situación en el que todos los recursos se vieron desbordados para determinar las zonas prioritarias de actuación y para identificar los espacios y las tareas en los que se requería asistencia.

Cuando el equipo de SAMU llegó a la zona se encontró con numerosos recursos y efectivos, pero faltaba coordinación. Por esta razón, en un primer momento, SAMU llevó a cabo funciones de coordinación de emergencias y, posteriormente, se desarrollaron labores de asistencia sanitaria casa por casa y de logística y rescate. “Era necesario coordinar todos los recursos. Había muchas manos, pero faltaba coordinación. Yo fui el responsable de organizar los diferentes profesionales que acudían de manera voluntaria, como enfermeros, bomberos, electricistas, fontaneros o cerrajeros. Estos últimos eran muy importantes, pues había numerosas casas cerradas y sus propietarios no tenían forma de entrar en ellas”, comenta Manuel Orozco, responsable de logística del primer contingente de SAMU y alumno de ciclo de FP de Técnico de Emergencias Sanitarias de Escuela SAMU.

“En la vida trabajamos y nos esforzamos para tener una casa y un coche, y aquellas personas lo habían perdido todo en cuestión de minutos. Vieron desaparecer su casa y su coche delante de sus ojos sin poder hacer nada, porque, si intentaban evitarlo, podían perder su vida”, continúa Orozco.

Este profesional recuerda ya en Sevilla cómo los vecinos de Utiel trataba a los voluntarios de SAMU como héroes sólo por el hecho de ayudarles. “Es algo que no se puede explicar. Nosotros hacíamos nuestro trabajo, pero para los vecinos de Utiel era mucho más. Les llamaba la atención que un grupo de personas vinieran desde Sevilla, siete horas en coche, a ayudarles”, apunta Orozco, que también participó este verano en el dispositivo de emergencias de Ceuta que SAMU activó ante la llegada masiva de personas migrantes.

Tras una semana en Utiel, Fundación SAMU envió un segundo equipo de 14 voluntarios formado por cuatro psicólogos, dos enfermeros, ocho técnicos de emergencias sanitarias y expertos en protección civil al municipio de Catarroja como respuesta a la demanda de apoyo formulada por las autoridades locales y regionales que estaban al frente de la gestión de la emergencia.

Este equipo multidisciplinar dio el relevo al primer contingente enviado por SAMU al municipio de Utiel, que regresó a la base el 2 de noviembre.

El nuevo dispositivo tenía como objetivos proporcionar primeros auxilios a la población; proporcionar equipo de protección individual (EPIs) y atender a aquellas personas afectadas por la propagación de enfermedades transmisibles; colaborar en la gestión, almacenamiento y transporte de los centros de recepción de alimentos en el municipio de Catarroja; y proporcionar apoyo psicológico fijo y móvil ante la posible alta demanda por parte de la población afectada por la DANA. La misión se prolongó durante 10 días.

“En cuanto llegamos nos pusimos al servicio de las autoridades locales para dar apoyo psicológico. Por un lado, realizábamos el seguimiento de casos que ya estaban identificados por los servicios sociales, y, por otro, detectábamos casos nuevos”, explica la psicóloga María Casado.

“Los afectados por la DANA necesitaban hablar, alguien que les escuchara. Cuando hay una catástrofe de estas características, si no hay pérdidas humanas en nuestro entorno más cercano, sólo pérdidas materiales, decimos que estamos bien, pero no es verdad”, continúa Casado. “Nos hemos encontrado con personas muy resilientes, especialmente las personas mayores, muchas de las cuales vivían en plantas bajas y se habían refugiado en las casas de sus vecinos o llevaban hasta diez días sin poder salir de sus viviendas. Muchas personas mayores, que ya habían vivido una riada anterior en los años 50, nos dijeron que la de 2024 había sido mucho peor”.

Manuel Orozco, por su parte, reconoce que no han sido consciente de lo que han visto y vivido en Valencia hasta que no han regresado a Sevilla. “Allí estás en una burbuja. Allí estás, literalmente, metido en el fango y sin parar de trabajar de ocho a ocho y, sin embargo, cuando terminas parece que sólo ha pasado una hora. Ya en Sevilla, nos dimos cuenta de que somos unos privilegiados. Hemos tenido mucha suerte porque ésta ha sido la mayor catástrofe que ha sufrido España”.

Orozco también destaca la importancia del trabajo en equipo y del compañerismo. Reconoce que no conocía a ninguno de sus compañeros hasta que salieron hacia Utiel, pero que rápidamente conectaron. “En una misión humanitaria, los compañeros son tu familia, lo más importante”. Los compañeros son la piedra en la que apoyarse y recargar fuerzas para seguir ayudando a los demás.

“Todo el mundo debería vivir una experiencia así”

Alba Molina Fajo y Julia Ceballos Ramírez. Enfermeras y miembros del contigente que ha participado en la Misión de Chile.

 

Las enfermeras especialistas en Pediatría Alba Molina Fajo (Jaca, Huesca, 1995) y Julia Ceballos Ramírez (Granada, 1998) formaron parte de la misión humanitaria de Fundación SAMU en Chile que se desarrolló entre junio y julio de este mismo año en Coyhaique, ciudad de la región de Aysén, al sur del país. Durante 18 jornadas consecutivas, ambas voluntarias hicieron frente al brote de virus respiratorio sincitial que ha afectado, de forma especial, a bebés menores de un año, provocando al menos siete fallecimientos en los peores días de la crisis y una saturación de camas para pacientes críticos.

Este despliegue volvió a demostrar la capacidad de respuesta y de especialización de Fundación SAMU ante la llamada de la OPS/OMS (Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud) y su vocación de ayudar a los que lo necesitan, allá donde estén.

—¿Por qué decidieron participar en la misión humanitaria de SAMU en Chile?

—Alba Molina (AM): SAMU buscaba para esta misión un perfil específico de enfermera con experiencia en cuidados críticos pediátricos y casos de bronquiolitis. Todo ello se adaptaba bien a mi experiencia profesional y personal. Siempre intento estar atenta a este tipo de oportunidades laborales y de voluntariado. Cuando me enteré de esta misión sentí que estaba lo bastante preparada para dar el paso.

—Julia Ceballos (JC): En mi caso, conozco SAMU desde que comencé a estudiar la carrera de Enfermería, e incluso me atrevería a decir que desde antes. Siempre me ha interesado mucho su escuela de emergencias, la formación que imparten y todas las labores y acciones que realizan. De hecho, aún tengo pendiente realizar su Máster de Enfermería en Urgencias, Emergencias, Catástrofes y Acción Humanitaria. La verdad es que no me pensé mucho el participar en la misión de Chile. Desde que era pequeña he querido participar en algún proyecto de ayuda humanitaria y, en este caso, al ser con SAMU, la decisión fue fácil.

—¿Cómo supieron que SAMU estaba preparando una misión a Chile?

—AM: Una compañera que hizo el Máster de Enfermería de SAMU me lo comentó.

—JC: Lo mismo. Me enteré también a través de una compañera que realizó este mismo máster hace ya unos años.

—¿Habían participado anteriormente en alguna otra misión humanitaria?

—AM: Sí, con una ONG local pequeña en Huancayo, Perú, y con la Fundación Pablo Horstmann en Lamu, Kenia.

— JC: En mi caso, ésta ha sido la primera vez.

—¿Qué se encontraron cuando llegaron a Chile?

