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Almudena Chávez, directora de UED San Lucas: “Todos los que trabajamos aquí somos unos valientes”

Almudena Chávez Peinado (Sevilla, 1980), dirige la Unidad de Estancia Diurna (UED) San Lucas desde hace ocho años, especializada en la atención de personas con discapacidad intelectual con trastorno de conducta. Chávez es trabajadora social y antropóloga, además de alumna de Psicología de la UNED.

—¿Cómo fueron los primeros años de la UED San Lucas?
—Muy complicados. Hace diez años la información y la formación que se tenía sobre cómo atender a las personas con discapacidad intelectual con trastornos de conducta era muy escasa. San Lucas ha ido creciendo a la par que el propio conocimiento acerca de este tipo de personas.

—¿Cómo ha evolucionado el centro estos diez años?
—Muchísimo, sobre todo en seguridad a la hora de trabajar con ellos y la capacidad de crear pautas nuevas donde no las había. Aquí cada día es diferente y cada persona es diferente. Todo puede cambiar en cuestión de segundos, por lo que tenemos que desarrollar una gran resilencia.

—¿Cuáles son los retos de San Lucas para los próximos años?
—Como objetivo de mejora del centro, estamos impulsando unos proyectos muy específicos de ampliación de servicios, sobre todo, dirigidos a la familia. Todos los años queremos mejorar en la formación a los profesionales, además estamos trabajando para difundir mejor nuestra labor en las redes e ir más allá con programas de respiro familiar y acompañamiento en los domicilios que son algunas de las patas que le falta a San Lucas.

—Son proyectos dirigidos a los familiares, al cuidador.
—Las crisis de tipo conductuales en las personas con discapacidad intelectual que atendemos, se deben en el 95% de los casos por una inadecuada dinámica familiar, la poca o mucha aplicación de límites dentro del hogar. Sin límites, las malas conductas se descontrolan, van a más y comienza el deterioro del cuidador hasta que éste pide ayuda. Generalmente, cuando nace un niño o una niña con discapacidad intelectual, se pueden dar una serie de sentimientos en la familia, normalmente de pena, de culpa y de rechazo. Hay que saber sobrellevar estos sentimientos porque pueden generar una mala praxis dentro de la dinámica familiar. Por ejemplo, Se suele ceder mucho a este tipo de personas sin necesidad ninguna. Eso va generando una dinámica que a veces deriva en una agresión verbal, física, psicológica, de cualquier tipo, y por eso pueden llegar a este tipo de recursos, sin olvidarnos por supuesto, ni darle menos importancia, a las posibles causas orgánica de estos trastornos.

—Como profesional, ¿aprecia un rechazo por parte de la sociedad hacia este tipo de personas?
—Por supuesto, están estereotipados. Incluso en el propio ámbito profesional se producen situaciones de inseguridad y desconfianza, como por ejemplo cuando, tras años de trabajo vemos que ha remitido el trastorno de conducta de un usuario y creemos que es conveniente su traslado a un centro normalizado. A veces, cuando vamos a hacer ese traslado, los propios centros de acogida sienten desconfianza a la hora de aceptarlos porque este tipo de personas sigue dando miedo, sigue provocando rechazo, no gusta porque se cree que genera mucho trabajo.

—¿Qué se puede hacer para evitar este rechazo?
—Lo que hacemos en San Lucas. Incluirlos en muchos proyectos en la comunidad, fomentar una buena visión cuando hacemos los traslados, no dar un mensaje equivocado, dar la voz de alarma cuando se produce una broma no adecuada o un lenguaje poco apropiado, hacernos autocrítica permanentemente para no caer en actuaciones viciadas, sabiendo que es algo de lo que nadie está exento de cometer. Por ejemplo, en los primeros años de este centro hubo un trabajo intensísimo para evitar que a estas personas se les llamara niños y que fueran vestidos como niños o que trajeras cosas de niños. Esto fue un gran paso. Yo fui una gran defensora de ese cambio. Eso limitaba mucho el pensamiento hacia ellos. Son personas adultas y debemos tratarlos como adultos, independientemente de que tengan una discapacidad intelectual. Y, como éstas, hay muchas más barreras que el equipo de San Lucas ha conseguido derribar y otras muchas que aún nos quedan por eliminar.

—¿Le gusta trabajar en San Lucas?
—Mucho. Todos los que estamos aquí somos valientes y nos gustan mucho los retos. Valientes no porque nos atrevamos a estar delante de ellos aunque nos puedan agredir, que eso ya lo tenemos interiorizado, sino valientes porque somos capaces de hacer frente a la incertidumbre. Éste no es un trabajo cómodo, pero me encanta.

Jornadas Deportivas Inclusivas de Primavera: Unidos a través del deporte

Más de 300 personas participaron el 26 de abril en las Jornadas Deportivas Inclusivas de Primavera, organizadas por Fundación SAMU, un proyecto que pretende mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad, lograr que adquieran un hábito de vida saludable, integrar en sus vidas los valores del trabajo en equipo, la amistad, el compañerismo, la superación y la motivación, y que aumenten su autoestima.

La actividad se celebró en las instalaciones del Campo Municipal Nuestra Señora de la Soledad del municipio sevillano de Cantillana (Sevilla) y estuvo dirigida a personas con discapacidad intelectual vinculadas a la Fundación SAMU, las asociaciones Apdedis y Caffa, la Fundación Rocío de Triana y el Patronato con Discapacidad de San José de la Rinconada, además de a los alumnos del IES Cantillana.

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El acto institucional arrancó puntualmente a las once de la mañana. Don Carlos Álvarez Leiva, presidente de la Fundación SAMU, fue el encargado de presidir la ceremonia inaugural. Estuvo acompañado por el director general de Personas con Discapacidad de la Junta de Andalucía, el jerezano Gonzalo Rivas Rubiales; Carlos González de Escalada, director general de SAMU; y la directora de la Residencia San Sebastián de Cantillana, María José Tinoco.

A continuación se desarrollaron diversas juegos y actividades deportivas con bicicletas, conos, globos, cubos de agua, música, balones o lonas de colores, entre otros materiales. Eran actividades de equilibrio, coordinación, expresión corporal o agilidad, con el objetivo fundamental de potenciar sus habilidades y destrezas de los participantes, además de su disfrute y el fomento de la relación entre ellos.

Estas jornadas estaban dirigidas a facilitar una práctica deportiva sin barreras, establecer marcos de colaboración entre diferentes entidades públicas y privadas, a concienciar y sensibilizar a la sociedad de la relación beneficiosa del deporte y la discapacidad y a proporcionar una mayor especialización, innovación y estudios en la materia.