Las personas son lo importante
El 13 de diciembre de 2006, se aprobó en la ciudad de Nueva York, en la sede de Naciones Unidas, la convención sobre los derechos de las personas con discapacidad, el tratado internacional que protege los derechos de las personas con discapacidad y a sus familias. En España, fue aprobado el 3 de diciembre de 2007 y, a partir de esa fecha, empezó a celebrarse el Día Internacional de las Personas con Discapacidad coincidiendo con la efeméride. Su principal propósito es, como queda detallado en su artículo 1, “promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales por todas las personas con discapacidad y promover el respeto de su dignidad inherente”.
Esta ley universal ha supuesto que en los últimos años se haya producido una modificación sustancial en cuanto a la atención a las personas con discapacidad. La sociedad ha ido evolucionando y trasformando su visión sobre este colectivo, gracias al esfuerzo reivindicativo de las mismas personas con discapacidad, las instituciones, organismos y movimientos asociativos que las respaldan. Este cambio en la percepción y reconocimiento de sus derechos como miembros de pleno derecho ha propiciado el nacimiento de nuevos modelos de intervención enmarcados en el seno de la inclusión social, el respeto, la igualdad de derechos, la autodeterminación, la provisión de apoyos, el acceso al mercado laboral, la dignidad y la igualdad.
Para lograr todos estos objetivos y mejorar la atención y la calidad de vida, desde los centros de atención a la discapacidad de Fundación SAMU, dependientes del área de Dependencia e Inclusión Social de SAMU, se ha ido trasformando el modelo de intervención, basado en la salud y la rehabilitación, en un modelo más social y acorde con las exigencias sociales actuales, y que aúna la inclusión social, la provisión de apoyos, el logro de resultados personales y la calidad de vida, con una planificación centrada en la persona.
Para responder a los retos y obligaciones de una atención de calidad, se parte de los actuales modelos conceptuales de la discapacidad, la calidad de vida y los apoyos individualizados, desde los que se entiende a las personas como el centro de toda planificación, tanto en la toma de decisiones y sus preferencias, como en los procesos para llevarlos a cabo. Desde esta perspectiva, nuestros centros se van transformando en lugares de convivencia, viveros de oportunidades y lugares de vida, y los profesionales de éstos, en apoyos para que puedan desarrollar su propio proyecto de vida.
La planificación centrada en la persona se ha convertido en la piedra angular de las buenas prácticas en la organización de nuestros servicios. Y el principal objetivo es asegurar que el énfasis se ponga en la persona con discapacidad, en sus habilidades y potencialidades, y en el éxito en la consecución de aquellos resultados valiosos que son significativos para ella, a través de la organización de un sistema de apoyos personalizados que facilite la consecución de los resultados seleccionados. Es una transformación en todos los niveles de funcionamiento de los servicios, ya que se dirige a, ya no la resolución de problemas, sino hacia espacios de oportunidades de desarrollo, la libertad personal, la interdependencia significativa, la dignidad, la autorrealización y la participación activa en la comunidad como miembros de pleno derecho.
Los aspectos relacionados con la salud, la seguridad y la adquisición de habilidades habían sido considerados durante décadas como objetivos prioritarios de los programas y servicios, obviando que es la persona, con su historia de vida, sus relaciones personales, su entorno, sus potencialidades y sus sueños, la que deben estar en el centro de estos programas y en la base de la organización.
Llevar adelante estas nuevas perspectivas supone y nos exige nuevas maneras de pensar, actuar e intervenir, de la mano de unos profesionales que sepan afrontar con valentía, seguridad e innovación los nuevos retos que se nos plantean. Esta visión renovada nos hace progresar hacia una sociedad inclusiva e igualitaria, donde todos los seres humanos pueden alcanzar los mismos estándares de calidad y bienestar. Y, por ende, la calidad de nuestros servicios avanza hacia la excelencia, algo que ya empieza a obtener sus frutos en la mejora de la calidad de vida de nuestras personas usuarias, con resultados visibles y que van más allá de nuestros centros, ya que repercute positivamente en toda la comunidad donde se ubican.
Nuestra sociedad necesita organizaciones responsables y comprometidas que trabajen en proporcionar las relaciones y los apoyos necesarios para que todas las personas puedan desarrollar su propio proyecto de vida y felicidad, independientemente de su procedencia, de su edad, condición social, de si tienen o no discapacidades, de si son mujeres u hombres, de si proceden de un país u otro o de la edad que tengan. Éste es el compromiso de todos los centros de atención a personas con discapacidad del área de Dependencia e Inclusión Social de Fundación SAMU, y trabajamos día a día para cumplir estos principios.
Por SONIA OLIVER POZO / Área de Dependencia e Inclusión Social