—AM: Encontramos una situación un poco diferente a la que esperábamos. Había niños ingresados con un diagnóstico de bronquiolitis y necesidades de cuidados críticos en un servicio de UCI de adultos con una falta de profesionales con experiencia en el manejo del paciente crítico pediátrico.

—¿En qué estado ingresaban los niños?

—JC: No todos los niños ingresaban con la necesidad de unos cuidados intensivos. Todo se iba viendo en función de la evolución del paciente. Pero sí es cierto que algunos de ellos llegaban al hospital directamente con necesidad de ventilación mecánica o con un patrón respiratorio complicado.

—¿Les recordaba la virulencia del virus sincitial a los tiempos del coronavirus en España?

—AM: Sí, en general, la virulencia y el estado en el que ingresaban los pacientes resultaba similar al que nos habíamos enfrentado en España unos meses antes en nuestra propia epidemia en invierno.

—JC: Más que a la situación de 2020 ó 2021, a mí me recordó más a la situación vivida el pasado invierno en España. Nosotras mismas en nuestra unidad vivimos una situación difícil. Hubo muchos niños ingresados por VRS (virus sincitial respiratorio), que requirió de un aumento de personal y de camas de cuidados críticos pediátricos.

—¿Cuál era el estado de alerta entre la población?

—AM: La población estaba bastante enterada de la situación de la epidemia de infección respiratoria infantil y los medios de comunicación se hacían eco constantemente de la misma, así como de la preocupación local sobre la falta de una UCI pediátrica para dar respuesta a los niños que llegaban en una situación crítica.

—JC: Las personas estaban algo angustiadas porque relacionaban esta situación con otra anterior vivida en 2017, cuando tuvieron una carga asistencial muy grande, sobre todo, de pacientes pediátricos, y en la que en más de una ocasión vivieron momentos difíciles y duros.

Recursos disponibles

—¿Cómo era el hospital en el que trabajaron?

—JC: Si tuviese que clasificarlo como normalmente hacemos aquí en España, diría que se trataba de un hospital de carácter comarcal. El centro contaba con la mayoría de los servicios esenciales. Estaba bien dotado tanto de personal como de material y equipamiento. Y, con respecto a lo que nos podemos encontrar en nuestro país, no había mucha diferencia. Lo que sí es cierto es que, en los que se refiere al área de pediatría, no contaba con todos los recursos necesarios. En este caso, no contaba con una UCI pediátrica, un proyecto que se lleva gestionando, según nos informaron, desde 2017.

—¿Con qué medios contaban? ¿Eran similares al de un hospital de España?

—AM: A nivel de medios, el hospital de Coyahique, hasta lo que nosotras humildemente pudimos conocer, estaba adecuadamente dotado. Las diferencias se evidenciaban más a nivel de recursos humanos formados de forma específica para utilizar los medios disponibles para dar unos cuidados concretos a la población pediátrica.

—¿Cómo fue el trabajo con el equipo local?

—JC: El trabajo con el equipo de allí fue muy fácil. Nos recibieron muy bien. Además, creo que nuestro equipo se adaptó muy bien a ellos, al igual que ellos a nosotros. SAMU fue a ayudar y, aunque es verdad que acabamos adaptándonos a su forma de trabajar, siempre aceptaban cualquier consejo o experiencia que les transmitíamos.

—¿Qué aprendizajes y lecciones se han traído de esta experiencia?

—AM: La colaboración fue muy satisfactoria. Nos recibieron con amabilidad y compartieron con nosotras turnos y momentos duros, aportando con ellos a la vez nuestros conocimientos y experiencias particulares.

—JC: Con esta experiencia he podido confirmar que dedicarse al ámbito sanitario es algo vocacional, pues, independientemente de los recursos que se tengan, todo el personal se involucra al cien por cien para que el paciente salga hacia delante o para que los cuidados que reciban sean siempre los más óptimos posibles.

—¿Cómo valoran la experiencia?

—JC: Ha sido muy positiva tanto a nivel profesional como personal. Creo que todo el mundo debería vivir alguna vez una experiencia así.

—¿Qué fue lo que más les impresionó o les resultó más difícil de hacer?

—AM: Para mí, quizás, la parte más difícil fue lidiar con algunas situaciones críticas en las que, en mi contexto de trabajo, estoy acostumbrada a proceder de forma protocolizada, lo que asegura una respuesta organizada y eficaz, pero, en Chile, no siempre podía actuar así, ya que el servicio de UCI pediátrica todavía estaba en proceso de desarrollo, con algunos profesionales instruidos en ese área de práctica clínica pero con muchos todavía en el proceso de formación.

—JC: Lo que más me impresionó fue el hecho de que un hospital un poco incomunicado a nivel de carreteras no contará con una unidad de cuidados críticos pediátricos y sí con otros servicios. Y lo que tal vez me costó un poco más fue el tema burocrático, dado que los pacientes con ventilación mecánica tenían que ser trasladados a un hospital que contara con unidad de críticos pediátrica y eso suponía realizar varias gestiones. Es algo que nosotras no llegábamos a manejar del todo. Pero es cierto que todo es hacerse al sistema de trabajo.

—¿Repetirían la experiencia?

—AM: Me encantaría tener la oportunidad de repetir con SAMU en próximas misiones, especialmente en proyectos de ayuda humanitaria motivada por desastres naturales, un área humanitaria en la que no he trabajado nunca y en la cual tengo un gran interés en aprender.

—JC: Repetiría sin lugar a dudas. La experiencia ha sido enriquecedora en todos los sentidos. Y trabajar con SAMU también lo ha hecho todo mucho más fácil.

Rumbo a Chile contra el virus respiratorio sincicial

Una misión de sanitarios de Fundación SAMU partió el viernes 23 de junio desde Sevilla con destino a Chile para sumarse al dispositivo internacional que hace frente a la crisis provocada por un brote de virus respiratorio sincicial (VRS). Hasta final de junio, el virus había causado la muerte de siete bebés lactantes en el país. El brote ha puesto a las autoridades sanitarias en vilo.

Fundación SAMU ha activado esta misión de cooperación como respuesta a la solicitud de apoyo internacional formulada por el Ministerio de Salud de Chile (MINSAL) y de la PAHO (Organización Panamericana de la Salud) a entidades colaboradoras de todo el mundo.

Cuatro voluntarios forman parte de este primer contingente: dos enfermeras especializadas en pediatría, Julia Ceballos y Alba Molina; un intensivista pediátrico boliviano, Nils Casson; además del director de área de Emergencias de SAMU, Juan González de Escalada, que está al frente de la misión.

Tras las conversaciones mantenidas con la PAHO, los especialistas de SAMU irán destinados al refuerzo de la UCI pediátrica del hospital de Coyhaique, ciudad de la región de Aysén. Es una zona muy poco poblada del sur de Chile, con enormes glaciares, fiordos y montañas nevadas, en la que se ha identificado la necesidad de reforzar las urgencias pediátricas. El proyecto tiene una duración inicial estimada de dos semanas.

Recepción de candidaturas

“Estamos abiertos a la posibilidad de enviar más equipos, aunque la singularidad de esta misión es que necesitamos personal especializado en cuidados intensivos pediátricos, que es el que puede desempeñar un papel decisivo ahora en el país. Tenemos abiertos nuestros procesos de selección”, ha explicado Juan González de Escalada.

En su reporte del miércoles 21 de junio, el MINSAL informó de que, hasta la fecha, un total de siete menores de un año habían fallecido en el país a causa del virus respiratorio sincicial.

