IPC SAMU Moriles: Un viaje al origen de los problemas de conducta de un menor
La casa de menores IPC SAMU Moriles es un recurso para jóvenes tutelados por la delegación provincial de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de Córdoba, dependiente de la Junta de Andalucía. Cuenta con ocho plazas para chicos de entre 13 y 18 años cuyos problemas de conducta no les permiten permanecer en otros recursos de acogida en régimen residencial básico. El objetivo de nuestro trabajo es que durante la estancia de estos menores en el IPC se rebajen o desaparezcan esos problemas de conducta, y que los jóvenes adquieran las habilidades básicas para la autonomía, retomen sus estudios y se preparen para incorporarse al mercado laboral. Para ello, contamos con un modelo de intervención multidisciplinar donde tienen mucho peso tanto la intervención psicológica como la pedagogía de la vida cotidiana.
Desde la apertura del centro en 2020, hemos atendido a un total de 18 menores. El equipo de IPC SAMU Moriles está formado en estos momentos por cinco educadores sociales, tres auxiliares técnicos educativos, una psicóloga, una trabajadora social, un mediador intercultural y la dirección.
Los comienzos
Durante el primer año de apertura, el equipo del IPC se centró en crear redes de colaboración con los recursos externos, tanto de la Administración Pública como privados, con el objetivo de dar a conocer el recurso, establecer protocolos de coordinación y mantener una comunicación fluida y cercana. Fue una época dedicada a romper con los estereotipos y creencias que pesan sobre los menores tutelados. Hemos conseguido instaurar protocolos con la Guardia Civil de Moriles; el Ayuntamiento de Moriles; la delegación provincial de Educación, los centros de enseñanza de Montilla, Aguilar, Lucena, Moriles; los juzgados de Aguilar de la Frontera; y centros de salud de Moriles y Lucena.
Otro objetivo a corto plazo fue crear un equipo cohesionado, conocedor del trabajo con problemas de conducta, capaz de poner en práctica los protocolos de intervención y de encontrar el equilibrio entre el afecto y los límites. Actualmente, contamos con un equipo motivado, con un alto nivel de especialización y una implicación máxima en el trabajo. Se respira un buen ambiente, algo muy necesario para gestionar el estrés de una tarea tan difícil como es la nuestra.
Uno de los primeros retos a los que nos enfrentamos fue el de ofrecer a los menores una intervención eficaz para gestionar sus problemas de conducta. Apostamos por interpretar dichos problemas como sintomatología de traumas tempranos y carencias en la crianza, cuya respuesta debía ir más allá que la intervención conductista clásica basada en recompensas y sanciones. En nuestro modelo de intervención, la atención psicológica es protagonista y, el vínculo entre los menores y el equipo, la clave para poder llevarlo a cabo.
La intervención psicológica
Los menores que llegan al IPC arrastran a su corta edad traumas y vivencias cargadas de violencia, desengaños y rupturas con las figuras de apego más relevantes para ellos, que generan incomprensión, inseguridad, necesidad de afecto, frustración y una falta de habilidades sociales que les impide funcionar de manera normalizada. También carecen de hábitos de autocuidado, además de presentar perfiles predelictivos, escaso interés por su formación y suspicacia con respecto al Sistema de Protección, que se traducen en explosiones de ira y violencia, escaso control de impulsos e intolerancia a los límites.
Por este motivo, estos menores reciben atención psicológica especializada de tres maneras. En primer lugar, atención individual en sesiones semanales programadas y a demanda cuando aparecen crisis, (para comprender y aceptar su propia historia, poner nombre a sus emociones, trazar un plan de vida). La segunda fórmula son talleres de terapia grupal donde aprenden a expresarse y resolver los conflictos que surgen en la convivencia de manera no violenta. Y, la tercera, talleres psicoeducativos donde se trabaja el autoconocimiento, la gestión emocional, la flexibilidad cognitiva y otros aspectos relacionados con el crecimiento personal, que incluyen técnicas psicológicas de la corriente Gestalt y de Tercera Generación. Toda la intervención psicológica se hace desde la perspectiva de la Teoría del Trauma, Teoría del Apego y Perspectiva Sistémica.
La intervención educativa
Establecer un vínculo afectivo positivo, un espacio seguro y unos modelos normalizados y saludables de comportamiento son las bases de la intervención que lleva a cabo el equipo educativo del IPC. Se trata de ofrecer un ambiente lo más parecido a un hogar en el que los educadores actúan como modelos y referentes con una autoridad democrática y dialogante.
A pesar de contar con protocolos de funcionamiento, estos se adaptan de manera individual a cada caso concreto, tratando de que las soluciones a los problemas de los menores sean pedagógicas y constructivas, alejadas de los modelos coercitivos o negligentes a los que están acostumbrados y con la intención de romper con la desconfianza que tienen al sistema.
En los talleres educativos, el equipo trabaja aspectos tan importantes como la prevención de adicciones, el ocio saludable, la educación afectivo sexual, las masculinidades desde la perspectiva de género y la comunicación no violenta, temas que además son transversales y se abordan indirectamente en el día a día del IPC.
Formación y empleo
Todos los menores son escolarizados. Los mayores de 16 años se matriculan en Formación Profesional Básica, que les permite, a la vez que se forman para un empleo, la consecución del título de Enseñanza Secundaria Obligatoria. Los menores de 16 años se matriculan en la ESO, de manera presencial aquellos que presentan mayor estabilidad emocional y conductual, y en modalidad IPEP (a distancia) aquellos que aún mantienen un alto grado de conflictividad. Esta modalidad solo puede llevarse a cabo con mayores de 16, sin embargo, mediante conversaciones con la delegación provincial de Educación de Córdoba, se ha podido matricular a un menor de 14 años en esta modalidad, lo que ha supuesto un hito que se llevó a unas jornadas organizadas por la Universidad de Córdoba, destinadas a docentes de la provincia.
Los mayores de 16 años, asimismo, comienzan un itinerario de inserción laboral, a través del Programa Labora y Andalucía Orienta. Es inusual que los chicos residentes en IPC consigan la estabilidad suficiente para acceder a un empleo. En nuestro centro, ya son tres los menores que han logrado este objetivo tras participar en el Programa Labora (dos de ellos) y en las prácticas del módulo superior que han estudiado (uno de los menores).
A los menores extranjeros se les gestiona toda la documentación: pasaporte, NIE y nacionalidad.
Los retos
En esta nueva etapa, queremos centrarnos en afinar aún más la intervención con los menores y lograr un cambio profundo en su historia personal y expectativas de futuro. Estamos innovando continuamente y revisando los protocolos y las herramientas de la acción educativa. También seguimos estableciendo redes de colaboración con otras entidades que pueden complementar la labor educativa que hacemos, ofreciendo talleres fuera y dentro del IPC.
Otra línea de trabajo que nos proponemos es seguir sensibilizando a la población sobre la realidad de los menores tutelados, romper los estereotipos que giran en torno a los adolescentes con problemas de conducta y los inmigrantes. Queremos fomentar el voluntariado de nuestros menores en entidades locales y su participación en actividades de ocio y culturales del entorno, con el fin de que conozcan las redes comunitarias y a la vez se den a conocer y demuestren su valía.
Por último, queremos compartir la felicidad que sentimos cada vez que uno de nuestros menores logra alcanzar sus objetivos y sale de nuestro recurso, o cuando vemos mejoría en su forma de gestionar los conflictos. Es entonces cuando nos damos cuenta de que todo el esfuerzo diario merece la pena.