Psicoterapia en el daño cerebral sobrevenido
El daño cerebral sobrevenido es una lesión cerebral que se produce en un momento concreto de la vida de una persona y que la transforma por completo. Tiene una triple afectación: física, cognitiva y emocional y conductual. Todas estas afectaciones provocan alteraciones en las actividades de la vida diaria y en cómo se relaciona con su entorno más próximo, como puede ser familiar y/o social.
Los cambios conductuales y emocionales pueden ser originados directamente por las lesiones en ciertas áreas cerebrales como son la amígdala, el giro cingulado, la ínsula, el globo pálido, el lóbulo temporal, el córtex orbitofrontal, entre otras. También pueden ser provocados por las modificaciones en la vida de la persona que provoca esa situación: cambio de hogar, pérdida de su trabajo, cambio de relaciones con su familia, amistades o disminución de la autonomía.
Los síntomas psicológicos después de un daño cerebral sobrevenido (DSC) pueden reflejar no solo un proceso cerebral disruptivo, sino también los esfuerzos adaptativos del individuo para afrontar las consecuencias de la lesión (Prigatano). El comportamiento tras el DCS depende de: tipo de gravedad, forma de aparición, localización y extensión de la patología cerebral; la naturaleza de la discapacidad; el significado otorgado a la discapacidad por el sujeto en función de sus experiencias y valores premórbidos; y el medio en el que el comportamiento se manifiesta.
La psicoterapia en DCS es, al fin y al cabo, psicoterapia adaptada a personas con déficits cognitivos y funcionales que además pueden encontrarse inmersos en un duelo patológico, debido a la pérdida de capacidades y los cambios experimentados en su vida.
La finalidad de la psicoterapia es principalmente la mejora de la calidad de las personas a través del alivio de su sufrimiento emocional en cualquiera de las formas en que se exprese: depresión, ansiedad, trastornos de conducta… A través de un adecuado procedimiento psicoterapéutico, conseguiremos mejorar el bienestar y el ánimo de la persona con daño cerebral sobrevenido, y facilitar el proceso de readaptación y de reintegración social y comunitaria. La base de las intervenciones, en un principio, es acompañarles en la redefinición de la identidad. Es importante ayudarles a identificar y a comprometerse activa y positivamente en el logro de sus metas.
Para llevar a cabo este tipo de intervención, los profesionales debemos servirnos de distintas técnicas y enfoques psicológicos adaptados a las necesidades de las personas con DCS. Adaptar implica el uso de apoyos para facilitar la comprensión de la información (imágenes, pictogramas, vídeos, contratos conductuales, esquemas, entre otros). También utilizar ayudas compensatorias para recordar la información dada en consulta (diarios, agendas, libretas o grabaciones). Además, implica adaptar las condiciones de consulta (eliminar distractores, cambios en el espacio), adaptar la velocidad del discurso a la VPI de la persona, comunicar de manera concisa y clara, simplificar explicaciones y adaptar nuestro vocabulario, buscar el contacto ocular, verificar que la información ha sido comprendida o dividir las tareas en pasos.
¿En qué medida una persona con daño cerebral sobrevenido puede beneficiarse de la psicoterapia? Es importante en una primera instancia valorar los distintos dominios cognitivos que tiene la persona, de ahí que la psicoterapia vaya unida a la neuropsicología. Identificar los puntos fuertes y débiles nos ayudará a determinar el tratamiento idóneo. No obstante, existen casos en los que, debido a sus rasgos premórbidos de personalidad (déficit deterioro cognitivo, alteraciones graves de la conducta desorientación, estado de conciencia, fabulaciones, anosognosia, alteraciones graves del lenguaje o memoria), la aplicación de una psicoterapia no es posible.
Cuando esto sucede es cuando debemos basarnos en intervenciones terapéuticas. Estas últimas se refieren a una amplia variedad de acciones (asesoramiento, modificaciones del contexto, talleres psicoeducativos, estrategias de sustitución, compensación) que el psicólogo valorará con la finalidad de abordar sus necesidades.
El terapeuta debe iniciar su trabajo por el área (emocional, cognitiva o conductual) de menor resistencia, facilitando la sensación de dominio. Así, por ejemplo, si planteamos ejercicios cognitivos que reflejen sus dificultades a una persona con dificultades en la gestión emocional, aumentaremos su nivel de angustia, por lo que las valoraciones cognitivas deben estar estratégicamente postpuestas.
La reestructuración del yo
Uno de los motivos principales de consulta en daño cerebral sobrevenido se basa en el proceso de aceptación de la reconstrucción de su “yo”. El duelo pone en marcha mecanismos de defensa y de afrontamiento que pueden estar deteriorados debido a zonas cerebrales vitales a funciones psicológicas necesarias para su correcta elaboración. El desafío en psicoterapia será afrontar de lleno la reestructuración del yo. Para ello debemos promover los siguientes facilitadores: Una buena alianza terapéutica, o cómo se logra, desde la propia honestidad, la aceptación incondicional de la persona, con psicoeducación y a través de las habilidades sociales de cada uno. También es crucial el deseo de cambio: es importante proponer un nuevo plan vital u objetivos de participación atractivos para la persona con DCS. Por último, entendemos como decisiva la colaboración activa de la familia: el deseo de cambio por parte de la familia y la colaboración con su familiar en el proceso es importante para alcanzar el bienestar psicoemocional de la persona con DCS.
MAYTE PAREDES. Psicóloga de la Residencia Santa Ana