“El virus sincicial causa una enfermedad grave, genera una destrucción del tejido de los pulmones y una insuficiencia respiratoria en los niños, especialmente en los menores de un año”, ha explicado el jefe del departamento de Epidemiología del Ministerio de Salud, Christian García. “Durante la pandemia, se ha generado una gran población susceptible y esto explica, en parte, la gran cantidad de circulación y de casos detectados por nuestro sistema sanitario”, ha añadido.

Las autoridades chilenas han catalogado el brote como “el más grande de los últimos años” y han anunciado el regreso del uso obligatorio de mascarillas para profesores y niños mayores de cinco años en espacios escolares hasta el término de la alerta sanitaria, fijado para el 31 de agosto.

En el citado reporte del 21 de junio, había un 92% de ocupación de camas críticas en los hospitales tanto en el sistema público como en el privado, que suman 1.386 plazas como dotación excepcional.

Bajas temperaturas

Además, se habían registrado 235 traslados pediátricos desde el inicio de la campaña de invierno. Para los próximos días, los pronósticos no son alentadores: la bajada de las temperaturas y la coincidencia del virus sincicial con otras patologías como la gripe amenazan con congestionar aún más la red hospitalaria.

Las dos últimas misiones internacional desplegadas por SAMU se desarrollaron en 2022 en las fronteras de Ucrania, con motivo de la crisis humanitaria provocada por la invasión rusa, y a principios de este año, en Turquía, tras el terremoto que devastó el sureste del país.

En las dos últimas décadas, SAMU ha desplegado misiones humanitarias en países como Irán, Marruecos, Indonesia, Sri Lanka, Haití, Perú, Sudán, Costa de Marfil, Sierra Leona, Nepal, Filipinas, Francia, El Salvador, Costa Rica, Honduras y República Dominicana.

Turquía 2023: La vida y la muerte bajo los escombros

Alas cuatro horas y diecisiete minutos del 6 de febrero, cuando casi toda la población estaba sumida en el sueño profundo de la madrugada, dos terremotos consecutivos sacudieron las provincias del sureste de Turquía y el norte de Siria, una de las zonas sísmicas más activas del mundo. Los seísmos, de magnitud 7,8 y 7,5 en la escala de Richter, tumbaron ciudades enteras en lo que el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, definió como la mayor tragedia sufrida en el país desde el terremoto de Erzincan, sucedido en 1939. La devastación fue similar en Siria, país que además cuenta con el agravante de estar sumido en una guerra civil desde hace más de diez años. Poco después del amanecer del mismo 6 de febrero, cuando ya se contabilizaban por miles los muertos y desaparecidos en ambos países, SAMU, en España, activó un gabinete de crisis para valorar su intervención inmediata en la catástrofe.

En la misma mañana se establecieron contactos con los financiadores habituales de la Fundación y con diversas instituciones para recabar apoyos para la puesta en marcha de la misión. SAMU también ofreció su estatus de “disponibilidad” a los equipos Emergency Medical Teams (EMT) de la Organización Mundial de la Salud. La iniciativa EMT tiene como objetivo priorizar y mejorar la capacidad de los equipos locales para responder a las emergencias y fortalecer la red para brindar apoyo en emergencias cuando sea preciso en contextos como el desatado por los terremotos.

Las primeras gestiones dieron como resultado el envío de un equipo cinológico a Turquía formado por tres personas: Juan Gutiérrez Zazo, como responsable del dispositivo, Juan Hidalgo Martínez, como jefe de rescate, y el guía canino Antonio Miranda Escudero. Junto a ellos, un elemento clave en la expedición: Homero, un pastor belga de seis años entrenado para labores de rescate desde que era un cachorro de dos meses. Partieron en dirección a Turquía desde Escuela SAMU (Gelves, Sevilla) en la mañana del 8 de febrero.

Unas horas antes, de forma paralela, Borja González de Escalada, vicepresidente de Fundación SAMU, acompañado de efectivos de la ONG estadounidense Project Hope, colaboradora habitual de SAMU, había partido desde España con dirección a Turquía para valorar sobre el terreno la oportunidad de despliegue de una misión sanitaria de la entidad. El objetivo de ambas organizaciones era enviar con la mayor celeridad posible un equipo médico de primera intervención, en coordinación con las autoridades de emergencias locales e internacionales.

El escenario tras el desastre

Con la colaboración de Project Hope y Médicos del Mundo, el equipo cinológico se desplegó en Adiyaman, ciudad al sureste de Turquía con una población de alrededor de 330.00 personas que estaba completamente devastada tras los temblores de la tierra. El escenario, según relató desde allí Juan Gutiérrez Zazo, estaba formado por edificios convertidos en escombros; personas durmiendo en la calle o deambulando sin tener dónde ir después de haberlo perdido todo; hogueras en las calles para aliviar el frío extremo; desabastecimiento de agua corriente y electricidad; puestos callejeros improvisados repartiendo comida o botellas de agua potable, y equipos de rescate intentando mantener la esperanza de encontrar supervivientes en el desastre. “He visto unos niveles de solidaridad muy importantes”, subrayaría Gutiérrez Zazo.

Desde su llegada, la misión del equipo era “encontrar vidas”. “Íbamos allí a rescatar a personas. Nos iban dando avisos de dónde se escuchaban voces, lugares en los que podía haber supervivientes bajo los escombros. Dábamos orden al perro para que buscara dentro del edificio derruido, si es que era posible”, recuerda Zazo.

En medio de la devastación total, el equipo de SAMU solo pudo encontrar cadáveres. “Que no pudiéramos rescatar a personas con vida era una probabilidad que teníamos en mente. El tiempo allí juega en contra del rescate por la magnitud del seísmo y por las condiciones meteorológicas que nos hemos encontrado, que no eran nada favorables”, señala. “Son muchas las imágenes que se quedarán con nosotros, como el cuerpo sin vida de una mujer embarazada que encontramos en su cama junto a otra hija encima, el de una señora muy mayor… Son momentos que serán difíciles de olvidar”.

Tras el rescate, excavadoras

El equipo cinológico dividió sus cinco días de trabajo entre las ciudades de Adiyaman y Antioquía, gracias al soporte de Médicos del Mundo y Project Hope, y también “gracias al pueblo turco, que a pesar de que lo está pasando muy mal, se desvivía por agradecer todo lo que se está haciendo por ellos”, observa Gutiérrez Zazo. La misión finalizó el 13 de febrero, ya sin ninguna esperanza de encontrar supervivientes entre los escombros, y cuando los equipos de rescate eran sustituidos sobre el terreno por las excavadoras y los camiones.

En paralelo al trabajo de este dispositivo, Borja González de Escalada, vicepresidente de SAMU, realizaba tareas de inteligencia a fin de detectar oportunidades para el despliegue de un equipo de sanitarios, en mitad de una ola de ayuda humanitaria. Recorrió zonas afectadas, ciudades “semifantasmas”, como Adiyaman y Antioquía, hasta reunirse con el dispositivo cinológico y unirse a las labores de búsqueda.

Pendientes de autorización

Borja González de Escalada, en contacto permanente con las autoridades locales y con el gabinete de crisis operativo en España, alargó su estancia unos días más en Gaziantep a fin de obtener la autorización para llevar un hospital de campaña con sanitarios españoles a las zonas más afectadas por el terremoto. Esa autorización, sin embargo, sigue pendiente, y todo apunta a que se postergará hasta marzo, aunque las necesidades de ayuda en el ámbito sanitario en el país se prolongarán durante meses.

