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Juan Rodrigo Gil, educador: “En SAMU siempre estás en alerta”

JUAN RODRIGO GIL. Educador

 

El educador Juan R. Gil (Algeciras, Cádiz, 1979) dirige desde finales de junio los dos recursos de acogida temporal de menores extranjeros (UATE) puestos en marcha en Jimena de la Frontera (Cádiz) ante la llegada masiva de inmigrantes a través del Estrecho de Gibraltar

 

—¿Cómo fueron sus comienzos en SAMU?
—Empezé a trabajar en SAMU en 2009 como educador. Hasta el pasado curso, la Fundación SAMU, a través de un concurso de la Junta de Andalucía al que optó, cubría las necesidades educativas especiales de los alumnos de más de 130 colegios en la provincia de Cádiz. Yo era el coordinador de los educadores. Fue terminar el curso y empezar a poner en marcha la Unidad de Acogida Temporal de Emergencias (UATE) en Jimena.

—¿Dejará el cargo de jefe de la UATE de Jimena y volverá a los colegios en septiembre?
—Iré donde me necesiten. Ahora mismo, la urgencia está aquí, en Jimena. Con SAMU siempre estás en alerta.

—¿Cómo surgió la UATE en Jimena?
—En junio hubo una llegada masiva de inmigrantes, muchos de ellos niños sin la compañía de un adulto. Los centros de la Junta de Andalucía están desbordados, al 200% de su capacidad y no paran de llegar menores. SAMU ya había trabajado con la Junta en el pasado en una situación similar y nos pidieron que abriéramos un recurso para acoger a estos menores de manera temporal. Fue todo muy rápido, pero no nos cogió de imprevisto.

—¿Por qué?
—Sabíamos que iban a salir a concurso varias plazas para centros de acogida de menores, algunas de ellas para el Campo de Gibraltar, así que nos movimos para buscar un recurso, una vivienda, para optar a ellas. En ese momento, nos llamaron de la Junta pidiendo ayuda. Fue un viernes. Nos dijeron ‘prepararse que os vamos a mandar a 40 niños’ y en dos horas estábamos listos. Trabajamos a contrarreloj. Aún estábamos sacando la cosas de la casa que alquilamos y metiendo las literas, cuando llegaron los primeros niños.

—¿Cuántos recursos hay en funcionamiento en Jimena?
—Dos, con 20 menores cada uno de entre 13 y 17 años. Uno de ellos es un chalet con cinco habitaciones. Es bastante grande. Allí comemos todos juntos y se realizan las actividades. El otro es una casa más pequeña que está a unos 50 metros.

—¿Cómo es la convivencia con los vecinos de Jimena?
—Por ahora perfecta. Al principio me preocupaba un poco meter a 40 menores extranjeros en un pueblo pequeño como Jimena, pero lo primero que hice fue hablar con el alcalde, que nos ofreció todo tipo de facilidades, como acceso gratuito a la piscina municipal. También hay muy buena relación con el centro de salud y la Guardia Civil, ya que algunos de ellos se fugan.

—¿Por qué se fugan?
—Algunos vienen con una idea clara, tienen un destino fijado. Bilbao, Barcelona.En la mayoría de los casos porque tienen familiares allí. Ese es su objetivo y van a hacer todo lo posible por conseguirlo.

—¿Cómo se controlan esas fugas?
—Puedes controlarlas hasta cierto punto. Esto es un centro abierto, no una cárcel. La normativa me impide cerrar el centro con llave y el que tiene claro que quiere irse se va a ir. A veces viene alguien y dice que es familiar de algún niño. Yo le pido que lo demuestre, hay que seguir un protocolo, y en cuanto lo hagan, el menor podrá irse con ellos. Me dicen que vale, pero en cuanto me doy la vuelta, el menor se ha ido. Esto ocurre en todos los centros de este tipo.

—Éste es un centro temporal de emergencia. ¿Cuánto tiempo deben quedarse? ¿Y después, a dónde van?
—No puedo decirte hasta cuándo. El sistema está taponado. Los Centros de Acogida Inmediata de Menores (CAI) y los centros residenciales están a tope. No hay plazas libres. Ni siquiera nosotros tenemos plazas libres. Todas las mañana mando un registro de menores, tras contar las fugas, y al día siguiente ya tengo niños nuevos. Estamos hasta la misma bandera. Las administraciones tienen que buscar una solución.