Al cierre de esta edición de Revista SAMU, el número de víctimas del terremoto en Turquía superaba las 43.500 personas. El ministro del Interior, Süleyman Soylu, precisó que, en la provincia de Hatay, la más afectada por el seísmo, todavía había algunos edificios con personas bajo los escombros. En Siria el número de fallecidos supera los 6.000, pero la cifra está abierta.

Fundación SAMU, entidad especializada en emergencias sanitarias y acción social, ha desarrollado en las dos últimas décadas misiones humanitarias en países como Irán, Marruecos, Indonesia, Sri Lanka, Haití, Perú, Sudán, Costa de Marfil, Sierra Leona, Nepal, Filipinas, Francia, El Salvador, Costa Rica, Honduras y República Dominicana.

La UPO y SAMU ponen en marcha una formación sobre voluntariado de emergencias

El rector de la Universidad Pablo de Olavide, Francisco Oliva Blázquez, y el vicepresidente de Fundación SAMU, Borja González de Escalada, inauguraron el 31 de enero el programa de formación para el Servicio de Voluntariado de Urgencia y Emergencia, una iniciativa del vicerrectorado de Cultura y Políticas Sociales a través de la Oficina de Voluntariado y Compromiso Social de la UPO que cuenta con la asesoría de la Cátedra de Innovación Social SAMU. En la mesa inaugural también estuvo presente el director de la Cátedra, José Luis Sarasola Sánchez-Serrano.

El objetivo de esta iniciativa es atender situaciones de emergencia social, ecológica o económica que requieran de ayuda y colaboración voluntaria desde la comunidad universitaria. De esta forma, las acciones de este grupo están dirigidas a la atención de necesidades sociales y/o urgentes que puedan demandar las asociaciones que colaboran con la Oficina de Voluntariado y Compromiso Social de la UPO.

Francisco Oliva destacó el compromiso social de la Universidad Pablo de Olavide, una de cuyas señas de identidad es su Oficina de Voluntariado, que ya implica a más de 400 estudiantes y que comenzó su actividad al poco de crearse la universidad. El rector hizo hincapié en la importancia de incorporar el ámbito de la emergencia al voluntariado universitario pues “los cambios en el mundo actual son tan impredecibles que provocan que las crisis sean más habituales, generando situaciones con personas vulnerables”. Además, incidió en que, una vez que se tiene el imprescindible espíritu solidario, la formación es fundamental para afrontar situaciones de emergencia social.

Durante el curso, que se desarrolló del 31 de enero al 14 de febrero, los asistentes adquirieron competencias para colaborar, con perspectiva socioeducativa, en situaciones de crisis social y humanitaria.

Contenidos de la formación

El programa consistió en cinco sesiones de tres horas cada una. La primera de ellas corrió a cargo del personal de la Oficina de Voluntariado y Compromiso Social de la UPO con el objetivo de afianzar conceptos como la solidaridad, el altruismo y el voluntariado. El resto de sesiones fueron impartidas por formadores especializados en la materia y abordaron temáticas como normativa, marco conceptual, enfoque psicosocial, recursos personales ante la acción voluntaria, gestión de emergencias sociales en situaciones de discapacidad y organización de dispositivos de emergencias. Entre los ponentes estaban María del Carmen Moreno, José María Morán, Gema Rico y Rocío Álvarez, todos ellos pertenecientes al Grupo de Intervención en Emergencias del Colegio Oficial de Trabajo Social de Sevilla, además de Andrés Rodríguez y María Casado, de SAMU.

Una vez finalizadas las sesiones, se creó un canal de información y formación continua. El último día del curso, durante el acto de clausura, también intervino el doctor Carlos Álvarez Leiva, fundador y presidente de honor de SAMU.

Desde su creación, la UPO ha participado en diversas situaciones extraordinarias de estas características, como la ocupación de sus pabellones deportivos por personas migrantes en el 2001, el apoyo en la recogida de petróleo en las costas gallegas por el hundimiento del Prestige en 2002 o, más recientemente, las acciones emprendidas por la crisis sociosanitaria como consecuencia de la pandemia por Covid-19 y por la ocupación rusa de Ucrania.

José Antonio Trujillo, nuevo director general adjunto

El hasta ahora adjunto a la dirección general de SAMU, José Antonio Trujillo, ha sido nombrado en enero director general adjunto de la entidad. Carlos González de Escalada, director general y presidente de la organización ha sido el encargado de anunciar este ascenso. “Este nombramiento refuerza la profesionalización de SAMU”, destaca González de Escalada.

José Antonio Trujillo es Licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla y cuenta con un Máster en Organización de Empresas por el Instituto de Empresa. Ha ejercido cargos de dirección en diversas multinacionales hasta su llegada a SAMU en diciembre de 2019, donde, en un primero momento, ejerció como director del departamento de Desarrollo. En diciembre de 2021, fue nombrado adjunto a la dirección general de SAMU, puesto que ha ejercido hasta la fecha.

Hace un año, José Antonio Trujillo impulsó el Plan 2030, una hoja de ruta que pretende convertir a SAMU en una multinacional de la salud, los servicios sociales y las emergencias, siendo fiel a su herencia fundacional: compromiso y calidad, superior capacidad de organización y fortaleza logística.

Plan 2030 de SAMU: una multinacional de la salud y la acción social

SAMU ha cerrado un ciclo de vida, un ciclo de 40 años que arrancó en un piso en el barrio sevillano de Los Remedios y con una ambulancia Volkswagen que el doctor Carlos Álvarez Leiva adquirió en Alemania a principios de los años 80. Hoy, SAMU cuenta con una plantilla que supera los 2.500 trabajadores, más de 90 recursos del ámbito sanitario y social y una presencia consolidada no sólo en España, sino también en Marruecos y Estados Unidos. La organización mira ahora hacia el futuro e inicia un nuevo ciclo, una nueva etapa que ha arrancado con un relevo generacional en el equipo de dirección y el desarrollo de un plan estratégico, una hoja de ruta que mira hacia el 2030. “En SAMU tenemos un lema. Nos enfrentaremos a todos los temporales que haga falta. Las olas serán muy altas, pero el rumbo tiene que estar claro. Este Plan 2030 es el rumbo a seguir”, señala Carlos González de Escalada, presidente y director general de SAMU.

“El objetivo de nuestro Plan 2030 es convertir a SAMU en una multinacional de la salud, los servicios sociales y las emergencias, siendo fiel a su herencia fundacional: compromiso y calidad, superior capacidad de organización y fortaleza logística. Este ambicioso plan se asienta sobre pilares realistas y un concienzudo análisis de nuestro entorno, teniendo presentes variables sociales, económicas, demográficas e institucionales, basándonos en la solidez y con el objetivo de adaptarse a las circunstancias de un entorno complejo, cambiante y difícilmente predecible”, explica José Antonio Trujillo, adjunto a la dirección de SAMU. “La marca SAMU, el equipo profesional multidisciplinar y su carácter innovador, así como la diversificación de servicios, llevarán a nuestra organización, junto a la excelencia demostrada, al salto cuantitativo que nos proponemos dentro y fuera de nuestras fronteras”.

Internacionalización

Tal como destaca González de Escalada, este Plan 2030 se basa en tres grandes pilares: “Potenciar los proyectos fuera de España; entrar en una dinámica de constante modernización tecnológica, humana y de procesos; y apostar por la formación tanto en nuestros valores como el talento que existe dentro de la propia organización. Estas son las tres matrices de trabajo”.

Con respecto al primer eje, la internacionalización, SAMU mira hacia otros países, principalmente, europeos y americanos. Desde 2017, la compañía trabaja en Marruecos y, poco después, comenzó su andadura en Estados Unidos, una aventura que ha ganado impulso durante 2021 con la acogida de menores inmigrantes. Además, el pasado año comenzó a trabajar en Iberoamérica.

“La marca SAMU es muy potente fuera de nuestras fronteras. No solo la marca, sino también el modo de trabajar y enfocar la acción social, sanitaria y en el ámbito de las emergencias”, explica Trujillo. “Esta vocación de internacionalización no surge solo porque se haya producido un cambio en la dirección de SAMU. En cierto modo, es un paso lógico, un paso natural que debe dar la organización dado su crecimiento”.

En esta internacionalización también hay que mencionar las misiones humanitarias. En los últimos tiempos, SAMU ha estado presente en Rumanía, Moldavia, Polonia, Costa Rica y Honduras. “SAMU lleva 30 años realizando misiones humanitarias, pero ahora, por primera vez, lo hace bajo el paraguas de las Naciones Unidas y con financiación”, apunta José Antonio Trujillo. Por otro lado, SAMU pronto contará con dos nuevas sucursales en Perú y Ecuador, y, actualmente, tiene en marcha varios proyectos formativos en El Salvador.

Dentro de nuestras fronteras, también continúa la diversificación de proyectos. Recientemente, se ha abierto un nuevo recurso de atención integral 24 horas dirigido a menores extranjeros en Mallorca, el primero que SAMU pone en marcha en las Islas Baleares. Y trabaja para la apertura de un centro dirigido a personas sin hogar en Ibiza, que, según adelanta Trujillo, estará funcionando dentro de un mes, aproximadamente.

Modernización

Con respecto al segundo pilar del Plan 2030, la modernización (financiera, transformación digital, procesos), Trujillo es claro: “Una organización que en el año 2022 no esté enfocada a sistemas, herramientas y métodos apoyados en la tecnología, no tiene todas las claves del éxito garantizadas. Por eso, nuestra apuesta en el Plan 2030 es ir poniéndonos a la vanguardia de la tecnología, tanto internamente como de cara a nuestros procesos y servicios fuera. Tenemos que dar la imagen de una empresa moderna y líder en el sector”.

Excelencia, tecnología, sostenibilidad, transparencia, investigación e innovación acompañarán el trabajo de SAMU en los próximos años. En este sentido, el departamento de Desarrollo de SAMU juega un papel importante. “El equipo de Desarrollo es una auténtica máquina de hacer proyectos y que explora constantemente tanto las oportunidades de nuestro ámbito como aquellas que supongan innovación o resulten transformadoras”, apunta Trujillo.

Actualmente, SAMU trabaja en proyectos europeos a través de partenariados y socios tecnológicos de primer nivel que le están dando apoyo en temas relacionados con las comunicaciones y herramientas tecnológicas.

Uno de los proyectos estrella de SAMU en este campo es la implantación de SAMS (SAMU Advanced Management System), un sistema de gestión integral desarrollado por la propia entidad que permite un registro sistematizado y exhaustivo de todas sus unidades de trabajo, además de una gestión preventiva y la posibilidad de generar conocimiento a través de procesos de investigación a partir de los datos registrados.

Otro de los proyectos en marcha es VRIME (Instrumento de Valoración del Riesgo en Menores y Jóvenes Migrantes Residentes en Andalucía), en colaboración con la Universidad Loyola, cuyo objetivo es el diseño de una herramienta de recogida de datos (Toolkit VRIME) que permita conocer los perfiles de riesgo de menores extranjeros no acompañados que se encuentran en entidades de acogida como Fundación SAMU y EMET-Arcoiris, así como identificar factores de protección o resiliencia en estos menores.

A estos dos proyectos se suman la firma próximamente de la Cátedra SAMU de Investigación Social con la Universidad Pablo de Olavide y SAMU Dis−Fit, la primera batería de valoración de condición física de personas con discapacidad intelectual en España, una iniciativa llevada a cabo gracias a la colaboración entre Fundación SAMU y el departamento de Motricidad Humana y Rendimiento Deportivo de la Universidad de Sevilla. Esta herramienta pretende orientar a profesionales de atención a la discapacidad sobre los parámetros físicos de personas con diversidad cognitiva, a través de tablas que por primera vez son el resultado de la actividad física de estas personas, y no una adaptación de tablas físicas de personas normalizadas.

“También hay que destacar la constitución del Instituto SAMU de Investigación Científica (ISIC), del que dependerá la nueva Academia SAMU, que forma parte de la tercera pata del Plan 2030 y que versa sobre la gestión del talento. Este instituto está recién constituido y tenemos la esperanza de que sea un agente andaluz de conocimiento. Todas las grandes corporaciones tienen sus propios órganos de investigación científica y nosotros no podíamos ser una excepción”, señala Carlos González de Escalada.

Gestión del talento

Como ya se ha mencionado, la tercera y última pata del Plan 2030 es la gestión del talento. “En una organización como SAMU con 2.500 personas hay mucho talento, algunos visibles y conocidos y otros ocultos. En este sentido, desde el ámbito de Recursos Humanos, trabajamos para descubrir y fomentar que ese talento esté al servicio de la organización y que, además, no sea un talento estático, sino que es nuestra responsabilidad ir desarrollando y preparando a estas personas que son las que van a tirar del carro en 2030”, afirma José Antonio Trujillo. “Formar a estas personas desde el propio SAMU es una estrategia clave, es invertir en las personas que dirigirán esta casa dentro de 10 ó 15 años. Para ello, nos hemos dotado de un presupuesto muy ambicioso y de unos programas formativos muy potentes. La Academia SAMU es una de las iniciativas más exitosas y de mayor reconocimiento en toda la organización este año”.

“Actualmente ofrecemos un título de posgrado de Experto en Desarrollo directivo y también impartimos infinidad de cursos de formación en liderazgo, tecnología, formación financiera, nuevas tecnologías…”, añade Carlos González de Escalada. “Cuando estudias el recorrido de las grandes organizaciones, el mayor peligro que tienes es que se diluya tu esencia y esto nos preocupa mucho, sobre todo a la familia fundadora. No nos gustaría que la esencia fundacional, muy volcada en la prestación de servicios, en la logística, en la excelencia, en mimar todo lo que hacemos, se vaya perdiendo conforme vayamos creciendo. Y la única manera que tenemos de trasmitir esos valores es con programas específicos dirigidos al equipo directivo, formado por unas 120 personas”.

En este punto entra en juego Talento SAMU, una campaña para buscar el talento oculto que existe dentro de la organización, entre los trabajadores, con el objetivo de desarrollarlo y promocionarlo. Este proyecto tiene como objetivo que los propios empleados de SAMU puedan postularse en nuevos proyectos y optar a los puestos que se desarrollen dentro de la organización.

Alineados con los objetivos de la Agenda 2030

SAMU se proyecta como una organización líder a nivel nacional en la combinación de servicios de salud, de cobertura social y de acción ante emergencias. La combinación de las distintas áreas convierte a esta organización en un modelo inédito en España con enormes y demostradas posibilidades de replicar en el resto del mundo.

Alineados con los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la proyección de SAMU en los próximos años estará marcada por el triple objetivo de ser una entidad sostenible económicamente, de carácter altamente social y enfocada a la globalidad. Todos ellos se sustentarán en el notable incremento de la responsabilidad social de la empresa, la promoción del crecimiento económico sostenido e inclusivo y por el empleo pleno y productivo.

Un punto de inflexión en sus vidas

Las distintas áreas de trabajo de SAMU coinciden en un objetivo final: ayudar a las personas. Desde traslado de críticos a menores o SAMU Wellness, el equipo de SAMU ha cambiado la vida de cientos de personas. En las próximas líneas rescatamos algunas de estas historias.

Una odisea de 155 kilómetros hacia la vida

Con el objetivo de salvar la vida a una niña de tan solo 20 meses, efectivos de la Guardia Civil y de cuerpos sanitarios, entre los que figuraba SAMU Málaga, llevaron a cabo en la primavera de 2017 una misión extraordinaria cuyos protagonistas difícilmente olvidarán. Consistió en el traslado de la pequeña desde el Hospital Materno de Málaga hasta el Hospital Reina Sofía de Córdoba en una situación crítica, que requirió la máxima coordinación, un despliegue logístico con muy pocos precedentes en el traslado de críticos, y el mejor desempeño de todas las personas implicadas para dar una oportunidad a una vida que tan solo comenzaba.

La pequeña estaba ingresada en el Hospital Materno de Málaga pendiente de unos estudios que debían determinar si necesitaba un trasplante cardíaco. En ese trance, sin embargo, su situación empeoró y pasó a la UCI. Allí tuvo que ser conectada a un complejo sistema capaz de mantenerla con vida sustituyendo sus funciones vitales (ECMO, Oxigenación por Membrana Extracorpórea), pero este equipo solo podía ser útil para la paciente durante unos días.

La niña requería su traslado urgente al Hospital Reina Sofía de Córdoba: primero, porque necesitaba un trasplante cardíaco que sólo se realiza en este centro; y, segundo, porque en el Reina Sofía disponían de otro equipo ECMO más sofisticado al que la pequeña podría estar conectada durante más tiempo, mientras esperaba la llegada de un donante compatible.

Las circunstancias eran cualquier cosa menos rutinarias. El ECMO debía instalarse en una UVI Móvil, un procedimiento para el que no existía manual, que nunca se había realizado en Andalucía y que en España sólo había uno o dos antecedentes. Además, el traslado debía realizarse sin ningún parón, frenazo o contratiempo durante los 155 kilómetros del trayecto.

La responsabilidad logística recayó en el Técnico en Emergencias Sanitarias de SAMU Málaga Francisco Guerrero, especializado en traslado de pacientes críticos, que actuó con el apoyo de dos de sus compañeros, Miguel Ángel Maisanaba (TES) y Tatiana Mérida (enfermera). “Nunca lo olvidaré. Ha sido mi mayor reto profesional y una responsabilidad enorme”, explica Francisco Guerrero.

El TES de Málaga se reunió en el Materno con el equipo de la UCIP (Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos). “Estuvimos cinco horas reunidos intensivistas, perfusionistas, enfermeros de UCIP y un cirujano cardiovascular para estudiar si era posible realizar un traslado con ECMO en una ambulancia. Desmontamos otro ECMO que tenían allí similar al que estaba conectado la niña y vimos dónde y cómo podíamos transformar la UVI para que todo se acoplara y para que su funcionamiento no se viera afectado en ningún momento durante el traslado”, relata.

Equipo de críticos de SAMU Málaga

Equipo de críticos de SAMU Málaga

La problemática se acrecentaba porque todo el material electromédico debía estar conectado a la red eléctrica y ésta debía mantener el abastecimiento de energía durante el trayecto: “consola de la ECMO, calentador, filtros, alrededor de 15 bombas de perfusión, respirador, monitores y un largo etcétera”, enumera el especialista de SAMU Málaga. “Me vi rodeado de grandes profesionales a los que tenía que explicar cómo actuar en mi ámbito, una UVI Móvil, algo que desconocían”.

Además de la UVI Móvil titular, se movilizó una segunda por si la primera sufría problemas eléctricos. El dispositivo se replicó en esta segunda, en la que también se cargó el soporte físico de la ECMO después de que el equipo desmontara “hasta todo lo desmontable” para mantener el soporte de la pequeña. “No podía salir bien, tenía que salir perfecto. No había lugar para el error”. En la UVI que transportaba a la niña estaban operativos dos intensivistas, una enfermera de UCIP, un perfusionista controlando la ECMO, y la enfermera de SAMU Tatiana Mérida y el propio Guerrero. En la otra unidad, otra enfermera de UCIP y un cirujano cardiovascular preparado para actuar en caso de urgencia. Además, participó el 061 Málaga a cargo de un VIR (Vehículo de Intervención Rápida) con un técnico, un enfermero y un médico.

A las 8:00 del 31 de mayo comenzó la operación en el Materno, con salida de los vehículos a las 11:00 y llegada al Reina Sofía alrededor de las 13:00 horas.

Desde Málaga, dos motos de la Guardia Civil abrieron paso a la comitiva a fin de garantizar que el transporte no sufriera ningún tipo de interrupción ni percance, y, ya en la provincia de Córdoba, dieron el relevo a un vehículo de la propia Benemérita que llevó a los sanitarios hasta la misma puerta del hospital cordobés.

En total, fueron 155 kilómetros en unas dos horas de máxima tensión que acabaron en éxito gracias a la coordinación de todos los implicados. Para la pequeña, fue un paso más, impulsado por más de treinta especialistas de los servicios sanitarios y de seguridad, en su particular carrera hacia la vida.

Juan Carlos Moreno: “Mi gran logro es haber podido sacar todo lo malo que tenía desde hace años en mi interior”

Juan Carlos Moreno ingresó en la clínica de salud mental SAMU Wellness en el verano de 2020 tras pasar el confinamiento de marzo por la pandemia de Covid-19 en un centro especializado en el tratamiento de adicciones de Sevilla. La suya es una historia de superación personal, con el apoyo de la familia de SAMU Wellness. Recuerda que comenzó a salir con sus amigos de noche a los 17 años y, en torno a los 24, comenzaron sus problemas de adicción, no solo de alcohol, sino también de drogas más duras. Él mismo se define como un consumidor social, aunque admite que el nivel de consumo de alcohol y drogas era mayor al de sus compañeros.

“Nunca he consumido todos los días de forma compulsiva, era más bien un consumidor social, pero reconozco que no controlaba la situación”, admite Juan Carlos Moreno, madrileño que hoy tiene 39 años y ha pasado por numerosos centros de desintoxicación. “El estrés, la ansiedad y la frustración me hacían consumir y buscar la evasión a través de estas sustancias. Empezaba con unas cervezas, hasta que se me iba de las manos y mezclaba el alcohol con cocaína”.

Juan Carlos Moreno

Juan Carlos Moreno

Hasta que llegó a la clínica de salud mental SAMU Wellness en julio de 2020, Juan Carlos siempre había recibido terapia para superar sus adicciones pero sin profundizar en el fondo del problema, sin realizar un abordaje integral a su situación. “Yo necesitaba apoyo psicológico, no solo terapia de grupo. Estaba cansado ya de las terapias de grupo, y solo hacía recaer una y otra vez”, reconoce.

Juan Carlos pasó el confinamiento de primavera en un centro de adicciones de Sevilla. Allí conoció a una mujer sumida en una profunda depresión. “No se movía, no interactuaba. Estaba muerta en vida. La trasladaron a SAMU Wellness y cuando volvió tres semanas después era otra persona. Era feliz. Me miró y me dijo: ‘Eso es lo que tú necesitas’. Yo no la escuché, no le hice caso. Me fui a Madrid y volví a consumir”, cuenta el madrileño. “Toqué fondo y fue entonces cuando le pedí a mi compañera que me pusiera en contacto con el equipo de SAMU”.

Juan Carlos ha pasado seis meses en las instalaciones de la clínica en diferente régimen, desde un ingreso hospitalario hasta la convivencia con un compañero en una casa de SAMU, pasando por el Hospital de Día. “En SAMU han ido más allá de mis problemas con las adicciones. Han ido al origen del problema y han realizado un trabajo integral. No han tratado mis adicciones como un problema aislado sino vinculado a otro problema que me diagnosticaron ya de adulto, el TDH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad)”, explica Juan Carlos Moreno.

“De pequeño, mi familia y mis profesores siempre me consideraron un niño malo e inquieto. Estudiaba en el último minuto y tenía problemas de concentración. Nunca se me dieron bien las Ciencias. Tuve muchos profesores particulares pero cuando llegaba el examen, no era capaz de entender qué me pedían y suspendía. La rabia y la frustración era enorme. Mi familia nunca me apoyó y siempre me han considerado una bala perdida”, relata el joven.

“En SAMU Wellness he logrado soltar todo lo que tenía dentro y me hacía tanto mal. He podido superar el duelo de mi madre. Mi madre murió sin verme bien y eso me ha provocado mucho sentimiento de culpa durante muchos años. He podido hablar de toda mi mierda y me han ayudado a gestionar mis emociones y a controlar mis impulsos”.

Juan Carlos tiene planes de futuro en Sevilla, donde quiere formarse para ayudar a otras personas en una situación similar a la suya. “No quiero volver a Madrid, aunque mi familia esté allí, creo que en estos momentos puede ser perjudicial para mí y para mi evolución. Ahora me encuentro muy bien. Si yo me encuentro bien a nivel psicológico, no tengo necesidad de consumir”.

Juan Carlos Moreno lleva ya casi un año sin consumir, pero, como él mismo asegura, el verdadero logro no es ése, sino haber podido sacar todo lo malo que llevaba años en su interior, ser capaz de afrontar con autonomía sus problemas del día a día y decidir por si mismo no volver a Madrid porque no le va a hacer ningún bien. “Ese es mi gran logro”.

Ismael Kone: “Cuando veo chicos deprimidos, les enseño fotos mías de cuando llegué a España y les cuento cómo es posible salir adelante”

Bounama Sarr e Ismael Kone forman parte de la plantilla del centro de Recepción de Menores Extranjeros no Acompañados (Recep) del Campo de Gibraltar y del Centro Extranjero de Primera Acogida (CEPA) de Pelayo (Algeciras), ambos gestionados por Fundación SAMU. Aquí atienden y ayudan diariamente a los menores inmigrantes que cruzan en patera el Estrecho de Gibraltar en busca de un futuro mejor. Actúan de mediadores, ya que ambos conocen a la perfección qué piensan y qué sienten estos chicos. Hace no mucho tiempo ellos atravesaron la misma situación como jóvenes migrantes.

Hoy han conseguido salir adelante bajo la tutela de SAMU y un extraordinario espíritu de superación.

Ambos jóvenes, hoy amigos, se marcharon de su casa cuando apenas tenían 16 años. Sarr, como todo el mundo conoce a Bounama Sarr, es natural de Senegal. Gracias a los ahorros de su padre, pudo viajar en coche hasta Mauritania y luego en avión hasta Marruecos, donde estuvo ocho meses trabajando como albañil y en un mercado, entre otras cosas, hasta que logró cruzar a España. “Intenté cruzar a España hasta en 14 ocasiones, pero siempre me pillaban. Sufrí mucho, me maltrataron. Nunca me imaginé que viviría cosas así”, reconoce el joven.

Bounama Sarr e Ismael Kone, junto a Nicolás Torres.

Bounama Sarr e Ismael Kone, junto a Nicolás Torres.

La última vez que intentó cruzar, en marzo de 2018, hacía muy mal tiempo. Era de noche y la tempestad casi hunde la embarcación en la que viajaba. “Nos salvamos gracias a la ayuda de Dios. Estábamos más muertos que vivos”, relata Sarr, aunque no todos sus compañeros sobrevivieron. “Había dos pateras con once personas cada una, y, a los cinco minutos de partir, la embarcación en la que iba yo se pinchó. Nadé como pude hasta la otra embarcación. Pasé mucho miedo. Estaba lloviendo. Mi único objetivo era sobrevivir”. Sarr logró alcanzar la segunda patera, ya de por sí sobrecargada. Sólo él lo consiguió.

Ismael no tuvo mucha mejor suerte. Natural de Boundiali, en Costa de Marfil, el joven llegó a San Fernando el 28 de octubre de 2017, con 16 años. “El viaje no fue fácil porque tuve que pasar por diversos países como Mali, Argelia y Marruecos. No tenía dinero y estaba solo frente a mi destino, joven, asustado y preocupado por mi familia. No tuve tiempo de explicarle a mi madre que pretendía viajar a Europa, ni ganas de decírselo porque me preocupaba su salud y la de mi padre”, confiesa Ismael.

Ambos jóvenes decidieron emigrar para encontrar un trabajo digno y poder ayudar económicamente a sus familias. La hermana de Sarr ya había hecho el mismo camino antes que él y actualmente vive en Mallorca. “España es la puerta de Europa, de ahí que fuese mi destino”, explica Ismael. “Cuando vivía en Senegal, veía vídeos de España. Me gustaba mucho aunque no entendía nada de lo que decían los vídeos. El sueño de mis amigos era ir a Francia, pero yo tenía claro que prefería España”, añade Sarr.

Ismael reconoce que lo que más le llamó la atención cuando llegó a nuestro país fueron las infraestructuras, como los edificios y las carreteras, pero también ver a tantas personas diferentes. “Lo que más me sorprendió fue ver a tantas personas blancas, les miraba y ellos me miraban con incredulidad. No podía creer que estuviera en Europa”. A Sarr, sin embargo, le llamó la atención “el racismo” que sufrió. “No me lo esperaba. Me trataron mal y me sorprendió mucho encontrarme con ese rechazo inesperado”.

Ambos jóvenes fueron derivados a diferentes recursos para menas (Menores Extranjeros no Acompañados). Ismael pasó por el Centro de Menores Juan Ramón Jiménez en Huelva, la UATE Arcos en Arcos de la Frontera y el ARB El Bosque en Algeciras (los dos últimos de SAMU); mientras que Sarr estuvo en los recursos que SAMU tiene en Jimena de la Frontera y Pelayo, ambos en la provincia de Cádiz.

Todo lo que soy lo aprendí en SAMU. Gracias a SAMU he podido aprender el idioma, la cultura española, he estudiado. Me han ayudado muchísimo. Han cubierto todas mis necesidades. Juan Rodrigo Gil, antiguo director del UATE de Jimena de la Frontera, ha sido un padre para mí. Me quería demasiado y yo no sabía por qué. Él siempre me decía, ‘Sarr, tú tranquilo. Sigue trabajando duro como hasta ahora y llegarás lejos. Tienes mucho futuro en SAMU”.

Ismael también tiene palabras de agradecimiento para sus educadores. “En SAMU he aprendido a tener una disciplina, el idioma, la cultura española y las posibilidades que se me brindaba a la hora de legalizar mi situación en España y poder adentrarme en el mercado laboral. SAMU me ha ayudado mucho a la hora de la integración, tanto social como laboral. También he conocido a muchas personas con las que sé que puedo contar a lo largo de mi vida”, destaca el joven marfileño.

“La persona que más me ha ayudado ha sido Laura Rodríguez, ex directora de la UATE Arcos. También Palma Díaz como directora de El Bosque y, por último, Karen Gil, directora del centro donde trabajo en la actualidad. Todas ellas han confiado en mí cuando era menor y ahora como trabajador”.

Al cumplir la mayoría de edad, tanto Sarr como Ismael decidieron ayudar a otros jóvenes en la misma situación que ellos.

“Después de toda la experiencia que viví durante mi estancia en centros de menores creo que puedo ayudar a otros chicos a entender el funcionamiento de un recurso de estas características. También, a través de mi ejemplo, pueden ver cómo uno puede cambiar de vida si tienes un buen comportamiento, si tienes actitud y objetivos. La empatía que puedo llegar a tener con los chicos es más fuerte que otros trabajadores que no han pasado por la situación de tener que emigrar de su país y en las mismas circunstancias que las mías”, explica Ismael Kone, que reconoce que lo que más le gusta de su trabajo es “poder ayudar a los menores en su evolución desde su llegada hasta la salida del centro donde trabajo”.

La voz de la experiencia

“Cuando llegan al centro, les hablo un poco de mi pasado, de cómo era antes de llegar al centro y de mi estancia en él. Les cuento que llegué como ellos, sin nada, y que, en la actualidad, lo que tengo es gracias a SAMU. El idioma, el trabajo, la documentación… Les hablo de todo lo que he conseguido”, explica Ismael. Su compañero Sarr también utiliza la misma metodología. “Cuando veo a los chicos deprimidos, tristes o perdidos, les enseño fotos mías de cuando llegué y les cuento mi evolución hasta ahora y cómo es posible salir adelante”.

Recientemente, ambos jóvenes estuvieron un mes trabajando en Las Palmas de Gran Canarias como refuerzo en los recursos de SAMU ante la llegada masiva de inmigrantes en 2020, muchos de ellos menores de edad. “Lo que más me llamó la atención fue la cantidad de menores que llegaron a la isla”, apunta Ismael. “Los niños llegaban muy asustados, sobre todo los menores procedentes del Sáhara por los conflictos que se están generando en su tierra. Los menores que proceden de países como Mali también están muy asustados por temas bélicos y terroristas”.

Tanto Sarr como Ismael han logrado regularizar su situación en España y, de momento, no se plantean marcharse del país, aunque no descartan nada. “En la actualidad estoy bien en España pero no descarto viajar a otros países si el destino me lleva a ello. Después de todo lo vivido, ahora estoy centrado en el día a día, vivo el momento. Hoy estoy trabajando para SAMU pero no sé que me puede deparar el futuro. No pienso a largo plazo, pero si me gustaría poder seguir ayudando a los chicos que llegan a España y también me gustaría tener mi propia familia en un futuro, así como un negocio en mi país”, apunta Ismael. Sarr también se muestra muy satisfecho con su trabajo actual, que le está permitiendo pagar los estudios a sus hermanos menores que viven en Senegal para que no tengan que verse obligados a emigrar como él.

Pepi Soult: “Ahora estoy feliz de sentirme útil. Mis hijos están locos de contentos”

Hace más de 20 años que Pepi Soult, natural de Dos Hermanas (Sevilla), venía arrastrando una depresión que condicionaba su vida hasta el extremo. Todo comenzó pocos años después de su divorcio, tras el que ella se quedó a cargo de sus dos hijos menores de edad. En este tiempo, acudió a varios profesionales, pero no lograba superar su situación. La crisis sanitaria del coronavirus y el confinamiento empeoraron su estado hasta que, en septiembre de 2020, decidió ingresar voluntariamente en la clínica SAMU Wellness.

Estaba muerta en vida. Una depresión es algo muy duro. Era una viejecita senil, sin ganas de nada. Sinceramente, me quería morir. No entendía por qué no podía volver a ser la persona que era antes”, relata esta mujer de 65 años. “Yo iba al psiquiatra dos veces al año, pero lo único que hacía era ajustarme el tratamiento, nada más. La pasada primavera lo pasé fatal a causa del Covid-19. Tenía miedo a salir de casa, me daba pánico. La situación se volvió verdaderamente insostenible”.

A finales de septiembre, apoyada por su familia, Pepi Soult ingresó en la clínica de salud mental SAMU Wellness, donde estuvo un mes. Después pasó al Hospital de Día. “Estoy muy contenta de haber venido. El personal es excepcional y el trato con los pacientes es extraordinario. Estoy muy contenta, sobre todo con mi psiquiatra, Gabriela”, cuenta la mujer. “Ahora hago ejercicio físico una hora al día, cocino para nueve personas, me mantengo ocupada. Me siento súper feliz de sentirme útil. Mis hijos están locos de contentos. Ahora, incluso, los veo más que antes. Mi vida ha cambiado”.

Pepi Soult, antigua paciente de SAMU Wellness

Pepi Soult, antigua paciente de SAMU Wellness

Fernando González, Triana: “El personal se desvive por nosotros”

El 19 de enero, Fernando González, más conocido como Triana, dijo adiós a la Residencia San Sebastián tras casi once años. Sus compañeros y los trabajadores del centro se despidieron de él con una gran fiesta en el jardín de la residencia de Cantillana. “SAMU me ha dado la vida. Se lo debo todo. Soy otra persona”, reconoce Triana meses después de su marcha.

Fernando González, natural de Sevilla, ingresó en la Residencia San Sebastián en mayo de 2010. Tenía 32 años. “Yo llevaba muy mala vida. Bebía, me drogaba, incluso tenía problemas judiciales. Mis malos hábitos me ocasionaron muchos problemas con mi familia y mi salud empeoró. Tengo una discapacidad intelectual permanente del 65%”, explica Triana, que ha vuelto a vivir con su madre después de su paso por la Residencia San Sebastián.

“Al principio, me costó mucho adaptarme a la vida en la residencia. No quería estar allí, pero nunca di problemas. Formé parte de la compañía de teatro Idilio Escénico. Mi único propósito era mejorar y salir de allí, recuperar mi vida”.

Triana tiene palabras de agradecimiento para toda la plantilla de San Sebastián, pero en especial para el celador Fran Jiménez, la educadora Estela Garrido y para Alba Garrido, responsable de la compañía de teatro del centro. “Fran Jiménez es un monstruo, es todo corazón. Y Estela me ha dado la vida. Ella ha sido mi educadora. Me ha cuidado, me ha guiado y me ha llevado por el buen camino”.

También guarda un gran recuerdo de algunos de sus compañeros, entre ellos Chiquito, que falleció en 2020. “Era mi socio. Lo hacíamos todo juntos. Éramos una piña”, recuerda. “También echo mucho de menos a Manoli Márquez. Nos hemos ayudado mucho mutuamente. Yo me apoyaba mucho en ella y le daba consejos cuando ella hacía algo que estaba mal”.

Durante su estancia en la Residencia San Sebastián, Triana logró sacarse el título de la ESO. “SAMU me ha dado la vida. Se me saltan las lágrimas cada vez que hablo de la Fundación. El personal se desvive por nosotros. Me lo han dado todo, Soy otra persona. Mi familia está feliz. Ahora vivo con mi madre y le ayudo mucho”.

Triana reconoce que le gustaría seguir vinculado a Fundación SAMU o trabajar como voluntario. Actualmente busca empleo y pronto comenzará una formación que le permitirá realizar prácticas remuneradas a través de la Asociación Paz y Bien.